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El año en que vivimos en riesgo

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Por Alejandra Ruiz (*)

Parafraseando el título de aquella película australiana que hablaba del peligro (Peter Weir, 1982), hemos elegido sustituirlo por el término “riesgo”, aludiendo a la situación de vulnerabilidad ante un hecho real o incierto que implica ese peligro y asumiéndolo como tal.

El covid-19 constituye una noción indudable y globalizada de esa fragilidad y de la incerteza de cuándo terminará para convertirse en una pospandemia.

El mundo entero transita un desafío que para muchos es sólo comparable con los vividos a mediados del siglo pasado, en la Segunda Guerra.

Por ello, en esta propuesta consideramos también la idea de que la pandemia pueda ser interpretada como “sindemia”, tal como propone Merrill Singer.

Él esbozó que este enfoque sindémico revela interacciones biológicas y sociales que son significativas para encarar acciones, distinguiéndola de la definición dada por la OMS, que presenta la pandemia como la propagación mundial de una nueva enfermedad (Redacción Médica, citando al editor de The Lancet).

La primera alude a la eventualidad de que podríamos tener que aprender a vivir con la posibilidad de distintas cepas, mutaciones u olas de este virus. En estos días justamente se aprecia en Europa, Gran Bretaña, por ejemplo, una variante del covid-19.

La segunda, más cercana a la esperanza de las vacunas como solución. En tal situación, numerosos líderes han manifestado la necesidad de lograr el desarrollo entre los ciudadanos de solidaridad y empatía. No menos importante, la capacidad de aumentar la resiliencia y adaptabilidad tanto de las personas como de las organizaciones públicas y privadas.

Los gobiernos enfrentan, en ambos casos, fuertes desafíos y capacidad de asegurar una buena gobernanza. La toma de decisión gubernamental nos pone frente a la gestión de intereses diversos y, por tanto, ante el conflicto. Esto puede implicar una interesante oportunidad de que los actores sociales y políticos generen demandas de colaboración a la comunidad de práctica de mediadores y especialistas en el campo de resolución/gestión/transformación de conflictos.

En reciente artículo publicado -COVID: Pandemia y Academia-, hacíamos mención de que el covid-19 implica, más allá de toda consideración del sufrimiento humano, la posibilidad de recrear un nuevo paradigma centrado en algunas evidencias que ya podemos visualizar: reinvención de los espacios educativos mediatizados por la tecnología, robótica; efectos en las prácticas del mundo del trabajo; redimensionamiento del consumo y sus expectativas; impactos ambientales; y percepción sobre conceptos como vida, muerte, felicidad y seguridad a escala planetaria.

Una muestra de ello es la incidencia en la mediación, que aceleró según sus posibilidades y las de distintos países la puesta en marcha de los medios electrónicos y, por tanto, el acceso a la Justicia por este método.

También, la capacidad ya conocida de los Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos para crear aprendizajes, valores y competencias centrados en la autocomposición, la autogestión y la autorresponsabilidad; instrumentos que en la pandemia/sindemia pueden ser muy útiles ya que nadie puede controlar todo.

Los Estados utilizan muchos recursos para asegurar la vigilancia de protocolos, con algunas percepciones de que roza el avasallamiento de derechos constitucionales (Ruiz, Mesch y Kaufman, 2020).

Un tema aparte está siendo en estos días las negociaciones relativas a los acuerdos para la  provisión de vacunas a los distintos países y los conflictos subyacentes por percepción de margen de seguridad, cantidades, población destinataria. En suma: divergencias.

Asimismo, resulta no menor la transferencia de herramientas al tratamiento del conflicto en la vida cotidiana. Los distintos tipos de aislamiento social plantean la necesidad de atender esa problemática. En tal sentido, un pequeño estudio preliminar que venimos realizando de percepción de conflictos y abordaje de éstos provee datos interesantes. La muestra fue realizada en mayo y junio y en octubre y noviembre del presente año.

Los denominados protocolos burbuja para actividades diversas, incluido el turismo, con los rebrotes tanto en el ámbito internacional como en el local, también plantearán un gran desafío a las conflictividades

La negociación económica internacional más frecuente, referida a la compraventa, también se ha visto influenciada, ya que las operaciones más habituales requieren de la instrumentación de protocolos claros frente al covid-19 para evitar el rechazo de ellos por problemas de seguridad. También el apoyo a los procesos de digitalización y canales de comercialización nuevos o alternativos.

Por su parte, los organismos internacionales también se han visto afectados y en iniciativas como UN 75, se puede leer que el secretario General de la ONU, António Guterres, ha manifestado textualmente que «todo lo que hagamos durante y después de esta crisis debe enfocarse en la construcción de economías y sociedades más equitativas, inclusivas y sostenibles, más resilientes a las pandemias, al cambio climático y a los muchos otros desafíos globales que enfrentamos».

Sin duda que aumentar la capacidad de negociación y de innovación en la comunidad internacional es quizás una prioridad impensada dado el impacto global del virus y la incertidumbre de los efectos en la economía, la salud y demás. Sin alarma, pero con prudencia, planificar acciones para gestionar el riesgo y la crisis implica considerar la dimensión de la escalada de conflictos potenciales en sus distintas etapas de instrumentación.

Finalmente, en este año 2020, bajo el imperio de la rata de metal de la cultura china, que según algunas predicciones -y como nota de color- abre un ciclo de 60 años; con la estrella de Belén brillando como nunca desde hace 800 años; con un virus cuyo origen aún es incierto y con distintas prognosis sobre su evolución y tratamiento, se presenta la posibilidad de repensarnos como ciudadanos del mundo, de la única casa que nos abarca como humanidad, que habitamos sin “plan B”. Levantar las copas en los distintos hogares que han atravesados perdidas y resiliencias nos invita a nuestra comunidad de mediadores y especialistas en gestión, transformación y resolución de conflictos a aportar desde donde podamos para contribuir en este desafío, en esta moderna caja de Pandora en la que la esperanza nos abraza. ¡Salud!


(*) Licenciada en ciencia política, mediadora, docente. Investigadora-UCC

Comentarios 6

  1. Ines says:

    Me gustó tus propuestas de acciones para enfrentar el riesgo. Brindemos por mantener la esperanza.

  2. Laura loza Zapata says:

    Excelente, Ale,y muy atinado y claro…t esperamos p el brindis en casa!!!!

  3. Carlos Ferrer says:

    ¡Excelente querida Alejandra!
    ¡Que el 2021 sea con salud, paz y esa nueva mirada sobre la humanidad y el futuro. Abrazo

  4. Alejandra Ruiz says:

    Gracias querida Débora! Mas que nunca… Salud!

  5. Excelente nota querida Alejandra, felicitaciones y brindo con vos como tantas veces lo hemos hecho: Salud!

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