Según los empleadores, la actitud de su dependiente ocasionó que perdieran clientela y generó un clima de tensión e incomodidad en el negocio. Sin embargo, no detallaron en qué consistieron esas acciones y perdieron el pleito
La Sala VII de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo consideró que no fue justificado el despido de una peluquera, por supuestas “conductas hostiles” hacia sus compañeros de trabajo.
La demandante fue desvinculada por su supuesto comportamiento agresivo con relación a sus pares y por la presión que ejercía respecto de algunas clientas para que la eligieran como colorista.
Según los empleadores, la actitud de su dependiente ocasionó que perdieran clientela y generó un clima de tensión e incomodidad en el negocio, incompatible con el ambiente armónico que debe haber en el ámbito de los servicios de belleza. Sin embargo, la alzada señaló que no explicaron a qué se referían cuando hablaban de “conductas hostiles”.
En ese sentido, recordó que la testimonial de una clienta que ofrecieron como prueba fue vaga e imprecisa respecto a la época en que habrían ocurrido los hechos, pues no indicó cuándo empezó a hacerse atender por la reclamante ni en qué momento dejó de concurrir al establecimiento por los malos modos que dijo que tenía.
Antecedente
Por otro lado, el tribunal tomó en cuenta que se trataba de una relación laboral de casi una década y que el único antecedente desfavorable para la colorista era un llamado de atención, mediante el cual se le imputaron -también genéricamente- “conductas hostiles”, cuatro años antes del despido.
“Los dueños del salón omitieron hacerse cargo de los fundamentos medulares del decisorio que efectuó el sentenciante de grado para resolver como lo hizo, en tanto se limitaron a manifestar su disconformidad con la solución adoptada, contraria a sus intereses, formulando apreciaciones personales y remitiendo a presentaciones anteriores”, enfatizó.
