ESCUCHARActualmente es indispensable insistir en la perentoria necesidad, refuerzo y extensión de una mejor formación en todos los niveles, como resorte básico para promover el mayor progreso y prosperidad del país.
Argentina registra una honrosa tradición en el área educativa que tiene como símbolo la gestión sarmientina y la significativa consigna que alentaba “educar al soberano”, que data del siglo XIX. Actualmente se hecho obligatorio cursar íntegramente los ciclos primario y secundario, pero ello no se cumple en la medida indispensable pues existe un alto nivel de desgranamiento y abandono prematuro que conspira contra la calidad y amplitud con que se presta tan vital servicio.
No sólo eso. Los estudios más especializados han llegado a la conclusión de que los niños que comienzan concurriendo a los denominados “jardines de infantes” desde los 3 años logran acceder posteriormente a calificaciones notoriamente más elevadas en los dos primeros ciclos. La más reciente es la evaluación internacional basada en 10 países, entre los cuales está incluido el nuestro, identificada como “prueba Pisa”, que ratifica el acerto de que los niños en tales condiciones obtienen calificaciones 10% superiores a los que no lo han hecho.
Los analistas no se han mostrado sorprendidos y más bien ratifican su convicción reconociendo que “Argentina tiene una muy buena tradición de nivel inicial”, y resaltan que superan con cierta holgura los resultados que se verificaron en todo el resto del área latinoamericana. No obstante, hay mucho por hacer todavía, dado que aún hay 560 mil chicos que permanecen ajenos a esa instancia, lo cual sigue siendo un “oscuro lunar” que todos enfatizan sobre su enorme gravitación subsiguiente.
Es cierto que para las salas de 5 años se ha logrado captar 95,7% del colectivo potencial; mientras en los jardines de 3 y 4 años, baja a 36,5% y 76,5%, respectivamente. Es obvio que pese a que en 2012, mediante la resolución Nº 188 del Consejo Federal de Educación, se dieron las pautas para propender a la universalización de la asistencia a la sala de 4 años, no se ha avanzado todo lo que era de desear.
La realidad en cifras
En primer lugar cabe advertir de que, al desagregarlas, se verifican diferencias notables entre las diversas jurisdicciones locales, según los últimos datos oficiales emanados del Ministerio de Educación de la Nación. Quizá la más sorprendente sea que la provincia de Santa Cruz cubre 100% de los niños que deben asistir al jardín de 4, seguida por Córdoba que se acerca bastante a lo óptimo, con 97,5%; en el otro extremo se ubica Salta: una proporción nada tranquilizadora (36,1%), cerrando el cuadro desagregado que incluye las 24 jurisdicciones. En los últimos puestos inmediatos precedentes se alinean Tucumán (41%), Misiones (41,1%) y La Pampa (41,2%).
En los tramos considerados intermedios también surgen algunas sorpresas que no son sencillas de explicar, pues La Rioja (92,1%) logra preceder a Buenos Aires (91,2%) y Capital Federal aparece rezagada a un modesto octavo lugar, con un imprevisible cuan preocupante 80%. Semejantes reflexiones merece la provincia de Santa Fé, tercera detrás de Córdoba en función de su población, pero en esta faceta registra un pálido 79,6%. Tampoco dejan de llamar la atención marcas como las Mendoza (65,1%) y Entre Ríos (66,2%). En consecuencia, la idea general de atender plenamente a todos los niños requerirá una intensa y muy responsable gestión al efecto.
A su vez, en las proporciones relativas a los jardines de 3 años, sobre los cuales no se adoptó ninguna medida especial para incentivarlos, el referido escalonamiento difiere sustancialmente. La mejor performance corresponde a la provincia de Buenos Aires (67,3%), seguida por la Capital Federal con 60,8%; mientras que, carente de toda acción promotora, Santa Fé se ha colocado quinta, con 29,6%, y Santa Cruz desciende a un desteñido octavo puesto.
De la comparación entre los dos cursos de jardines (de 3 y 4 años) parece surgir que se han encarado tratamientos disímiles y poco lógicos, traduciéndose en situaciones bien diversas en desmedro del correspondiente al nivel inferior. En consecuencia, es relativamente mediocre su difusión y exhibe una media de asistencia muy mezquina: sólo 22,5%. Bastante peor es la realidad de la provincia de Córdoba, donde concurre apenas 15,1% del colectivo de 3 años, siendo una verdadera sorpresa que cierre el respectivo cuadro estadístico Mendoza, al quedar en el último escalón pues tiene un inexplicable pobre indicador de 3,3%; o sea, revelando que esa asistencia ha sido casi nula.
