La experiencia de la textil artesanal del Valle de Punilla, articulada por el INTI, se reeditó exitosamente en Entre Ríos, Buenos Aires y Cuyo.
La Cadena de Valor Textil Artesanal, iniciativa que se originó en 2003 por el Subprograma “Cadenas de Valor” en Capilla del Monte, con productores y artesanos del Valle de Punilla, ha sido replicada en Entre Ríos por el corredor San José de Feliciano, Paraná; por La Madrid y localidades aledañas, en la provincia de Buenos Aires, y en la Región de Cuyo más recientemente.
En este proceso de articular los diferentes eslabones de la cadena, el INTI generó los Protocolos de Calidad, Procesos y de Gestión que posibilitan el entendimiento entre sus diferentes eslabones (productores primarios, hilanderos, tejedores y comercializadores), los cuales 96 por ciento está integrado por mujeres que no tenían posibilidades de inserción laboral.
“Toda esta experiencia nos permitió construir un idioma común en los aspectos organizacionales y productivos, lo que facilita la transferencia tecnológica y permite trabajar en forma integrada, a pesar de estar en territorios muy distantes”, asegura el INTI.
Valor cordobés
La Cadena de Valor Textil Artesanal del Noroeste de Córdoba es fuente de inspiración para las demás cadenas coordinadas por INTI, INTA, la secretaría de Agricultura Familiar y Cáritas, conformando en cada una de ellas una realidad diferente que demanda un ajuste de la actividad, pero con una necesidad en común.
“La metodología de Cadena de valor en microrregiones enfatiza la importancia del territorio como espacio de desarrollo de capacidades, ya que en ellos se observa la aparición de unidades productivas de menor tamaño, con origen en lo local, que tienen la capacidad de desarrollar comportamientos innovadores en tecnología, formas de organización social, autoconsumo, la aparición de una nueva institucionalidad y la inserción de sus productos en nuevos mercados”, aseguraron en la entidad nacional.