Por Florencia Rusconi de Agopian (*)
Los medios de comunicación invisibilizan el conflicto entre dos países del Cáucaso: Armenia y Azerbaiyán. La confusión internacional de este enfrentamiento ha causado una retahíla de comentarios y análisis que abarcan desde los intereses étnico-religiosos hasta un posible enfrentamiento internacional.
Así, quizá convenga recapitular sobre este conflicto que permanece en la oscuridad y el olvido para la gran mayoría de los medios de comunicación y de la comunidad internacional, que no le presta la atención que -sin duda- merece.
Uno de los conflictos más antiguos del mundo, la disputa territorial entre Armenia y Azerbaiyán por un enclave separatista, se recrudeció este año con el bloqueo del corredor de Lachin y de choques que dejaron muertos en ambos bandos, entre ellos, civiles armenios
Lo cierto es que a la comunidad internacional está muy interesada en que haya paz y calma en esta zona, principalmente por los yacimientos de gas y petróleo del mar Caspio, así como por los oleoductos y gasoductos que cruzan Azerbaiyán rumbo a Turquía y Europa.
Pero ¿qué pasa con Nagorno-Karabaj, mejor llamada República de Artsaj? Este territorio se encuentra dentro de Azerbaiyán y es un pequeño enclave de población armenia que quiere independizarse y formar parte del país vecino (Armenia). Con 140.000 habitantes, de los cuales 90% tiene el armenio como lengua,en 1991 se autoproclamó Estado independiente y creó la República de Artsaj.
Para entender cómo comenzó todo este conflicto territorial hay que volver a 1918, cuando Iósif Stalin, con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), ocupó la región caucásica y dividió el territorio en tres repúblicas socialistas: Georgia, Armenia y Azerbaiyán. Como en muchos otros casos de la historia de la colonización, no se tuvo en cuenta las etnias y religiones que convivían en la zona. Así es como Nagorno-Karabaj se quedó dentro de Azerbaiyán a pesar de ser más afín a Armenia. Durante muchos años esta incómoda situación se mantuvo así, sin querer llevar la contra a la cúpula soviética.
Cuando el imperio soviético empezó a flaquear, los habitantes de Nagorno-Karabaj comenzaron a manifestarse y Armenia, en un intento de ampliar su territorio, entró en una guerra con Azerbaiyán que duraría ocho años (1987-1994). Esta guerra tuvo el precio de más de 30.000 vidas humanas y alrededor de un millón de desplazados.
A pesar de que la URSS intentó evitar esta anexión armenia, sus prioridades empezaban a concentrarse en sobrevivir. Así es como el régimen soviético se fue desinflando, sin poder ejercer ningún tipo de influencia. Como se mencionó, en 1991 la región de Nagorno-Karabaj se autoproclamó independiente y creó la República de Artsaj. Este nuevo Estado comparte administración y bancos con el país armenio que, además, durante la guerra ganó terreno azerí rodeando la zona este del país recién autoproclamado.
La guerra acabo con los azerbaiyanos como grandes perdedores y una república independiente proclamada sin su consentimiento. Alrededor de unos 800.000 azeríes tuvieron que abandonar la zona ocupada tras la guerra. La población armenia del territorio puso en marcha un referéndum de independencia del que salió la República de Artsaj, autoproclamada el 10 de diciembre de 1991, en la voluntad de reunificarse con la patria armenia. Azerbaiyán negó la validez de la consulta, mientras que Armenia la apoyó sin reservas.
Esta Republica de Artsaj no ha sido reconocida por ningún país de las Naciones Unidas, pero las actividades diplomáticas para reconocer la región han hecho (y siguen haciendo) grandes esfuerzos para conseguir sus objetivos. Del precario acatamiento da idea el hecho de que hasta el presente sólo ha sido reconocido como país por Abjasia, Osetia del Sur y Transnistria, aunque en noviembre de 2002 la República Francesa planteó su aceptación internacional ante la asamblea de Naciones Unidas.
