Confirman que no hubo mala praxis en una intervención quirúrgica para un lifting

El tribunal sostuvo que fue acreditado que la cicatriz que le quedó a la demandante en una mejilla era parte del riesgo del procedimiento, que le fue oportunamente informado

Al advertir de que si bien fue cierto que luego de la realización de una cirugía estética (un lifting clásico más una blefaroplastia) en la cara y el cuello de la actora, ésta sufrió inconvenientes que obligaron a una segunda intervención, en la cual se le extrajo un cuerpo extraño (una malla quirúrgica), lo que le dejó como secuela una cicatriz en el rostro, la Cámara 8ª Civil y Comercial de Córdoba confirmó el rechazo de la demanda por mala praxis que interpuso la paciente, al observar que, conforme el peritaje elaborado por el Copramesab (Comité Consultivo y Operativo en Prácticas Médicas y sanitarias en Bioética), dejar este tipo de material es correcto en algunas circunstancias y ello no constituyó un olvido de la médica demandada.

El tribunal integrado por los vocales Gabriela Lorena Eslava y Hector Hugo Liendo analizó que no estaba en discusión que el 28/8/2012 la profesional a cargo de la operación realizó ésta y que al día siguiente dio de alta a la accionante.

Interconsulta

La cámara tampoco encontró controvertido que el 1/9/2012 la médica drenó líquido seroso transparente de la mejilla derecha de la accionante, lo que repitió dos días después, y que el 4/9/2012 la profesional sospechó de la existencia de fístula salival, para lo cual requirió de una interconsulta con un servicio de otorrinolaringología, en el que se confirmó ese diagnóstico.

Esta novedad obligó a una nueva intervención de la paciente, practicada el 2/10/2012.

En este orden, la alzada sostuvo que correspondía evaluar los peritajes médicos oficiales de médicos especialistas en Medicina Legal, Medicina Laboral, Medicina de Emergencias, Cirugía General y Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, en los cuales se aprecia el estado actual de la paciente accionante, producto de ambas cirugías, pero nada dicen sobre el accionar de la galena demandada.

Según el fallo, dichos peritajes “no logran arrojar luz sobre el tópico medular a dilucidar en la causa, esto es la diligencia -o, en su caso, impericia- en el arte de curar que habría tenido” la demandada al practicar la cirugía de lifting y blefaroplastia a la accionante.

Por lo tanto, el tribunal consideró que resultaba dirimente acudir al informe del Copramesab, en el que los peritos respondieron que el diagnóstico de fístula salival fue el correcto, por una acumulación subcutánea de saliva extravasada. En cuanto al cuerpo extraño encontrado en la cirugía y si éste podía responder a elementos de sutura y fijación utilizados en la cirugía, afirmaron que en algunas intervenciones quirúrgicas es correcto dejar este tipo de material, lo que no constituye un olvido.

Expertos

En cuanto a que la lesión en la glándula parótida fue consecuencia de la operación, los expertos sostuvieron que era posible que fuera una consecuencia de la cirugía practicada y agregaron que los traumatismos posquirúrgicos por lifting en las glándulas salivales son poco frecuentes, y añadieron que, como consecuencia del traumatismo parotídeo, puede dañarse el parénquima glandular, el nervio facial o el conducto excretor y aparecer fístulas salivales y sialoceles después de tratamiento de lesiones de las glándulas salivales, como una complicación de, por ejemplo, parotidectomía parcial.

En tal sentido, concluyeron que también se han documentado fístulas salivales de origen parotídeo después de un lifting facial, aun tras “una buena técnica quirúrgica y destreza”.

Ante ello, el tribunal evaluó que no se vislumbra una impericia o accionar negligente o imprudente de la médica demandada relativo a la cirugía en cuestión.

Relevancia

Por otro lado, los jueces indicaron que en estos casos cobra relevancia el deber de información que pesa sobre los médicos y entes asistenciales para con sus pacientes. En tal sentido, apuntaron que en el expediente obran glosados dos consentimientos informados suscriptos por la profesional y la paciente, en los que ésta reconoce que la intervención le fue explicada, entendiendo “la naturaleza y consecuencias de dicha intervención, y estoy en conocimiento de cada uno de los eventuales riesgos que pudiesen sobrevenir con motivo del tratamiento y/o intervención mencionados. Se me ha dado la oportunidad de hacer preguntas y todas ellas me han sido contestadas satisfactoriamente”. Añadió que, con posterioridad, “se le indican expresamente las complicaciones de las cirugías estéticas, los seromas, tejido cicatrizal anormal y fístulas”.

En consecuencia, en el fallo se resolvió que, teniendo en cuenta lo expuesto, sumado a que no se ha acreditado tampoco en autos que no se hubiera logrado el objetivo deseado por la actora en relación con la práctica quirúrgica que se le realizó (salvo por la cicatriz, la cual estaba debidamente informada en el consentimiento suscripto), se advirtió de que no ha sido debidamente acreditada la imprudencia de la médica en el acto médico, por lo que se confirmó el rechazo de la demanda.