COLUMNA DE AMJA
Por Noelia Azcona*
Resulta interesante ver el fenómeno de la violencia contra las mujeres en otros países. Ante las alarmantes tasas de femicidios desde la década del 90 en el viejo continente, España fue uno de los pioneros en el tratamiento. El cruel asesinato de Ana Orantes en 1997 puso el tema en primer plano del debate social español, donde hasta ese momento se hablaba sólo de “malos tratos domésticos”.
Lo cultural siguió a las cifras, como el emblemático “Malo” de Bebe que llegó más rápido que el fenómeno a América Latina. En la actualidad, la cantidad de femicidios en España parece haber descendido. Seguramente ayudaron acciones concretas en el marco de la concientización sobre la problemática y el lugar de la mujer en la sociedad y en la familia.
Así, es atractivo difundir el análisis que hace una economista española llamada Laura Sagnier, quien se auto proclama “Activista Pro-Equidad”. Muestra de forma pragmática cómo aspirar a una igualdad de género real. Los conceptos de mayor consenso para dar cuenta de forma gráfica a las barreras invisibles con las que lidiamos las mujeres son: “techo de cristal” (dentro de las organizaciones: dificultad en el acceso a ciertos cargos); y “suelo pegajoso” (tareas de cuidado que tradicionalmente son femeninas e implican un límite para salir de lo doméstico y dedicar tiempo a lo profesional).
Sagnier llevó a cabo una investigación centrada en analizar cómo se reparten las tareas domésticas en 9336 hogares españoles que accedieron a responder al cuestionario. El grupo social a investigar debió cumplir con ciertos requisitos: ser parejas dispuestas a participar en el trabajo de campo, estar conformadas por mujer y hombre convivientes, ambos activos laboralmente y con hijos a cargo.
Los resultados indicaron que las mujeres soportan el 67% de las tareas domésticas. Esto es, en las parejas en que ellas tienen trabajo remunerado, sobre la mujer recae más del doble de las tareas de la casa que sobre su compañero. Además, las parejas que se consideran equilibradas en el reparto de tareas no llegan ni a la mitad (sólo el 45%). Agrega que “la situación es incomprensible si consideramos que en el 72% de las parejas encuestadas, las mujeres están aportando a los gastos comunes y de la casa el mismo dinero o más que el hombre con el que viven” (https://laurasagnier.com).
Ante los números, Sagnier acuña un nuevo concepto: “losa de hormigón” pues hay otro tipo de barrera a superar: ya no hacia afuera sino dentro del hogar. El peso extremo da casi nulas posibilidades de movimiento por parte de las mujeres: el peso de tantas obligaciones juntas (más la carga mental de todas ellas), y la vía para sacarlo de allí es dinamitándolo. Son muchas generaciones previas con reparto de tareas de modo no equilibrado, cambiar eso conlleva un trabajo de impacto o –como mínimo- un replanteo serio.
Así “la carga tiene por costumbre empeorar con el paso del tiempo no solo porque se va volviendo cada vez más pesada, sino también porque la mujer que la soporta va perdiendo capacidad de aguante. Esta losa termina erosionando tanto la salud física como la emocional de muchas mujeres”.
La igualdad de género en el ámbito privado es la base para lograr la igualdad de oportunidades en el ámbito profesional. Algo –que puede parecer tan simple- como el desequilibrado reparto de las tareas no remuneradas dentro del hogar, puede quitar libertad en otros espacios ya no familiares sino individuales. Esto puede exceder lo laboral y afectar los espacios sociales de la mujer.
Así las cosas, parece que si las parejas no son corresponsables en las tareas del hogar, lograr la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en el ámbito profesional –y también social- se convierte en una utopía.
Para dinamitar la “losa de hormigón” la base está en la educación, pero también en el diálogo (difícil pero prometedor) de cada pareja. Plantearse cambiar las cargas no es simple, incluso para contextos familiares saludables.
La buena noticia es que, en la visión de Sagnier, a medida que se vaya consiguiendo dinamitar la “losa de hormigón”, también irá desapareciendo el “techo de cristal”.
*Jueza de Niñez, Adolescencia, Violencia Familiar y de Género y Penal Juvenil de Bell Ville.