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, ha proclamado en distintas ocasiones que “sus mayores enemigos son los armenios” y no ha dado ningún signo de querer resolver este conflicto del que se sienten víctimas históricas.
Los armenios tienen un acuerdo de seguridad con Rusia como parte de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza de seis estados postsoviéticos en Asia Central
Turquía y Armenia han estado enfrentadas durante mucho tiempo, y la sombra del genocidio otomano de armenios, ocurrido en 1915, continúa siendo proyectada sobre las relaciones entre los países vecinos.
El valor geoestratégico del Cáucaso y sus habitantes
Armenia y Azerbaiyán se encuentran entre Europa y Asia, en una zona comprendida entre el mar Negro y el mar Caspio y delimitado por la cordillera del Cáucaso. Su valor geoestratégico interesa mucho a los países vecinos, tanto a Rusia como a Europa, sobre todo por los yacimientos de gas y petróleo controlados por Azerbaiyán que alberga el mar Caspio.
La población de Armenia es mayoritariamente cristiana y se identifica con la Iglesia Apostólica Armenia, una denominación oriental que simpatiza con las iglesias ortodoxas orientales. Del otro lado, Azerbaiyán alberga una población musulmana azerí, de la cual alrededor de 85% es chií.
Azerbaiyán, en su Constitución, se considera un país laico. Se lo considera el país más secular del mundo islámico y, a la vez, uno de los menos religiosos del globo terráqueo. La sociedad de Azerbaiyán está muy occidentalizada y sería un error desprender que el conflicto de Nagorno-Karabaj es puramente religioso o étnico.
Actualmente el enfrentamiento obliga a ciertas potencias implicadas a tomar parte en el asunto. En este caso son Turquía y Rusia; la primera, apoyando a Azerbaiyán y la segunda, de manera menos directa a Armenia. La posibilidad de que este conflicto pase a ser una guerra internacional está muy lejos de la realidad. Por muchos compromisos e intereses diplomáticos que se tengan con uno u otro país, la comunidad internacional prefiere un territorio en calma, ya que por Azerbaiyán pasan dos oleoductos y un gasoducto que abastecen directamente a Europa.
Azerbaiyán, el petro-Estado menos conocido del mundo
La extracción de petróleo aumentó significativamente después de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo por el abastecimiento y el suministro a los aliados del bando oriental (en este caso a la URSS). Cuando terminó la guerra con Armenia, en 1994, Azerbaiyán firmó el “Contrato del Siglo” con 11 grandes compañías petroleras de ocho países distintos, entre ellos Reino Unido, Estados Unidos, Rusia, Noruega y Escocia.
Esto le aseguraba una solvencia económica nacional de gran calado. Pero lo más importante: estratégicamente Azerbaiyán alberga el paso de varios oleoductos y gaseoductos que llevan crudo y gas natural licuado desde Rusia y el mar Caspio hasta Europa y Turquía.
Ninguno de estos conductos pasa por la zona de Nagorno-Karabaj, precisamente por la tensión y los enfrentamientos históricos que hay con Armenia.
Por ello, las empresas y el Gobierno azerí se han visto obligados a reconducir estos grandes conductos a través de Georgia. Si se observa el mapa de los conductos petroleros y gasísticos puede observarse que, si estos pasaran por Armenia, el camino sería más corto. Pero no ha sido posible debido a la enemistad natural de estos Estados.
Sin embargo, en el año 2020 una nueva guerra ya estaba en marcha y, esta vez, con el apoyo incondicional del poderoso ejército turco, las pretensiones azeríes se hicieron realidad y derivaron hacia la actual situación de estrangulamiento de la pequeña república artsají.
El corredor de Lachin
Esta carretera (el drama invisible del Cáucaso), es el nombre que se le dio a una pequeña parte del territorio de 14 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, que antes de la guerra de Nagorno-Karabaj era el punto de mayor proximidad entre Armenia y el enclave de Armenia de Nagorno-Karabaj y Azerbaiyán.
