Los yacimientos de hidrocarburos denominados “no tradicionales” suman importantes reservas adicionales, que modifican las fuentes productivas y permiten a Estados Unidos lanzarse al mercado internacional con diversos fines.
Hasta hace poco más de un año se consideraba que las existencias ubicadas de petróleo se agotarían, a más tardar, en alrededor de 40 años y que la economía universal sufriría esa carencia en forma muy aguda, razón por la cual los investigadores se empeñaban en buscar febrilmente sustitutos basados especialmente en el nitrógeno, pero todavía ese logro lo consideran bastante distante de concretarse y estiman que insumirá no menos de una década.
Estados Unidos posee yacimientos de abundancia muy significativa aunque consume la cuarta parte de la demanda anual ecuménica, a un promedio de unos 21,5 millones de barriles diarios. La decisión política de importar 40% de sus requerimientos tenía como finalidad extender lo más posible la vida útil de dichas fuentes locales tradicionales de petróleo y gas. Semejante esquema fue conmovido por la localización a gran profundidad (entre 2.000 y 4.500 m.) de importantes reservas de esquisto que modifican sustancialmente la realidad preexistente; lo cierto es que 25 años antes lo habían hecho pero no a gran escala como ahora…
En forma coincidente, en territorio argentino se hallaron tales tipos de esquistos en promisoria cantidad, ubicándose como segundos máximos reservorios de gas de esa naturaleza y cuartos en materia de petróleo, ambos en la zona conocida como Vaca Muerta (Neuquén), sospechándose que en diversas áreas patagónicas pueden existir otros no menos relevantes. Tal presunción no tardó en confirmarse gracias a nuevas perforaciones cercanas al golfo de San Jorge (Chubut), sin que se haya dado por finalizada la tarea de prospección y cateo.
El proceso de extracción y distribución
La explotación se realiza previo tratamiento con agua inyectada a presión para despegarlo de las rocas a que está adherido; luego se procede a licuarlo primero y gasificarlo después “in situ” para su posterior elevación y surgencia hasta la superficie. La técnica que debe ser utilizada al efecto no es sencilla y sólo EEUU la posee. Desde la década de los años 80 (siglo XX) la experimentó, aunque en mucho menor escala, y acumuló suficiente experiencia hasta alcanzar un progresivo avance en el uso diario de modalidades cada vez más eficientes y económicas.
Obviamente, el descubrimiento de nuevos y muy extensos yacimientos de combustibles “no tradicionales”, como se los identifica, ha impulsado a Washington a cambiar radicalmente su política de provisión y comercialización. Casi de inmediato ha dejado de comprarlo en Nigeria, en buena medida también en Venezuela y a varios países de la OCDE (Angola, Argelia y Brasil, entre ellos), siempre respetando el circuito tendido en participación con Canadá. Por consiguiente, de ser el mayor importador ha pasado a desempeñarse como flamante exportador de “shale”, creando un nuevo circuito que incide directamente sobre los niveles de precios, según su calidad y la rentabilidad de los procesos.
A ello se deben sumar las derivaciones del conflicto en parte de Ucrania, que han entablado Rusia con los países de la OTAN, liderados por EEUU. Esta nueva contingencia con secuencias bélicas ha llevado a impulsar la primera crisis específica e interrumpir los suministros de combustibles desde el este a Europa Central y Occidental (especialmente Alemania), lo cual Moscú está tratando de compensar mediante un acuerdo por 40 años para atender en todo su transcurso a parte de la demanda china. En medida menor también siguen conservando otros mercados adicionales, como son India e Indonesia.
Esa diversa configuración, en los hechos ya consumada, afecta en alto grado el esquema que antes había pergeñado la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), en cuyo seno las variaciones ocurridas no han podido ser reencauzadas y han venido generando un cierto grado de conflictos que no se logra superar en el corto plazo. Prueba palmaria de ello es que los tradicionales proveedores de Medio Oriente, aun con dificultades en alza, siguen trabajando sin variar métodos, destinos y cotizaciones que EEUU ha reducido a un tercio de su máximo histórico para “ahogar” a cierta competencia.
Los pronósticos sobre la evolución futura de la economía mundial para 2015 y quizá también en 2016, con vigencia de una elevada sobreoferta, imponen en los hechos una muy lógica prudente contención de los importadores. Se admite una transitoria tendencia bajista en materia de precios, lo cual viene minando la anterior unidad conductiva de la precitada entidad Internacional. Sólo Arabia Saudita sigue sin planear reparos pese al virtual derrumbe habido en el Índice Dow Jones, tal como lo refiere la Agencia Internacional de Energía (AIE).
En muy pocas oportunidades durante el último siglo se ha verificado un desajuste de semejante magnitud. La cotización del barril de petróleo logró trepar en su expresión histórica máxima a US$140; pero para septiembre ppdo. había descendido a US$110. Desde entonces en adelante, el direccionamiento hacia un virtual abismo no ha tenido límite lógico y en alrededor de un trimestre lo precipitó por debajo de US$50.
