COLUMNA DE AMJA
Por Claudia Zalazar
¿De qué manera el medioambiente -o mejor dicho, su descuido- y el cambio climático pueden influir negativamente en la salud mental de la población y de manera particular en las mujeres?
En nuestro país, tanto la Constitución Nacional como las constituciones provinciales y las leyes en general reconocen el derecho de todo ciudadano a vivir en un medio apto para el desarrollo humano y consagran correlativamente el deber del Estado de proteger ese derecho, llamado “salud ambiental”.
Por otro lado, cuando se habla de salud mental debe considerarse tanto el bienestar mental y la resiliencia emocional como las afecciones de la salud mental. En este sentido, la pérdida del bienestar mental se relaciona principalmente con el momento en que se vulnera el derecho a vivir en un medio ambiente limpio, ya que las personas que viven en ambientes con reconocidos problemas de contaminación -zonas de conflicto ambiental- no sólo ven afectada su salud física sino también su salud mental, debido a la gran incertidumbre que significa vivir en áreas con altas cargas de contaminación, donde ven a sus familias en un entorno agresivo ambientalmente (Karla Yohannessen, 2020).
Pensemos que un medio ambiente adecuado significa satisfacción, energía y motivación porque incrementa la salud mental y permite a las personas manejar el estrés de la vida y llevar a cabo sus actividades de una manera más adecuada, reaccionando con mayor serenidad ante las dificultades del diario vivir.
Esta relación entre un medio ambiente sano y la salud mental sin dudas se ha visibilizado en gran escala con la pandemia y las restricciones de movilidad que hemos enfrentado en los últimos dos años, ya que todos hemos experimentado la necesidad de tener espacios públicos por donde caminar y, sobre todo, poder estar en contacto con la naturaleza, la playa, el sol, etcétera.
En ese sentido, creemos que hay que dar un paso en la valorización de la biodiversidad y el medioambiente, y que debemos tener mayor conciencia del cuidado que requiere, no sólo de parte de las autoridades y empresas sino de toda la comunidad que se vincula con esos espacios.
Se trata, en definitiva, de abordar este binomio salud mental-salud ambiental desde una perspectiva de salud pública, lo que nos va a llevar necesariamente a vislumbrar políticas públicas adecuadas para garantizar su protección.
La adaptación al cambio climático exigirá más que recursos económicos, tecnología e infraestructuras de salud pública; también será preciso instruir, concientizar y crear marcos jurídicos, instituciones y un entorno que permita adoptar decisiones sostenibles, duraderas y bien fundamentadas.
La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios climáticos agresivos que el mismo ser humano provoca, junto a las condiciones de trabajo estresantes, estilo de vida poco saludable y mala alimentación, todos ellos factores psicológicos que hacen que una persona sea más vulnerable a los problemas de violencia y agresividad que no contribuyen positivamente a nuestro país.
Perspectiva de género en políticas ambientales
En un tiempo en que el cambio climático y los desastres naturales amenazan más que nunca el futuro de la humanidad, es momento de que las mujeres sean escuchadas, ya que su relación con el medioambiente y su sensibilidad en la gestión de los recursos naturales son un tesoro invaluable que debe ser descubierto. Sin embargo, sigue siendo limitado el reconocimiento de lo que las mujeres aportan o pueden aportar a la supervivencia del planeta y al desarrollo.
Según la ONU, su inclusión en los procesos de toma de decisiones, así como la inclusión de la perspectiva de género en las políticas climáticas y ambientales, es fundamental para una acción climática efectiva.
La desigualdad de género y la exclusión social siguen aumentando los efectos negativos de la gestión ambiental, insostenible y destructiva sobre las mujeres y las niñas, quienes son las que sufren mayor vulnerabilidad (maternidad, lactancia, etcétera). Pero, a pesar de los obstáculos, los gobiernos recurren cada vez más a su experiencia y liderazgo cuando deben adoptar decisiones importantes relativas al medio ambiente. En conclusión, debemos lograr la perspectiva de género en las políticas ambientales, y seguramente podremos alcanzar un ambiente más sano que beneficie asimismo la salud mental de la población y en especial la de las mujeres.
- Vocal de la Cámara 5ª Civil y Comercial. Autora de ponencia con mención especial en las XXIX Jornadas Nacionales de la Asociación de Mujeres Jueces de Argentina (AMJA) 2022.