Por Sergio Castelli* y María Constanza Leiva**
Sin duda, muchos de nosotros, la primera vez que estuvimos frente a un “Starbucks” nos detuvimos a contemplar la famosa cadena del café; ese gigante estadounidense que actualmente cuenta con más de 24.000 tiendas alrededor del mundo, pero que, hace apenas 46 años, comenzó como una pequeña tienda de venta de granos de café ubicada en Seattle, fundada por tres amigos que apostaban a la vida comercial.
Diez años después de su primer local, se incorpora a la sociedad Howard Schultz, un empresario que luego de un viaje a Milán trajo la idea de complementar la venta de café en grano con la de de café expreso y otras bebidas, lo que fue rechazado inicialmente por los socios fundadores, por considerar que esta nueva actividad distraería el objetivo original de la empresa, aunque luego esta sería la piedra angular sobre la que se construiría el éxito de la afamada franquicia, siendo hoy la cadena de cafetería más reconocida.
Lo más llamativo de esta historia tiene que ver con la elección del nombre y el diseño del logotipo que la identifican, y viene dado por el hecho de que, para sorpresa de muchos, todo surgió gracias a Herman Melville y su conocida novela Moby Dick.
A la hora de abrir la tienda de café y escoger un nombre para ella, los socios creadores se inspiraron en esta famosa novela del siglo XIX, probablemente atraídos por la fantasía y el romanticismo que envolvía a los marineros primeros comerciantes del café, y sus fuertes raíces con el puerto de Seattle.
Según relata Howard en su libro Vierta su corazón en ello: cómo Starbucks construyó una compañía, una copa a la vez, a uno de los socios le agradaba “Pequod” -el barco de la novela-, pero su socio creativo, Terry Heckler, respondió: “Nadie va a beber una taza de Pee-quod” (en inglés “pee” significa “pis”). Y, tras debatir, la compañía pasó a llamarse con el primer oficial del Pequod, Starbuck.
El logo, en sintonía con la tradición marinera, es la imagen de una sirena de doble cola enmarcada en un círculo verde, rodeada del nombre de la marca. La versión oficial indica que fue elegida luego de revisar una gran cantidad de libros sobre marinos, y fue en uno de ellos donde encontraron el grabado nórdico en madera del siglo XVI, la misteriosa sirena de dos colas los sedujo.
Sin embargo, no hay uniformidad de opiniones sobre su significado. Algunos afirman que se trata de Melusina, personaje de la mitología, la doncella convertida en dragón-serpiente de la cintura para abajo. Y otros, afines a la alquimia, sostienen que las dos colas de la sirena simbolizan la dualidad propia de esta disciplina, la unidad de la tierra y el agua, el cuerpo y el alma.
De lo que sí podemos estar seguros, es que la misteriosa sirena ha cumplido su objetivo con creces, cautivando al público consumidor del mismo modo que lo hacía con los marineros en los cuentos fantásticos.
* Agente de la Propiedad Industrial. ** Abogada