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En Córdoba fue masiva la movilización del 8N

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Entre los manifestantes predominaron comerciantes, profesionales, empleados públicos, docentes, cuentapropistas y pequeños empresarios.

La movilización del 8N en Córdoba estuvo a la altura de las expectativas, tanto de quienes la convocaban como de quienes no adherían. Se suponía que sería multitudinaria -y lo fue-; que superaría la convocatoria anterior; que las consignas no serían tan belicosas como el pasado 13 de septiembre –y, salvo excepciones, así fue-, que no abundarían familias de sectores populares sino más bien de clase media o media alta, con sus propias liturgias y costumbres de manifestación -y eso ocurrió-; y se esperaba que no asistieran representantes de fuerzas opositoras al oficialismo, que se autoexcluyeron de la movilización -tal cual sucedió, salvo excepciones-. En suma, la marcha cumplió con lo esperado, pero tampoco se salió de los moldes esperados.

Poco antes de las 19 comenzaron a montarse los primeros carteles en la explanada del Patio Olmos, de algunos grupos organizados que proclamaban el “no pago de la deuda externa” y el retorno de la Fragata Libertad a Argentina. Mientras tanto, los espacios públicos que circundan la esquina de boulevard San Juan y avenida Vélez Sarfield comenzaron a llenarse de gente, así como los bares, llenos de personas con bolsas en las que transportaban las cacerolas. Muchas merodeaban por la zona, como esperando el momento del inicio, síntoma de la falta de encuadramiento en algún espacio político de buena parte de los manifestantes, pero también –y quizás por lo mismo- de su poca experiencia en movilizaciones.

La primera nota de color, poco después de las 19, la dieron unos sesenta jinetes –en verdad, hombres, niños y mujeres- que llegaron a caballo. Pertenecían a una agrupación tradicionalista de Jesús María. También empezó a montarse el folklore de toda manifestación: los choripaneros, los vendedores ambulantes de gaseosas y bocinas –que deben haber hecho la diferencia- y hasta los artesanos.

Poco después de las 19,45 los manifestantes cortaron Vélez Sarfield y comenzaron a bajar personas por esa arteria –desde General Paz- y por ambos lados de boulevard San Juan. En el pico, la convocatoria habrá rondado treinta mil personas. Fue muy nutrida pero poco extensa en superficie cuando el público se fue aglutinando frente al Patio Olmos.

Manifestantes atípicos

Los manifestantes no se circunscribieron a un grupo etario. Hubo jóvenes –estudiantes secundarios y universitarios, éstos, de los que suelen abundar en Nueva Córdoba-, muchas familias con niños, parejas adultas y mucha participación de adultos mayores, jubilados o cerca de estarlo.

Se advertía una manifestación de personas con poca práctica de volcarse a las calles, muy tranquila, sin muchos cantos colectivos aunque sí mucho barullo individual de cacerolas, bocinas, aplausos.

También era evidente la falta de liturgia común a las manifestaciones colectivas: bombos, redoblantes, tambores, bombas de estruendo no estuvieron dentro del repertorio. Los carteles, en su gran mayoría, daban el aspecto de haber sido confeccionados por las propias familias, había pocos carteles estandarizados –aunque también estaban presentes-.

Esta caracterización no resulta menor, pues tipifica el público convocado -al menos por ahora- por estos cacerolazos. “No creo que estén presentes los sectores populares en el cacerolazo, lo cual no significa que no pueda ser masiva pues la clase media es grande. Pero es una demanda y una movilización típica de clase media”, evaluó el miércoles en Comercio y Justicia el decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), Alejandro Groppo.

En línea con la correcta apreciación de Groppo, predominaban comerciantes, profesionales, empleados públicos, docentes, cuentapropistas y pequeños empresarios. No se advertía un manifestante de sectores populares, al estilo de los que suelen estar presentes en otro tipo de movilizaciones –desde las sindicales hasta las oficialistas, por nombras sólo algunas-.

Consignas atenuadas

“Los que exageraban la provocación le hacían el juego al Gobierno, entonces todos van a hacer una protesta más lógica”, había anticipado esta semana en Córdoba el dirigente y analista político Julio Bárbaro. Y efectivamente, al menos en Córdoba, ocurrió así. Hubo algunas destempladas, pero fueron las menos.

Predominaban las consignas que endilgaban al oficialismo “corrupción”, “opresión”, “apriete a los jueces” “patoterismo”, “falta de libertades”, “falta de respeto a la Constitución” e “intolerancia con el que piensa distinto”. También estaba muy presente una negativa a una reforma de la Constitución.

De todas maneras, las consignas siguieron en un plano poco concreto, donde es difícil conocer de qué manera -que es donde se juega en definitiva la política, pues en los postulados generales es difícil no estar de acuerdo- concretarlas. En ese sentido, esta marcha supuso más bien la unificación de distintos malestares de quienes se oponen al Gobierno nacional. Los motivos no parecieron vincularse con un malestar material sino con críticas de orden político–cultural al oficialismo.

Aunque muy diseminadas, otra buena parte de las consignas aludieron a críticas puntuales a éste: “las mentiras del Indec”, “los oligarcas de La Cámpora”, “contra la cadena nacional”, “por libertad de expresión” –reclamo poco presente-, “por el 82% móvil a los jubilados”, “no al cepo cambiario” –escasamente presente- “no a las restricciones a las importaciones” –también poco difundida-, y “por la dignidad de los gendarmes”, entre otras. Algunas aludieron también a la oposición, pidiendo “consenso ya”.

Deseos

Al menos para Comercio y Justicia, los manifestantes no se mostraron reacios al contacto con la prensa. Por el contrario, estaban deseosos de expresar sus razones y sus opiniones. En ese sentido, se advertía cierta evidente necesidad de expresar las diferencias con respecto a las políticas del Gobierno nacional.

Un taxista de unos 45 años, que estaba con su esposa, explicó que era la segunda vez que participaba de una movilización –la otra fue el 13 de septiembre, y recordaba no haber salido en las marchas de 2001-, y decía hacerlo “en defensa de la democracia y de la república” y por la “excesiva carga impositiva”. “Lo que veo en esta marcha es mucha gente que, después de trabajar todo un día agobiante, vino a decir ‘basta”.

“Somos los tilingos de D’elia”, se reía otro manifestante, de poco más de 40 años, profesional de la medicina. “Estamos cansados de que sean patoteros con los que pensamos distinto”, dijo.

“Yo soy jubilado pero tengo que seguir trabajando porque no me alcanza con la miseria que me pagan. ¿Te parece que no es una buena razón para estar acá?”, preguntaba un hombre de más de 70 años, quien había ido con su mujer y otra pareja amiga.

Comentarios 1

  1. Alfredo says:

    Podrían haber hecho un poco más neutral a la nota, no? Son al vicio las aclaraciones escritas por ustedes. Por favor, limitarse solo a contar los hechos. Es una pena, CyJ es una muy buena fuente de informacion, por favor no la echen a perder.

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