Mucho se ha escrito estos últimos años en relación con los emprendedores, pero poco se ha hecho para alentar su actividad y apoyar su desarrollo. Nuestro país está plagado de ejemplos de personas que detrás de una idea y con mucha voluntad, todos los días se levantan a trabajar sin un sueldo fijo y con muchísimas obligaciones que deberá afrontar con el fruto de su esfuerzo. En muchos casos son también empleadores, dadores de trabajo.
De ellos el Estado sólo se ha acordado cuando hay que cobrarles impuestos. Sufren una presión impositiva que los ahoga y no tienen casi ninguna protección social (previsional, de salud o de riesgos del trabajo). A pesar de ello, no cejan en su empeño de llevar adelante su emprendimiento. Si Argentina necesita empresas, hay que fomentar a aquellos que son su semilla. Si Argentina necesita agregar valor, hay que pensar en estos emprendedores. No pretenden grandes apoyos pero desean que les saquen un poco de presión y poder liberar su fuerza creadora.
No tiene casi costo fiscal mejorarles un poco su situación y sí muchos beneficios, porque podremos generar empresas sustentables y con futuro.
Voy a creer que soplan nuevos vientos en la Argentina cuando los que gobiernan se acuerden de estos ciudadanos casi anónimos que día a día aportan al país.
* Contador público, docente universitario y periodista económico