Más de 50 restaurantes del Gran Córdoba han sido perjudicados por la norma. Junto a la crisis que matiza el panorama, sus ventas han caído hasta 66% en los últimos meses. Empresarios piden que no se castigue al consumidor responsable.
Por Laura Pantoja – [email protected]
Sobre llovido mojado. A la coyuntura económica que impide a las familias salir a cenar con la misma frecuencia de antes, se le suma la ley de “Alcoholemia Cero” que prohíbe circular por rutas y caminos rurales a conductores que hayan bebido alcohol.
Los más afectados ante esta situación son los restaurantes del Gran Córdoba, principalmente aquellos cuya principal clientela son los comensales cordobeses. Según un sondeo realizado por Comercio y Justicia, desde la implementación de la “ley seca” en marzo pasado, sus ventas han bajado de 30% a 66%.
Empresarios del sector calculan que son más de 50 los centros gastronómicos concurridos por habitantes de la ciudad de Córdoba en un radio de 50 a 100 kilómetros, ubicados en localidades como por ejemplo Jesús María, Colonia Caroya, Alta Gracia, Carlos Paz y Falda del Carmen.
“Las ventas han caído, la situación de los empresarios gastronómicos de la zona es preocupante, al igual que de las bodegas que junto a ellos hacen degustaciones y promociones”, aseguró Fernando Faraco, presidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Córdoba.
En Jesús María el impacto es mayor, según Faraco, porque 80% de la clientela proviene de Córdoba. “Si bien cuenta con atractivos turísticos estacionales como el Festival de la Doma, durante el año la afluencia no es interna”, apuntó. Recordó, no obstante, que dentro de la ciudad el límite para el consumo de alcohol es 0,4.
Así lo confirma Juan José Garrido, dueño de la parrilla Don Aristóbulo Jesús María, quien precisó que sus ventas han caído 40%.
“La situación es crítica para el que quiere salir a comer a estos lugares porque la carne aumento 100% el año pasado y porque asustan las multas para quienes cometen infracción a la tolerancia cero”, añadió Garrido.
“El cliente nuestro tiene que justificar un viaje de cien kilómetros, antes venía con la familia y además de recibir buena atención, podía degustar los platos con una copa de vino; ahora, si viene, tiene que pensar en que no puede poner vinagre de más a la ensalada o que tiene que acompañar una parrillada con agua y prefiere no salir”, ejemplifica el dueño del restaurante con lugar para 70 cubiertos.
Alta Gracia y Carlos Paz también se ven influenciadas aunque en menor medida, porque cuentan con movimientos turísticos propios que apalancan el consumo. “Alta Gracia es un polo golfista y un centro de turismo histórico en sí mismo, no obstante recibe comensales de Córdoba. Allí el consumo en los restaurantes ha mermado 30%”, estimó Faraco.
Falda del Carmen es otra de las latitudes más perjudicadas, allí se encuentra Gran Vadori, una posta serrana que amalgama el sabor criollo con el estilo gourmet. Es el restaurante más grande de la zona con capacidad para 150 cubiertos; desde que rige la ley seca su concurrencia ha bajado 70% y sus ventas 66%, según confirmó el dueño, Guillermo Omega.
Como consecuencia ha debido prescindir de tres fuentes de trabajo, lo que probablemente pueda duplicarse en los próximos meses, de tomar la decisión – que aún analiza- de cerrar los viernes y sábados a la noche. Esta situación se replica en los restaurantes de gran envergadura, según confió Omega.
Otro punto negativo para los restó con una variada carta de vinos como éste, es que, a partir de la baja del consumo de vino, -un producto con alto componente de utilidad capaz de subsidiar los costos de un plato caro- debieron aumentar otros precios para compensar.
“Éramos uno de los únicos en no cobrar cubiertos y ahora tuvimos que agregar ese concepto para solventar la pérdida y no trasladar la suba a los platos”, añadió Omega.
“Tolerancia cero para el alcoholizado, pero no alcoholemia cero para el responsable”
– “Todos estamos a favor de que nadie salga alcoholizado y maneje un vehículo pero no queremos que se castigue al responsable. Mi cliente es la pareja que sale un sábado a la noche y quiere pasar un buen momento, tomar entre los dos una botella de 3/4 e irse a dormir a la una. Estamos seguros de que no son un peligro para la sociedad. Estoy de acuerdo con la tolerancia cero para quien está alcoholizado, pero no alcoholemia cero para quien es responsable”, dijo Guillermo Omega, dueño de Gran Vadori, quien resumió la opinión del sector que reivindica el límite dispuesto en la norma anterior, 0.4.
– La situación atenta contra el turismo y contra los negocios que derivan de la gastronomía. “El turismo no se afianza si no hay buena gastronomía”, añadió.