ESCUCHARAnna Maria Bellucci: Lo que la moda arrebató al derecho. Ícono de la belleza, debe no poco de su éxito a sus tiempos como estudiante de leyes.
Por Luis R. Carranza Torres
Monica Anna Maria Bellucci continúa con su «sex appeal» intacto, tras pasar el medio siglo de vida. En la última película de la saga de James Bond, Spectre – todavía no estrenada-, se dice que ha eclipsado el resto del elenco con su carisma en las locaciones de filmación. Se la considera una de las mujeres más atractivas, sensuales y sexys del mundo, por varias razones. Sus amigos y mentores Domenico Dolce y Stefano Gabbana hablan que posee una belleza «atemporal, deslumbrante, natural, chic, mediterránea, notable, generosa y muy italiana». Es una prueba viviente de que el atractivo de las personas, antes que con una forma física, tiene relación con una actitud interior del espíritu.
Esta italiana del signo de libra nació un 30 de septiembre de 1964 en la localidad de Città di Castello, en la región de Umbria, una de las regiones más pequeñas del país y la única sin salida al mar. Hija única de Brunella Briganti, una ama de casa de 19 años, y Pasquale Bellucci, dueño de una empresa de fletes, se destacó por su atractivo desde que era una ragazzina. Como muchos padres, los suyos siempre le decían que era la niña más bella del mundo. Sólo que en este caso la afirmación se basaba en evidencias en concreto. Ese afecto de sus padres fue crucial en ella, como reconocería luego: «…tal vez por eso yo aprendi a respetarme… crecí fuerte y sin complejos… quería estudiar filosofía en la Universidad de Perugia pero decidí por el derecho… acepté modelar para poder pagar mis estudios… quería descubrir el mundo, quería salir de Umbria… cada parte de mi cuerpo es importante, lo uso todo… soy inteligente y sé usar lo que tengo.»
No caben dudas de ello. Ha triunfado en ámbitos tan difíciles para lograr el éxito como para mantenerlo como el modelaje o la actuación. Lugares donde, pese a lo que pueda comúnmente pensarse, si bien puede bastar con lo físico para llegar, se necesitan no poca constancia, disciplina y neuronas para quedarse.
La llegada de la adolescencia y el paso del bachillerato de letras a los estudios del derecho, en la Università degli Studi di Perugia, le mostraron que la belleza puede ser un rasgo difícil de sobrellevar.
Su encanto no pasó desapercibido en dicha casa de estudios, una de las primeras universidades libres en Italia cuyos orígenes pueden rastrearse hasta principios de 1200, por la que pasaron juristas como Jacopo di Belviso, quien enseñó allí desde 1316 a 1324. En tiempos de Bartolo de Sassoferrato, había alcanzado tal magnitud que se decía que había tres luces en el mundo: Bolonia, París y Perugia.
Pasquale Bellucci afirmó en una entrevista que la belleza de su hija era cautivante desde la época de estudiante, ya que ella tenía que regresar a casa por desvíos a través de callejones, con tal de evitar a los pretendientes que no se conformaban con una simple negativa. Y, dentro de las aulas, “algunos de sus “profesores perdían la concentración”, señaló. Está visto que la belleza, en no pocos casos, puede también resultar incómoda y hasta una maldición.
El consejo de su progenitor fue que, en vistas de que iba a enfrentar situaciones como éstas durante el resto de su vida, tenía que ser fuerte y buscar un modo de enfrentarlas.
El costado provechoso del asunto es que, como todo recurso, puede ser explotado. Es así que comenzó a trabajar como modelo, aconsejada por un compañero de aula, con la idea de costearse los estudios de derecho. Se suponía que el dinero sería sólo una forma de financiar su vida de estudiante, pero pronto sus cualidades físicas llamaron la atención y los pedidos de trabajo la desbordaron. Dos años después, en 1988, Monica firmaba contrato con la agencia internacional Elite Model Management y se trasladaba a Milán para dedicarse tiempo completo a tal actividad. Los estudios en el Dipartimento di Giurisprudenza quedaron inconclusos.
Luego de convertirse en la musa preferida de marcas como Armani o Dolce & Gabbana, debutó como actriz en la cinta para la televisión Vita coi figli, dirigida por Dino Risi. Su papel en el thriller francés L’Appartement, en 1996, la catapultó al estrellato con una nominación al César, el equivalente francés de un Oscar.
En una entrevista con Bruno Lester en junio de 2007, que apareció en la revista Brando N°21, se tocó la cuestión de su tiempo como estudiante de leyes. A la pregunta de por qué había estudiado derecho, que parecía un mundo tan diferente al de la actuación, ella respondió: “Para nada. Creo que muchos abogados son actores increíbles. Pensá en las actuaciones que uno tiene que realizar cada día en la Corte. En realidad, las dos profesiones son muy similares; los abogados actúan frente a un público y los actores en un set”.
¿Será tan así, Monica?
