En la región de América Latina, Chile encabeza el listado por tener el mejor entorno general para llevar a cabo iniciativas. Le siguen México, Brasil y Costa Rica.
Los emprendimientos “dinámicos” son los que tienen mayor capacidad para crear empleos de calidad y ayudar a diversificar la estructura productiva de la región. En pocos años, estos emprendimientos logran convertirse en pymes competitivas con potencial de seguir creciendo con base en la diferenciación y la innovación. Es por eso que cada vez son más los países que están interesados en promover su surgimiento.
El nacimiento de un emprendimiento dinámico es el resultado de un conjunto articulado de factores. Por eso, a la hora de entender las condiciones para el emprendimiento que existen en un país y proponer políticas de fomento, es necesario adoptar un enfoque sistémico.
En este contexto, el Programa de Desarrollo Emprendedor (Prodem) elaboró recientemente el Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico (ICSEd-Prodem), con el propósito de aportar una herramienta que ayude a identificar las principales fortalezas y debilidades de los países y a diseñar una agenda de iniciativas para fomentar el emprendimiento.
Por lo tanto, ICSEd-Prodem es una brújula para la acción y, como tal, fue diseñado pensando en los gobiernos, las universidades, las incubadoras y aceleradoras, los inversores y otros actores del ecosistema.
Algunos resultados del análisis regional
Chile es el país de la región con mejores condiciones sistémicas para el emprendimiento dinámico.
Le siguen en importancia México, Brasil y Costa Rica, los cuales, junto con Argentina, conforman los “top cinco” del ranking de América Latina. Sin embargo, aun los países mejor posicionados de la región se encuentran lejos de los primeros puestos del ranking internacional, encabezado por Estados Unidos, Finlandia y Singapur.
Otro punto a destacar es que América Latina ha estado beneficiándose de las buenas condiciones de demanda que, por lo general, estuvieron asociadas al incremento en los precios internacionales de los principales bienes exportados y a la expansión de las clases medias. “Ésta podría ser una buena noticia para los emprendedores de la región, dado que contar con una demanda ampliada debería contribuir al aumento de las oportunidades de negocios”, aseguran los especialistas.
La cultura ha evolucionado positivamente -destaca el informe- y hoy en día los emprendedores suelen ser bien vistos y valorados en la mayoría de los países. Esta situación es muy positiva porque suele incidir favorablemente sobre el deseo de emprender de las personas.
Ambas dimensiones del Índice -condiciones de la demanda y cultura- registran las menores brechas con respecto a los países que lideran el ranking internacional. “Sin embargo, esta situación no se ha traducido hasta el momento en un boom de emprendimientos en la región. Esto es así porque, junto con estos aspectos positivos, también existen debilidades muy importantes”, aclara el informe del Prodem.
Dificultades y desafíos
“Una limitación muy severa es la falta de capital humano emprendedor con vocación y capacidades para crear y hacer crecer las nuevas empresas. Pero además, es muy baja la contribución de la plataforma de ciencia y tecnología para la innovación y se carece tanto de financiamiento apropiado como de capital social, es decir, de bases de confianza que faciliten el networking. En este marco, es estrecha la posibilidad de que surjan propuestas de valor innovadoras lideradas por equipos emprendedores potentes”, aseguran.
En este contexto, el Prodem considera que enfrentar estos desafíos “plantea la necesidad de implementar políticas y regulaciones capaces de contribuir decisivamente a la generación de condiciones más favorables para el emprendimiento”. Un aspecto distintivo de las políticas de emprendimiento es la necesidad de que en su formulación e implementación estén involucrados distintos actores. No sólo los gobiernos sino también, por ejemplo, las universidades, las incubadoras y aceleradoras, los inversores y las instituciones financieras, las entidades empresariales y los jóvenes empresarios.
Por último, otra de las conclusiones destacadas asegura que durante los últimos años se han venido registrando avances en la mayoría de los países de América Latina. Por un lado, la educación emprendedora ha tendido a ganar espacio en las universidades. Además, están surgiendo iniciativas de aceleradoras y fondos de inversión que pueden contribuir a mejorar el acceso al financiamiento y al capital social con mentores e inversores. Y algunas empresas ya están comenzando a apostar, aunque todavía en forma incipiente, a la innovación y el emprendimiento.
Por otra parte, la mayoría de los gobiernos está apoyando el emprendimiento con capital semilla, en tanto que unos pocos están encarando un menú de mayor alcance.