El corredor, una carretera clave, forma la ruta más corta entre Armenia y el Alto Karabaj y fue abierto en 1992 durante la guerra del Alto Karabaj, quedando bajo el control del Ejército de Defensa de Artsaj. Hasta noviembre de 2020 esta vía se incorporó plenamente a la República de Artsaj.
Así las cosas, el corredor de Lachin funciona bajo control de las tropas de paz de Rusia y conecta Armenia con Nagorno sin necesidad de recorrer demasiado territorio de Azerbaiyán.
Desde el 12 de diciembre de 2022, un grupo de azerbaiyanos vestidos de civiles se presenta como “activistas ambientales”, a los que posteriormente se unió personal azerbaiyano, y expresan preocupaciones ambientales inventadas como excusa para bloquear el corredor de Lachin.
La carretera, que, según la Declaración Trilateral del 9 de noviembre de 2020, está bajo control del contingente ruso de Mantenimiento de la Paz, se utiliza únicamente para el paso de personas y bienes destinados a la población civil de Nagorno-Karabaj.
El bloqueo del corredor constituye un aislamiento e incomunicación a toda esa región, con 120.000 habitantes. Este bloqueo de la única ruta de suministro de entrada y salida de Nagorno-Karabaj es una violación directa de los compromisos existentes, en particular, de la Declaración Trilateral, así como de sus obligaciones internacionales las cuales emanan de los principios fundamentales de los derechos humanos internacionales y del Derecho Internacional Humanitario.
El corredor funciona como una vía clave, y única, de comunicación y abastecimiento de necesidades y mercancías. El bloqueo deja a Stepanakert, la ciudad más grande y capital de la República de Artsaj, verdaderamente sitiada y aislada del mundo externo.
La barbarie, en gran medida pergeñada por el delirio neoimperialista otomano del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, carece de límites. Baste un ejemplo: el pasado 29 de julio, los invasores autorizaron a la Cruz Roja Internacional a que procediera al traslado de un arstají de 68 años gravemente enfermo a un hospital de la vecina Armenia pero, al llegar al puesto de control azerbaiyano, el paciente fue detenido y sometido a un interrogatorio del que nunca regresó. Parece que ha terminado en Bakú, capital de Azerbaiyán, donde se ha iniciado contra él una causa penal por supuestos crímenes de guerra.
Artsaj, la trinchera avanzada del último bastión cristiano en el Cáucaso, Armenia, rodeado y hostigado por los estados islámicos de su frontera, Turquía, Irán y Azerbaiyán, está a punto de caer, a pesar de que la OTAN sigue llamando, aunque con la boca pequeña, a la búsqueda de una solución pacífica.
Un genocidio invisible
Asistimos a un genocidio en el siglo XXI, transmitido en directo por redes sociales. Azerbaiyán mantiene cortado el gas, la electricidad e intermitentemente el agua e Internet, en estos más de 250 días de bloqueo que comenzó el 12 de diciembre de 2022.
El 6 de julio de 2023, la Corte Internacional de Justicia reafirmó la necesidad de implementar su orden del 22 de febrero de 2023 que obligaba a Azerbaiyán a tomar todas las medidas a su disposición para garantizar el movimiento sin obstáculos de personas, vehículos y carga a lo largo del Corredor de Lachin en ambas direcciones
El presidente de la República de Artsaj, Arayik Harutyunyan, suplica ayuda internacional inmediata y sanciones urgentes y categóricas a Azerbaiyán.
El 29 de julio, el presidente de la República de Artsaj, envió una carta al Dr. Luis Moreno Ocampo, destacado especialista argentino en derecho internacional, exfiscal jefe de la Corte Penal Internacional y profesor de las universidades de Harvard y Yale, para solicitar su experta opinión sobre si la profundización del bloqueo de Artsaj corresponde al delito de genocidio.
