Denegaron reconocer la existencia de una relación poliamorosa entre hombres

J. inició un proceso de información sumaria para acreditar la convivencia continuada e ininterrumpida desde 1983 con M., fallecido en 2020. Posteriormente comenzó otro, para probar el vínculo de ambos con D., quien murió en julio pasado

“Si bien la suscripta se inclina por el reconocimiento de todas las formas de familia, en la presente causa no se encuentra acreditado, en el grado de convicción suficiente, que estemos ante un vínculo poliamoroso”.

Bajo esa premisa, la magistrada Ana María Carriquiry, titular del Juzgado de Primera Instancia de Personas y Familia de Segunda Nominación de Orán, Salta, desestimó el pedido de reconocimiento de una “trieja”.

El proceso comenzó cuando J. inició proceso de información sumaria para acreditar la convivencia continuada e ininterrumpida desde 1983 con M., quien falleció en 2020.

La jueza hizo lugar a ese planteo, pero luego J. inició una nueva causa para probar la unión de hecho de ambos con D., quien murió en julio pasado, con el fin de cobrar las pensiones que dejaron ambos.

Según consta en el expediente, J. y M. empezaron a cohabitar en 1983 y en 2005 decidieron incorporar a D., formando una unión poliamorosa.

En su escrito, el peticionante sostuvo que durante 15 años los tres mantuvieron una “relación honesta, de respeto mutuo y comunicación” y que “era conocida en el ámbito íntimo y ampliado, en lo social, en lo familiar y en el trabajo”.

Cuando D. falleció en julio del año pasado, J. inició los trámites para acceder a la pensión. Planteó la inconstitucionalidad del artículo 509 del Código Civil relativo al “número cerrado de dos convivientes”.

En su decisorio, la magistrada reseñó que el “poliamor” es un neologismo que alude al supuesto en el cual más de dos personas mantienen relaciones amorosas y/o sexuales de manera simultánea.

“El modelo poliamoroso cuestiona el amor monógamo y lo que resulta de la exclusividad vincular: celos, posesión, traiciones, infidelidades y, sobre todo, el imperativo religioso de que el amor debe ser 'para toda la vida'. Para el poliamor los vínculos son flexibles y el único regente de los mismos es el deseo de estar con otros. La libertad que deviene en sentimiento de bienestar, despojadas de las reglas del control y exigencia”, escribió en su fallo.

Citó asimismo un precedente de Colombia, en el cual la Justicia falló a favor de una unión poliamorosa, reconociendo el derecho de los dos hombres a cobrar por partes iguales la pensión de su tercera pareja.

Dictamen

A su turno, la fiscal Civil, Comercial y del Trabajo, Marcela Fernández, emitió un dictamen negativo. Valoró que los testigos no expresaron con claridad la convivencia de las tres personas y mostró que incurrieron en contradicciones.

Sobre el informe ambiental, indicó que si bien los vecinos reconocieron el vínculo, estimó que no especificaron un tiempo certero y arguyó que los hechos analizados eran, en lo sustancial, “una declaración unilateral del propio interesado”.

Además, la agente señaló que, como todo proceso voluntario, al no contar con la control de parte contraria, la ponderación del valor probatorio debe ser más rigurosa y concluyó que de la prueba colectada no surgía el vínculo entre J. y D.; es decir, el último fallecido.

Caso colombiano

El caso colombiano que citó la magistrada de Orán involucró a Alejandro Rodríguez, Manuel Bermúdez y Álex Zabala Luján, quienes vivieron una década hasta la muerte del último a causa de una enfermedad terminal.

La justicia colombiana falló a favor de la unión poliamorosa en 2017, reconociendo el derecho de Rodríguez y Bermúdez a cobrar por partes iguales la pensión de Zabala Luján.

La sentencia estableció que la unión entre los tres hombres fue una relación poliamorosa que tuvo por acreditados los componentes de permanencia y comunidad y supuso el acoplamiento de una “identidad como familia” que se sustenta en la búsqueda común de los medios de subsistencia, en la compañía mutua, en el apoyo moral y en la realización de un proyecto compartido que redunda en el bienestar de cada uno de los integrantes de la relación y en el logro de su felicidad.

En suma, el Poder Judicial colombiano estableció que la “trieja” es una modalidad de familia constitucionalmente protegida, titular de las prerrogativas, derechos y deberes que la Carta Magna y la ley le reconocen en tanto núcleo fundamental de la sociedad.