Evaluación de la realidad actual
Los técnicos especializados de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pese a todo, se muestran bastante satisfechos y prefieren resaltar que “…en los últimos años creció mucho el nivel inicial”, aunque advierten de que “…falta redoblar el esfuerzo y abordar las profundas desigualdades ente las provincias”. Al pasar revista específicamente a esa situación en el caso de nuestro país, pusieron “el dedo en la llaga” al subrayar que “el acceso a la educación infantil depende mucho del origen socioeconómico de la familia”.
Una revisión algo más en detalle comprueba que la asistencia es superior en los establecimientos privados aunque ello luego se revierte. Tal circunstancia implica un comienzo que automáticamente discrimina a los niños que provienen de hogares con menor disponibilidad de recursos, penosa realidad que no se ha hecho mucho por superar.
El Ministerio de Desarrollo Social, asesorado por Unicef, ha evaluado que 32% del total de la franja compuesta por todos los niños de hasta 4 años inclusive con domicilio permanente en nuestro país es enviado a los jardines de infantes y es muy evidente que coincide con los grupos familiares de mayor nivel socioeconómico. Es sintomático que en el período 2003/12 éstos acudieron a ámbitos administrados por el sector privado y aún persiste actualmente, dado que el ritmo de matriculación continúa más activo.
Características de la prestación
Según el Anuario del Banco Mundial, la atención del sector público en cuanto a las erogaciones destinadas al ciclo primario representaban en el año 2010 18,2% del total del rubro; en el secundario llegaban a 20,3%; y para el terciario insumían 14,2%; mientras en la preprimaria apenas llegaba a 10,6% A su vez, el Proyecto de Presupuesto nacional para el año 2015 ha asignado a educación un total de $60.696 millones, cifra que supera en 33% los $45.636.del ejercicio en curso.
Los servicios que integran la prestación concentrados en la formación de los dos niveles citados en primer término cubren a los integrantes del segmento que va desde 5 a 17 años de edad, siendo el ciclo medio el que recibe la mayor proporción equivalente a 40,6% del total general; mientras el primario recibe 30,5% de éste y el terciario, 20,4%, quedando relegado a 8,5% el preprimario. Obviamente, los padres pueden optar por enviar a sus hijos a establecimientos privados, públicos (en este caso de las jurisdicciones nacional, provincial y/o municipal) e incluso a ámbitos de mucho menor aceptabilidad dependientes de organizaciones comunitarias diferenciales.
Debe tenerse muy en cuenta que en 12,3% de ese amplio espectro, debido a su menor condición e ingresos familiares y que además trabajan, se localiza la máxima tasa de desgranamiento y abandono prematuro. Lo lamentable es que la calidad difiere sustancialmente y se convierte en un factor de discriminación automático que tiende a volver permanente la estratificación social.
Según las previsiones ínsitas en los tres últimos presupuestos, el gasto total en el rubro educación se ha pretendido llegue a 6%, pero las respectivas ejecuciones han quedado ligeramente por debajo. Debe advertirse como una grave falencia la gran escasez de instrumental adecuado, debido a que 93,3% del gasto corriente está afectado a atender el pago del personal de tales establecimientos, restando apenas 5% para inversiones y 1,7% para adquirir elementos o gastos de funcionamiento.
No obstante, se trata de los salarios más elevados de América Latina, que pierden parte de su eficacia potencial por el pobrísimo equipamiento de que se dispone.
Las decisiones y posibilidades jurisdiccionales también gravitan significativamente. En ese aspecto, las remuneraciones docentes de Tierra del Fuego, las superiores en el territorio nacional, son comparables a las que rigen en los países más avanzados pero, en promedio, doblan las de algunas provincias como Catamarca o Santiago del Estero. Otro factor diferencial es que en Argentina el número de docentes es notoriamente superior a los que prestan el servicios en Brasil, Chile o Colombia donde, por ejemplo, no hay personal especial afectado a apoyar o reforzar la gestión que desempeña el maestro o profesor de carácter ordinario al frente de cada curso.
En Brasil el rubro remuneraciones absorbe 71,6% y en España 80%, pero en Ecuador trepa a 94% y en México esa relación es de 89%. Un caso singular es el de Cuba, donde no hay deserciones de ningún tipo pero allí el citado rubro salarial exhibe el índice mas bajo de América Latina. La retribución a sus profesores del ciclo medio es apenas de 38,3% respecto de los $13.000 que se abonan mensualmente por esa tarea aquí; pero esta asignación cubre sólo 32,8% de la que se reconoce inicialmente a un docente español de semejante nivel.
También en ese país caribeño el ciclo terciario absorbe su mayor proporción de recursos: 35,7% del total general; mientras nuestro país, junto con Brasil y México, son los más rezagados en ese aspecto.
Los indicadores expuestos revelan que la realidad de Argentina no es muy virtuosa y debería ser objeto de una profunda racionalización que apunte a lograr no sólo máxima eficiencia sino una universalización total de los ciclos preprimario, primario y secundario.
