Messi, el Barça y el Fair Play Financiero

Poco a poco el mundo va retomando la normalidad y vuelven a ocupar la atención del público y la prensa informaciones que quedaron suspendidas por el paréntesis impuesto por la pandemia del covid-19.

Dentro de esta paulatina normalización vivimos en las últimas semanas, en el ámbito deportivo, dos acontecimientos que conmovieron al mundo. Uno, las olimpiadas de Tokio; el otro, el pase de Lionel Messi al París Saint Germain, dejando atrás su fructífera etapa en el Barcelona FC.

Efectivamente la conmoción que causó el pase de Messi tuvo ribetes espectaculares. Sin embargo, no nos ocuparemos en describir lo que todos ya hemos visto sino en analizar un punto que pasó un tanto desapercibido y que es la causa de que el astro argentino haya abandonado el Barcelona. Éste no es otro que las normas de la UEFA que imponen el Fair Play Financiero.

Una parte importante de las causas por las que Messi no continua en el club catalán se debe no a cuestiones emocionales como algunos deslizaron (“a Lio no lo quieren en el club”) sino a que se tuvieron que cumplir los requisitos de Fair Play Financiero que exigen la UEFA y la Liga española. Lo que decimos se ve reflejado en el mensaje emitido por el Barça en el que se expresó: «A pesar de haberse llegado a un acuerdo entre el FC Barcelona y Leo Messi y con la clara intención de ambas partes de firmar un nuevo contrato en el día de hoy, no se podrá formalizar debido a obstáculos económicos y estructurales».

¿Qué es el Fair Play Financiero? Se trata de una medida tendiente a sanear las finanzas de los clubes con deudas, evitando que gasten más dinero del que les ingresa. En esta dirección, la UEFA dispuso para todas las federaciones que la integran un tope salarial que no sólo deben respetar, sino que, además, impide que los clubes gasten más de 100 millones de euros de la suma que tengan como ingreso. En caso de que las entidades violen esta disposición, se prevén sanciones que van desde amonestaciones hasta una posible descalificación, algo que ya sucedió en varias ocasiones. 

Para evitar el castigo, el Barcelona desistió de continuar su relación contractual con Messi. La real causa de su salida no fue emocional sino que se debió al deber de acatar la iniciativa de la UEFA y la Liga Española. Gran parte de la decisión tuvo su origen en la enorme deuda que tiene el club catalán, que fue generada no sólo por los problemas financieros ocasionados por el coronavirus sino por la pésima gestión de su ex presidente Josep María Bartomeu, quien durante su mandato elevó la deuda del club a cifras varias veces millonarias. 

En nuestro país se ha intentado, a escala AFA, implementar políticas parecidas pero que lamentablemente no han sido debidamente observadas. Parece ser que imponer austeridad y control racional de gastos es un imposible por esta parte del mundo, en el fútbol o fuera de él. Parece que se tratara de un modo patológico de manejo de recursos en ámbitos públicos. De allí que tengamos clubes fundidos y -a escala macro- un país con terribles problemas económicos.

Pese al discurso dominante, el problema de base no es el endeudamiento sino el gasto descontrolado que debe ser financiado de alguna manera. Este gasto tiene su origen en malas administraciones, falta de controles debidos y políticas de corto plazo, que permiten temporalmente “disfrutar de una fiesta” que a la larga se paga. Es lo que pasó con el Barcelona, que generó enormes gastos financiados con una deuda descomunal y que terminó con la partida de su ídolo máximo, el que ahora disfrutan en París y extrañan y lamentan en Cataluña.

(*) Abogado. Doctor en ciencias jurídicas

(**) Abogado. Magíster en derecho y argumentación jurídica