lunes 23, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Sobre la personería jurídica de Ammar

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Inecip, como fundación sin fines de lucro e Instituto de Estudios,  considera de vital importancia visibilizar la lucha y las opiniones de organizaciones que, como Ammar, se encuentran pugnando por el reconocimiento de derechos garantidos en la Constitución Nacional. Desde este espacio queremos difundir un comunicado que no sólo compete a Ammar sino también a todos aquellos que creemos en las transformaciones colectivas de la sociedad.

Por RRTS* – Exclusivo para Comercio y Justicia

Desde hace unos meses, en la Provincia se está debatiendo la personería jurídica de Ammar.

Frente al rechazo a ese derecho, esta organización, junto a la Clínica Jurídica de Interés Público, interpusieron un amparo que fue resuelto de forma positiva en primera instancia, ordenándose que se reconozca la personería jurídica de la organización.

Sin embargo, el Gobierno provincial apeló la resolución en un intento de dilatar un reconocimiento formal que creemos inevitable. Decimos formal, porque el accionar de Ammar preexiste y subsiste a decisiones como ésta, a pesar de que se insista en negar y trabar la lucha por el reconocimiento de las personas como sujetos de derechos, lo que incide de forma negativa en la vida diaria de las trabajadoras sexuales.

Frente a esta situación, como Red por el Reconocimiento del Trabajo Sexual (RRTS) queremos señalar algunos aspectos que se juegan al rechazar la personaría jurídica de Ammar.

Consideramos que la estrategia de dilación del Gobierno busca:

– Invisibilizar la existencia de una organización de la sociedad que lleva años realizando un sinnúmero de tareas, como proyectos educativos, servicios vinculados con la salud, convenios con las principales universidades de la provincia y una guardería infantil.

– Silenciar una voz del debate público, aquella que considera que el trabajo sexual debe ser reconocido como tal; una postura que reconoce décadas de activismo político y de desarrollo teórico. Como todo debate sobre un tema que articula diversos aspectos, coexisten distintas posturas, siendo Ammar una de las principales voces que tiene la peculiaridad de enunciarse en primera persona. Son las trabajadoras sexuales las que hablan sobre sus derechos, sus demandas y su posicionamiento político.

– Imponer un concepto restrictivo del bien común. Detrás del desconocimiento de Ammar se juega qué tipo de construcción de lo común queremos, como sociedad, defender. Organizaciones como Ammar construyen otra idea del bien común, una idea incluyente, democratizadora, atenta a las demandas y necesidades reales de la ciudadanía. No un “bien común” abstracto, marcado por el prejuicio y por definiciones formales, sino jugado en el tejido de la vida colectiva, hecha de cuerpos, de necesidades y de posibilidades reales. En esa idea del bien común, la sexualidad—que incluye la reproducción, la vida familiar y tantas otras dimensiones— tiene una importancia central. Democratizar la sexualidad es dar un paso para una reconstrucción genuina del bien común.

– Defender una postura antidemocrática. Éste es también un debate sobre cuán democráticos queremos que sean nuestros gobiernos. La sociedad civil, las ONG, los movimientos sociales son un componente imprescindible y una fuerza democratizadora. Así lo pone de manifiesto la historia de los derechos ciudadanos ya que, salvo excepciones, los derechos civiles, políticos, sociales y también los sexuales han sido el resultado de una sociedad movilizada presionando al Estado. Deslegitimar a Ammar es, también, pensar que una democracia se construye sin las voces plurales y disidentes que son, precisamente, las que corren constantemente los límites de lo político.

Finalmente, pretender borrar a Ammar, silenciar voces de un debate crucial o negar el reconocimiento a una organización que lleva años de activismo es, sin dudas, un acto de fuerte autoritarismo. No hay que coincidir con lo que las organizaciones defiendan para apoyar su reconocimiento, simplemente se requiere de una mirada democrática que entienda que el derecho a expresarse, a demandar, a mostrar nuestra hipocresía como sociedad no puede ser cercenado.

*Red por el Reconocimiento del Trabajo Sexual.

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