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Stephan Lessenich: “Auguro para las próximas dos décadas un capitalismo global más violento”

STEPHAN LESSENICH. El sociólogo e intelectual alemán, director de la Escuela de Frankfurt, está en Córdoba.
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El director de la Escuela de Frankfurt, cuyos impulsores fueron los destacados intelectuales Horkheimer, Adorno y Habermas, está en Córdoba. El sociólogo alemán -observador, estudioso y crítico agudo- analizó las actuales relaciones de poder en el mundo, dio su visión sobre Venezuela, Argentina, la extrema derecha y lo que depara la puja por los recursos naturales

¿Se derrumbará el capitalismo o cómo mutará? ¿Quién tiene hoy el poder para imponer sus intenciones a otros? ¿Sigue siendo relevante la división entre derecha e izquierda en este siglo? ¿Qué consecuencias sociales y ambientales podría tener el capitalismo actual?

A estos y más interrogantes respondió, desde el corazón de barrio Güemes, el sociólogo alemán Stephan Lessenich. Con La Cañada de fondo, el director de la Escuela de Frankfurt, cuyos impulsores fueron los destacados intelectuales Max Horkheimer, Theodor Adorno y Jürgen Habermas, brindó una entrevista a Comercio y Justicia

Está en Córdoba para inaugurar la cátedra binacional Immanuel Wallerstein, el primer espacio académico interinstitucional organizado por el Centro de Estudios Avanzados (CEA-FCS-UNC), el Institut für Sozialforschung (IfS), Frankfurt am Main (Alemania) y el Consejo Latinoamericano de Ciencia Sociales (Clacso)

Lessenich dio su visión del mundo hoy, comenzando con la teoría de la semiperiferización de Europa, que plantea que ese continente, históricamente central en el capitalismo global, está perdiendo su posición dominante. Según su tesis, se enfrenta a una disminución de su influencia y poder económico, lo que genera incertidumbre y reacciones en sus poblaciones. En este escenario aparece fuertemente en escena la derecha.

Remata con la insostenibilidad del capitalismo actual, tanto en el ámbito social como ambiental. En este sentido, predijo un futuro con mayor violencia y conflictos por recursos naturales, especialmente en regiones como América Latina.

Stephan Lessenich. Director de la Escuela de Frankfurt. (Foto Daniel Bustos)

“En el análisis del sistema mundial se diferencian zonas centrales y periféricas del capitalismo global. Entre las zonas centrales, Europa y Norteamérica en primer lugar fueron las fuerzas nacionales donde se estableció el capitalismo global, y hoy las periferias son el Sur global, que no es una zona homogénea. Entre la periferia y el centro, hay una semiperiferia que es una mixtura. Mi tesis es que Europa, que desde hace 500 años está en el centro del capitalismo global, ahora mismo y en los próximos años se va a ver confrontando un proceso de semiperiferización: está perdiendo características del centro por la evoluciones geopolíticas, geoeconómicas, geomilitares y culturales, porque se están estableciendo otros centros del capitalismo global como China e India. Europa está siendo y será uno de los grandes perdedores de la reconfiguración del sistema capitalista mundial”, describe.

– ¿Qué implica ello?

– Políticos, élites económicas y poblaciones (en Europa) no pueden creer que esto pueda ser historia y pueda pasar a una situación en que no tengan tanta fuerza para dominar las dinámicas capitalistas en el mundo. Creo que los movimientos populistas de derecha en Europa tienen mucho que ver con la sensibilidad subcutánea de la gente, en esto de que están perdiendo, o a las puertas de perder, su posición estructural. Entonces apoyan a las personas y a las posiciones que les prometen que no les pasará nada, que pueden seguir siendo el centro del mundo, a quienes dicen que cierran las fronteras y sólo dejarán entrar a los sujetos productivos que queremos para la industria o para la economía y los otros se quedan afuera.
La Unión Europea cree que en el futuro podrá regular las relaciones económicas con África o Latinoamérica como lo ha hecho en las últimas décadas. Yo creo que ésos son tiempos pasados. La gente y los políticos están tratando de mantener la ilusión pero otras fuerzas están operando tan dinámicamente en el sistema capitalista mundial que las cosas para Europa giran para abajo y para peor.