El informe de Moreno Ocampo es clarísimo: “¿Qué más se necesita para demostrar las intenciones genocidas de Azerbaiyán? Ya cometió genocidio contra la población armenia de Artsaj. Pero sin la reacción urgente de organismos de derecho internacional y derechos humanos, Artsaj y su gente desaparecerán y pronto”.
El ex fiscal de la CPI lo ha dejado meridiana y dramáticamente claro en su informe elaborado a raíz del cierre del corredor de Lachin por parte de Bakú: “El hambre es el arma invisible del genocidio. Sin un cambio radical inmediato, este grupo de armenios será destruido en unas pocas semanas”.
La alerta de expertos, emitida el 7 de agosto de 2023, destacó los presuntos preparativos de Azerbaiyán para un genocidio contra personas de etnia armenia en la región de Nagorno-Karabaj. Se hizo un llamado al Consejo de Seguridad de la ONU para que presente este asunto ante el tribunal global.
Según el informe, “hay un genocidio en curso contra 120.000 armenios que viven en Nagorno-Karabaj, también conocido como Artsaj. El bloqueo del Corredor de Lachin por parte de las fuerzas de seguridad azerbaiyanas, que impide el acceso a alimentos, suministros médicos y otros artículos esenciales, debe considerarse un genocidio según el artículo II, (c) de la Convención sobre el Genocidio: “Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física”.
Ya la Corte Internacional de Justicia (caso Srebrenica, 26/02/2007) dictaminó que “la privación de alimentos, atención médica, alojamiento o ropa” constituye genocidio en el sentido del artículo II (c) de la Convención sobre Genocidio. Los Estados partes de la Convención sobre Genocidio asumieron el deber de prevenir y castigar el Genocidio. La Corte Internacional de Justicia dictaminó que los Estados partes “no deben esperar hasta que comience la perpetración del genocidio” y que “el objetivo de la obligación es prevenir o intentar prevenir la ocurrencia del acto: atención médica, alojamiento o ropa” constituyen genocidio en el sentido del artículo II (c) de la Convención sobre Genocidio.
El informe de Moreno Ocampo expresa: “Existe una base racional para creer que actualmente se está produciendo un genocidio”. Señala además que, según la convención de la ONU, el genocidio abarca la imposición intencional de circunstancias diseñadas para tener como resultado la destrucción física de un grupo en particular. El informe enfatiza además que el medio de este “genocidio invisible” es el hambre, en lugar de actos directos como ataques con machetes o la presencia de crematorios. Sin una alteración rápida y drástica, la comunidad armenia en cuestión podría enfrentarse a la aniquilación en unas pocas semanas.
En respuesta a una petición de Armenia, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas organizó una sesión urgente el pasado día 16.
Esta reunión del Consejo de Seguridad de la ONU concluyó con una declaración sólida pero bastante convencional que enfatiza la reapertura inmediata del Corredor de Lachin, que sirve como conexión entre Nagorno-Karabaj, Armenia, y la comunidad globalEl Dr. Hayk Kotanjian, profesor de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Ereván, Armenia, expresa que, dado el evidente incumplimiento del derecho internacional por parte de Azerbaiyán al ignorar dos órdenes de la CIJ y su actual enfoque genocida hacia los armenios, la propuesta hecha por el Dr. Moreno Ocampo sobre el establecimiento de un Tribunal Penal Internacional especializado para Azerbaiyán se convierte en una necesidad urgente.
(*) Abogada. Docente jubilada de la cátedra de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho (UNC)
Preciso y directo análisis de la situación en Artsakh que alerta sobre el genocidio del pueblo armenio y la desaprension de las potencias occidentales que se repite como el 1915.
Se puede decir petroleo mata pueblos, que la ONU es una organización internacional de ñoquis y que la dicotomia autodeterminación de los pueblos y la integración territorial es irresoluble. Viva Armenia