domingo 22, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

A la pesca de la aventura

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La geografía cordobesa ofrece condiciones excelentes para desafiar con astucia y paciencia a los habitantes de sus ríos y lagos.

El pescador se deja llevar por el curso del río en un marco de paz absoluta donde reina la serenidad del agua y la concentración plena. Avanza lentamente, adentrándose en las laderas vírgenes de las sierras cordobesas. El acecho, la paciencia y la astucia son sus reglas inviolables…
En Córdoba, la diversidad de espacios donde habita una rica y variada fauna acuática es un tesoro impagable para los expertos de la pesca.

La red de lagos artificiales que se distribuye principalmente en el área serrana, próximos a renombradas localidades de interés turístico, son los sitios más visitados por pescadores deportivos de todo el país  y de naciones vecinas. La especie predominante es el pejerrey o flecha de plata, que siempre está acompañado por carpas comunes y espejo, bagres negros, percas o trucha criolla, tarariras, dientudos y otras clases de menor talla que en general se utilizan como carnada.

También la geografía serrana posee una extensa red hidrográfica de montaña donde habitan dos de las especies de truchas más codiciadas, fontinalis y arco iris. Son peces que viven en torrentes de altura, cuya captura es todo un acontecimiento por su alto grado de dificultad.
Como consecuencia, el buscador de esta variedad es, en general, un hombre que demuestra valentía, templanza y un reconocido cuidado con el ambiente en el cual se desenvuelve.

El encanto del desafío
En Córdoba, la temporada de truchas se extiende desde octubre hasta mayo. Los cauces transparentes sembrados de peces que desafían al mejor pescador, sumados a los paisajes imponentes impregnados de aromas serranos, invitan a vivir una experiencia inolvidable.
Estos ríos y arroyos que corren entre las laderas de las montañas son ideales para practicar la pesca con mosca, la única modalidad permitida en las áreas diferenciadas.
Actualmente la ley exige la devolución obligatoria, la utilización de señuelos artificiales con anzuelo simple y doble sin rebaba y prohibiéndose el uso de anzuelo triple o robador.

Los ríos elegidos para la pesca con mosca están ubicados a alturas que oscilan entre mil y dos mil metros sobre el nivel del mar y se caracterizan por su agua de excelente calidad, bien oxigenada y muy fría. Los sitios más buscados por estos adeptos están ubicados en los ríos del Medio y Los Espinillos, en el Valle de Calamuchita, y en el Lago de los Alazanes, en el Valle de Punilla.
Los guardapesca, que en general dependen de la Secretaría de Ambiente, custodian los ríos a los fines de la preservación del recurso en sí y del medio ambiente en general.
Para la pesca deportiva se autoriza únicamente el uso de señuelos artificiales.

Arte milenaria
Es difícil transmitir con palabras las sensaciones que causa la pesca con mosca. Los aficionados a este deporte dicen, con razón, que “es mucho más que sacar un pez del agua”. Como todas las artes milenarias, tiene sus procedimientos y secretos, trasmitidos y mejorados por generaciones y generaciones de pescadores.
La “ceremonia” de la pesca con mosca pone en juego la destreza, la creatividad y, por supuesto, la suerte de cada pescador. También demanda un ejercicio físico muy placentero, como la caminata, y desarrolla la capacidad de “desenchufarse” del mundo y ponerse en contacto con la naturaleza de una manera casi primitiva.

Muchos amantes de la pesca anhelan dominar esta técnica que, por cierto, es muy fácil de aprender. Sólo se necesita un poco de esfuerzo y ganas de acceder a una experiencia fascinante.
La mosca es un señuelo artificial fabricado por el propio pescador, que se arma con pelos, plumas, hilos y otros materiales que imitan de manera artificial los organismos que conforman la comida del pez. Con una buena mosca se pueden pescar peces pequeños y también muy grandes.
La técnica consiste en arrojar la mosca mediante una línea de diámetro variable, conocida como cola de ratón. En el extremo anterior se ata un tramo de nylon llamado “leader”, de aproximadamente tres metros. La parte más delgada, donde se ata la mosca, recibe el nombre de “tippet”.

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