lunes 25, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Otra vez, los fanáticos de la muerte

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 Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **

Nuevamente el terrorismo volvió a golpear; esta vez fue en Nueva York. Ya hemos hablado en esta columna sobre el tema y de como muchos de nosotros, pese haber sufrido dos importantes atentados -el de la Embajada de Israel y el de la AMIA-, no ponemos la atención que merecen en función del peligro que representan. Tal vez porque pasan lejos de nuestro país y suelen no golpearnos. Incluso, se han alzado voces que intentan la justificación de lo injustificable.
Pero esta vez, pese a que también fue fuera de nuestras fronteras, nos golpeó de manera cercana; cinco ciudadanos rosarinos, compañeros de colegio que habían ido a pasear a Nueva York, resultaron víctimas fatales en el mismo.
Por la información recibida, el ataque, perpetrado por un ciudadano uzbeko, consistió en un atropello masivo con una camioneta, el que produjo, además de la muerte de nuestros compatriotas, la de tres personas más y al menos una docena de los heridos.
Como suele pasar cuando ocurren estos acontecimientos en otros países, tanto el autor como sus motivaciones y demás circunstancias suelen dilucidarse de manera casi inmediata. Por ello sabemos, además de la nacionalidad del terrorista, que el autor del atentado se llama Sayfullo Saipov y es un joven de 29 años de edad que trabajaba como chófer de Uber. Que el vehículo que uso lo había alquilado en un centro de Home Depot, en Nueva Jersey, y que, según una nota hallada dentro de la camioneta había actuado en nombre del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).

Ya escribimos en otra oportunidad, cómo celebramos y miramos con sana envidia la reacción institucional frente al caso y su rápida dilucidación; esto porque contrastamos esa respuesta con lo que pasa en nuestro país. Recordemos que llevamos más de 20 años de los atentados de la Embajada y la AMIA sin que sepamos aún con certeza qué fue lo que pasó.
Eso lleva a preguntarnos ¿por qué ocurre eso? Las causas -entendemos- son múltiples, es decir, no somos partidarios de ese reduccionismo que tanto mal nos hace de pensar que sólo es una la causa que produce semejantes consecuencias. Sin embargo, no dudamos de que uno de los motivos que genera tanta falta de certeza es, precisamente, lo que señalamos al principio de esta columna: muchos de nuestros coterráneos muestran una indiferencia peligrosa respecto de tales actos. A ello se suma que desde la dirigencia en general, y no hay más que revisar los diarios para verlo, la mayoría no dijo ni una palabra condenando lo sucedido en Nueva York; es decir, callando ante la muerte de cinco argentinos.
Los medios en general se han focalizado en la tragedia que implica para las familias, el colegio en Rosario a que estaban vinculados o la amistad que había entre ellos, pero no en lo demencial de salir a embestir gente por una ciclovía invocando a Dios como justificación para matar a quien no se conoce.
Pero también, y es lamentable, ciertas personas “de a pie” apañan estos actos. Vale como ejemplo los dichos de una reconocida actriz días atrás respecto de la existencia de una violencia defensiva y otra defensiva, dejando entrever que la reacción de los terroristas era motivada y estaba justificada por la violencia que sobre sus pueblos ejerce el “imperio”.

Pero nos preguntamos: ¿qué violencia ofensiva ejercieron las ocho personas que murieron en Nueva York? ¿Qué agresión produjeron desde sus bicicletas los cinco argentinos muertos en el ataque? ¿Qué tenían que ver con el “imperio”?
Toda violencia de civiles inocentes es condenable, venga de donde venga y la produzca quien la produzca. En Afganistán, Siria o en Nueva York la vida humana es la misma y con igual dignidad. No hay asesinatos buenos y asesinatos malos.
Toda vida, no importa ni el color ni la raza ni la religión ni el sexo, tiene el mismo valor. Todo acto que quite la vida de otro es condenable. Y como lo padecimos en carne propia con el atentado a la embajada de Israel, la anomia y falta de reacción sólo engendra la repetición de lo sucedido. Esta vez fue lejos pero golpeó cerca. Espero que esa falta de acción en nuestra propia defensa no nos sea cobrada a futuro en la peor forma.

(*) Abogado. Doctor en Ciencias Jurídicas. (**) Abogado. Magister en Derecho y Argumentación Jurídica.

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