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«Fuga de capitales y deuda externa son dos caras de una misma moneda»

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El endeudamiento externo del país, que creció de manera persistente durante la última dictadura militar y la década del 90, desapareció en buena medida del debate público nacional, tras ocupar un lugar importante durante 2001 y 2002. El ex diputado nacional Mario Cafiero, integrante del Foro Argentino contra la Deuda Externa, disertó ayer en Córdoba sobre el tema. En diálogo con Comercio y Justicia consideró que el peso de la deuda es una de las razones del aumento de la presión fiscal y de las dificultades financieras actuales de las provincias. También señaló que la fuga de capitales, que se profundizó en el país durante los últimos dos años, “es otra cara de la misma moneda”.

– ¿Cuál es el peso económico de la deuda externa en nuestro país?
– Si tenemos en cuenta que desde 2001 aumentó 10% la presión fiscal, que Argentina prácticamente no pudo acceder a los mercados de crédito y por lo tanto tiene que pagar de su propio bolsillo toda la cuestión financiera, y que este año tenemos que pagar 35.000 millones de dólares -entre capital e intereses-, advertimos el peso que aún tiene la deuda desde el punto de vista económico. Hay que recordar que estamos ante un cuadro fiscal en el que las provincias están teniendo enormes problemas hasta para poder pagar los sueldos. Eso ocurre por una distorsión en la coparticipación de los impuestos, porque la Nación se apropia de más recursos para poder pagar la deuda nacional.

– ¿Y por qué desde el punto de vista político parece haber perdido la importancia que tenía en 2001 o 2002?
– Hubo un enorme trabajo de ocultamiento y simplificación del problema de la deuda. Sobre todo desde el momento en que Néstor Kirchner tomó el tema y dijo que iba a hacer una quita y reducir el problema, cuando pagó de contado al Fondo Monetario, cuando sacó pecho y dijo que iba a dejar los bonistas afuera del canje. Todo esto construyó un discurso que pareció conformar a la opinión pública. Pero hoy, más allá de que quiera ocultarse, aparece como un grave problema nacional y provincial.

– Luego de que el país continuó pagando, ¿aún es posible aplicar la doctrina de la deuda odiosa?

– El país ha seguido pagando, es cierto, pero nadie puede reconocer un ilícito o un hecho ilegítimo. Por más que alguien quiera dar por buena una deuda, ésta puede discutirse si quien debe pagarla no la contrajo y no se benefició con ella. Eso es, en líneas generales, lo que postula esta doctrina. En el caso argentino, la historia de la deuda es la historia de una deuda odiosa. La realidad es que el país antes del golpe cívico, militar y financiero de 1976 no tenía prácticamente endeudamiento externo y que, finalizada esa dictadura, el endeudamiento era pavoroso. Podemos ver hasta qué punto está vigente la discusión cuando advertimos que uno de los temas que se está debatiendo es la deuda con el Club de París. Bien,?una gran parte de ella es una deuda odiosa, contraída durante la dictadura militar.

– La fuga de capitales que se está dando, ¿qué vinculación tiene con el problema de la deuda?
– Son dos caras de la misma moneda. Hay que ver la deuda como un sistema de movimientos de capitales, donde por un lado se endeuda a los países y por otro lado se permite la libre movilidad de capitales, de tal manera que como resultado se terminan fugando capitales, porque no se puede competir contra una moneda fuerte. Fug

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