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La psicología al servicio de la mediación: la trilogía de las emociones (I)

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Por Claudia Sciú (*)

A pesar de que es un lugar común decir que en mediación afloran las emociones, no resulta sencillo gestionarlas permitiendo que fluyan y tomen un sitio en el proceso.

Las emociones de tono desagradable puede que generen situaciones de incomodidad en la mesa y ¿qué hacer? ¿pasarlas por alto?, ¿permitir un pequeño desahogo para seguir con lo que de verdad importa?, ¿hasta qué punto hay que permitir su expresión?

En no pocas ocasiones los mediadores nos protegemos a nosotros mismos, alentando a que la catarsis emocional transite lo más rápido posible para aliviar la situación de tensión que estas situaciones generan; cuanto antes mejor, pasemos la catarsis y ya.

Si comprendemos qué significan las emociones, para qué están presentes en la vida de las personas, y cómo gestionarlas, es posible que se amplíe la base de competencias para intervenir. Haciendo la salvedad y la distinción de que las reuniones de mediación no son sesiones de terapia, es la psicología la que puede aportar una comprensión más amplia acerca del tema.

Es así como, al ampliar esta base de comprensión sobre los procesos emocionales, los mediadores pueden localizarlos en su self para luego extender dicha comprensión hacia los otros cuando la emocionalidad llega a la mesa. En tanto que las emociones son comunes a todos los seres humanos es importante conocer su arquitectura y su dinámica.

En su etimología la palabra “emoción” proviene del latín “emotio o emotions”, derivada de “e-movere”, mover, es interesante que la propia etimología aluda a movimiento, ya que la emoción nos saca del estado habitual y nos impulsa a movernos hacia un estado diferente; es decir. las emociones mueven comportamientos. 

Desde la comprensión filosófica en la Antigüedad, en griego las pasiones humanas son llamadas “pathos”, estados corporales que se producen sin la intervención de la voluntad, base sin dudas de las conocidas tragedias griegas.

Las emociones tienen un sustrato neural innato y universal; surgen de la evolución de la especie humana, son respuestas de tipo psicofisiológicas a los estímulos tanto internos como externos, han estado y están al servicio de la adaptación del ser humano al entorno y a preservación de la supervivencia.

Las emociones involucran aspectos cognitivos: percepciones y pensamientos; aspectos fisiológicos: reacciones corporales; acciones y expresiones: comportamientos.

Este repertorio de la experiencia humana desempeña un papel trascendental en la toma de decisiones, la comunicación, la vinculación con los otros y en un sentido más amplio, son el combustible para la gestión de nuestra propia vida. 

En 1970 Paul Ekman, en sus investigaciones, concluye en que existen emociones básicas comunes y universales tales como sorpresa, asco, miedo, alegría, tristeza e ira; a su vez, existen las emociones secundarias o más complejas que surgen de diferentes combinaciones y variaciones de estas emociones raíz. Haré una breve descripción acerca de la finalidad de cada una de ellas:

Alegría: aparece cuando estamos frente a un estímulo gratificante y positivo, persona, situación, lugar; se corresponde con la expresión facial de la sonrisa y en términos de comportamientos nos impulsa hacia la cercanía.

Miedo: ocurre ante situaciones reales o imaginadas que se viven como amenazantes, la expresión facial es de tensión, y en términos de comportamiento nos impulsa al ataque, la huida o la paralización.

Tristeza: surge ante la percepción de pérdida de toda índole, la expresión facial es de llanto y en lo corporal de lentitud, desgano; nos impulsa al aislamiento, el reposo o la búsqueda de ayuda.

Ira: se hace presente cuando percibimos que la situación es injusta, o perdemos algo valioso, o sentimos nuestra interioridad amenazada o sujeta a alguna provocación. Está fuertemente relacionada con la emoción secundaria de la frustración. Se dispara muy velozmente y nos impulsa a responder verbal y físicamente con énfasis y en ocasiones con violencia. Es la emoción más reactiva de todas. 

Sorpresa: aparece frente a un estímulo inesperado, puede ser de carácter agradable o desagradable, en su expresión facial se cae la mandíbula, nos impulsa a acercarnos o apartarnos según sea su carácter; es la emoción de menor duración.

Asco: se genera al rechazar algo que experimentamos como peligroso. Se conoce como la emoción adaptativa por excelencia, ya que está al servicio de la preservación de la vida (por ejemplo, surge ante un alimento en mal estado), su expresión corporal es a nivel de estómago y nos impulsa a alejarnos.

Podemos concluir entonces en que esta categorización se observa en todos los seres humanos y que además estas emociones básicas o raíz pueden agruparse en dos tonos: agradable y desagradable, impulsoras de comportamientos como ir hacia o alejarse de. 

Llegamos hasta aquí con las primeras comprensiones en el próximo artículo veremos cómo opera su dinámica. (Continuará)

(*) Lic. en Psicología Mat. 2644 – Mediadora Especialidad Familia Mat. 316

Comentarios 2

  1. Adriana Orsi says:

    Como siempre dando excelencia y valor a la Mediaciòn con tus aportes Claudia!

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