– Estando en Argentina, en Latinoamérica en este momento, ¿cuál es su opinión sobre lo que acontece en Venezuela?

– En diferentes lugares del mundo, el orden político económico que se estableció después de la Segunda Guerra Mundial globalmente se está fragmentando. Latinoamérica siempre ha sido un campo de batalla para fuerzas de izquierdas y derechas, como un microcosmos de conflictos globales que se drenan aquí, que con los resultados de las elecciones en Venezuela se abre la brecha entre los gobiernos de derecha o anarcoliberales. Argentina, que se opuso primero a los resultados (de las elecciones en Venezuela), creo es un espejo de la división de derecha e izquierda que está pasando en el mundo. Eso es interesante, porque en Europa en las últimas dos décadas había muchos analistas políticos que dijeron que la diferencia entre derecha e izquierda era del siglo 20 y ya no tiene ninguna relevancia para los procesos sociales políticos económicos del siglo 21.

– ¿Cuál es su postura al respecto?

– Creo que eso es un falso análisis intencionado. Si uno mira a Alemania ahora mismo hay una derecha radical, neofascista muy fuerte y no creo que eso caiga del cielo, sino que se ha estado anunciando los últimos 10, 15 años, y eso es la revitalización del antagonismo de derechas e izquierdas.
El problema, para mí, analítica y políticamente, es que la derecha es muy consciente de sí misma, está en movimiento y en auge; y la izquierda en Alemania o en Europa está por el suelo.

– En Latinoamérica se habla de ciclos de olas de derecha e izquierda en los gobiernos.

– Mirando a Argentina no sé si eso pasará en un futuro. Porque ahora mismo, con la destrucción de las infraestructuras públicas, del empleo público y de las instituciones públicas, que han sido -a mi parecer- las bases para la movilización de izquierdas, en las olas que siguen a la ola derechista, si ya no se tiene la infraestructura política, social y cultural, posiblemente la próxima ola no sea tan fuerte como para llegar al gobierno de la nación. 

– Poder, desigualdad y sostenibilidad están en sus estudios, ¿qué advierte en estas esferas?

En el futuro, las batallas por los recursos naturales se encenderán.
Lo que pasa en el ámbito local y rural son siempre preguntas de poder: ¿quién tiene el poder para poder ejercitar e imponer sus intenciones a otros? En las relaciones sociales particulares son cosas de poder que están integradas a relaciones sociales en el ámbito nacional y global también. Creo que el capitalismo como ha evolucionado hasta hoy es absolutamente insostenible.

– ¿Cómo mutaría el capitalismo?

– En el último medio siglo, analistas y críticos del capitalismo global han dicho que el capitalismo no es sostenible y se derrumbará por su destrucción social, cultural, de recursos naturales y por su destructividad económica. Pero no se derrumba. Analíticamente es insostenible, pero políticamente es sostenible. Se sostendrá y lo que sí puede decirse con seguridad es que será con mucha más violencia de la que hemos experimentado, al menos en Europa desde las últimas siete u ocho décadas desde la segunda guerra mundial.

Europa -siempre se ha dicho en la descripción de ella misma- es la región donde reina la paz, y donde tenemos relaciones sociales pacíficas, pero esto porque habían externalizado las crisis y las guerras a otras partes del mundo. Pero la formación específica europea sólo se podrá sustentar y sostener con mucha más violencia que la que hemos visto en los últimos años. Eso ya se ve en los regímenes de frontera; cada año se ahogan entre seis mil y ocho mil personas en el Mediterráneo y eso tendrá más fuerza. También, por los recursos naturales, como el hidrógeno verde, que hasta ahora Europa está organizando para sí misma.

– En el caso de Argentina, se mueven los intereses en recursos como el litio, y esta semana se conoció el interés de multinacionales por la explotación del cobre.

– Con un gobierno como el de Milei, las grandes multinacionales y los Estados que están detrás que quieren los recursos naturales lo pueden hacer en forma de contratos. Pero, si tienes quienes no quieren hacer contratos, pero tú necesitas el litio, el cobre o el hidrógeno, pues el recurso es la fuerza, es la violencia. Ése no es mi deseo pero es lo que realístamente auguro para las próximas dos décadas: un capitalismo global más violento.

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