Por Bernardo Kliksberg / Especial para TELAM
La pobreza está aumentando fuertemente en el continente europeo. Según Eurostat, es 46% en Bulgaria, 43,1% en Rumania, 37,4% en Letonia, 29% en Lituania, 23% en España y 22% en Gran Bretaña. Según la Unión Europea, en los 27 países pasó de 85 millones en 2007 (17%) a 115 millones en 2009 (23%) y sigue subiendo. El desempleo de la Euroárea es actualmente de 10,3% y continúa creciendo.
Las recetas de austeridad han agudizado los problemas. Roubini, reconocido economista, planteó en el Foro de Davos que están generando un círculo perverso y no resuelven los problemas a los que apuntan. Más austeridad en medio de la recesión, como la que se está aplicando en Grecia, Portugal, Irlanda e Italia, produce baja del producto interno bruto (PIB), caída de la demanda, menor recaudación fiscal… y sube la desocupación.
Se estima que el PIB de la Euroárea no creció más que 1,5% en 2011 y puede bajar 0,8% en 2012. El de Inglaterra sólo creció 0,9% en 2011. El de Grecia descendió 5,2%. Se está por aplicar a la economía griega una reducción de 25% en los salarios privados y en el salario mínimo.
Los resultados macroeconómicos son inquietantes y hay un grave deterioro social. Schwab, el fundador del Foro de Davos que reúne a los principales empresarios del mundo, planteó a su inicio: “El capitalismo en su forma actual ya no encaja en el mundo. No hemos sabido aprender de la crisis del 2009”.
¿No hay, acaso, otra alternativa a los ajustes ortodoxos?
No parece. En la misma Europa hay un ejemplo: Suecia, que mantiene virtualmente intacto su Estado de Bienestar, creció 4,3% en 2011. Junto con Noruega, Dinamarca y Finlandia, el modelo escandinavo combina buen crecimiento, competitividad y progreso tecnológico con baja desocupación y alto desarrollo humano, todo ello basado en los mejores niveles de equidad del mundo.
También les va bien hoy a las economías de América del Sur, que experimentan amplias reformas sociales. El PIB de Brasil ha sobrepasado el de Gran Bretaña, transformándolo en la sexta potencia económica del mundo después de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia. Su desocupación ha bajado a un nivel récord. Es 5,2%, la mitad de la de la Euroárea. Los gobiernos de Lula y Dilma sacaron de la pobreza a 40 millones de personas. Dilma está ahora invirtiendo 12.000 millones de dólares para los próximos tres años en su programa “Brasil sin Miseria” que se propone sacar de la pobreza extrema a los 16 millones de brasileños afectados por ella.
Argentina creció en 2011 8,5% y en los últimos ocho años, en las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, 7,8% anual. Según consultoras privadas, de 20% a 25% de la población salió de la pobreza y se convirtió en clase media. La desocupación termina de bajar a 6,7%. Aumentó fuertemente el valor del salario promedio, del salario mínimo y de las jubilaciones.
En Uruguay la pobreza se redujo en los gobiernos del Frente Amplio de 39% a 15%. El PIB creció 8,5% en 2010 y 6,3% en 2011.
La deuda externa de todos ellos está muy por debajo de las europeas. En Argentina representa 45% del PIB, en Brasil 59%, frente a 79% de Gran Bretaña, 82,3% de Francia y 120% de Italia.
En todos esos países el apoyo público a los gobiernos basado en su gestión es muy elevado.
Las reformas potenciaron la producción nacional, el mercado interno, la ciencia y la tecnología, la educación, la salud. Fue un crecimiento compartido. La desigualdad ha bajado significativamente en Brasil y Argentina. E impulsaron fuertemente la integración regional.
Frente a las frustraciones reiteradas con las recetas ortodoxas en Europa, parecería que es hora de que se miren con toda atención experiencias como las nórdicas y las de los modelos renovadores del sur. Los resultados diferenciados están a la vista.