La evolución de los precios
El impacto de la conmoción antes referida es tal que en agosto de 2008 los países de la OPEP exportaron 180,6 millones de barriles pero para septiembre de 2014 bajaron a sólo 87 millones de barriles, o sea apenas a 46,3% expresado en cantidad de barriles, y quedan reducidos a 30,9% a valor monetario. En ese proceso gravitó la información oficial de que en Washington se había dado por primera vez “vía libre” a la exportación de hidrocarburos. Las acciones de tropas rebeldes en Irak, Siria y Libia crearon adicionalmente un tremendo estado de inquietud que en dichos países también incidió para reducir las disponibilidades de combustibles “tradicionales”, oscureciendo aún más todo intento proyectivo para dimensionar el mercado y eliminar esa incógnita, hasta ese instante imposible de despejar.
Por otra parte, la prolongación del enfrentamiento de la OTAN con los islamistas, que pretenden instalar un califato religioso, coadyuva para mantener en Irak y Siria salidas obligadas de oleoductos pues junto con Líbano son áreas adecuadas para la navegación en el mar Mediterráneo, parte del circuito de su transporte hacia los diversos destinos del orbe.
Pese a la suma de contrariedades y desfases, lo curioso es que el Boletín Oficial especializado de la Petroleum Inteligence Weeky, de octubre ppdo., describió un escenario que remarcaba la sobresaturación en las economías que rodean ambas costas del océano Atlántico mientras Nigeria con otros productores no encontraban compradores en toda Asia.
Es lógico que nos preguntemos si esas dificultades casi insalvables, que antes no existían, son fortuitas o si detrás de ese virtual caos aparentemente generalizado operan grupos empresariales que, junto a algunos países, se han propuesto aprovechar la oportunidad para hacer desaparecer a una serie de competidores que “los molestan”. Por lo pronto, en vez de incrementarse en unos 800 mil barriles anuales -como sucedió en el período 2010/13-, dos veces se redujo la proyección y las ventas efectivas en alrededor de 6 millones de barriles mensuales.
La realidad es que nadie se cruza de brazos. Los excedentes de EEUU cubren en alta medida las actuales necesidades de España, Francia, Alemania e Italia, que han visto interrumpidas las remisiones de Rusia como replica a su posición frente al antes mencionado conflicto que mantiene con Ucrania. Aun así, es evidente que no quiere dejar de estar “presente” en el mercado de China, aunque ésta optó por mantener a varios proveedores de menor envergadura (incluso Colombia), prefiriendo frenar la expansión de los embarques originados en el máximo protagonista en el ejercicio actual del “poder mundial”.
Los otrora reyes del circuito comercial de combustibles, como Arabia Saudita y los miembros más destacados de la OPEP que bordean el Golfo Pérsico, procuran no ceder espacios y rechazan de plano depender de su principal rival y primera potencia mundial para que no rija a voluntad en el esquema petrolero global. Durante la última reunión de la cúpula de la OPEP, celebrada a fin de noviembre ppdo., rechazaron airadamente bajar el volumen de sus ventas y se mostraron dispuestos a defender sus posiciones.
Los que sonríen y los que están preocupados
Es de suponer que los consumidores-usuarios están satisfechos pues gastan menos en combustibles, pero los niveles actuales muy probablemente sean transitorios. La extensión y/o agudización de los enfrentamientos descriptos dependen de cómo se vayan definiendo las posiciones pero, cualquiera sea quien logre primar, corregirá con premura “hacia arriba” las actuales cotizaciones. Para los consumidores argentinos no hay visibles cambios pues los precios internos no están supeditados a los altibajos de los vigentes en el exterior.
Los centros de analistas más calificados también han reparado en algunos casos específicos, como el de Noruega, donde las exportaciones petroleras generan 20% de su respectivo PIB y lo que suceda es de vital trascendencia, pero a los”grandes” eso no les importa mucho. En cuanto al nuestro, paralelamente al “ahorro” circunstancial debido a la menor cotización de tales importaciones que alivian la balanza comercial en no menos de US$3.000 mil millones durante el año, la cara negativa se habrá de sentir cuando procuren intensificar la explotación de Vaca Muerta, ya que en lo inmediato dejará de ser prioridad dado que por el momento será bastante más costosa que la de fuentes tradicionales. Por lo pronto, los cinco años que se calcularon antes de que se precipitaran estos acontecimientos para lograr un grado integral de explotación tendrán que extenderse notoriamente, en espera de un contexto más favorable.
Frente a tales circunstancias, los estudios específicos, obligadamente parciales, colocan en primer plano sugerencias de los que asesoran a los bancos internacionales y mayores empresas privadas nacionales pues temen que el proceso se extienda varios años en definirse y los más fuertes inversores estén jaqueados por la atención de los compromisos que han contraído cuando la situación era muy otra. Su principal preocupación versa sobre cuánto tiempo llevará dilucidar la situación y superar los enfrentamientos desatados actualmente. Dado que este dato es imposible de obtener en un plazo prudencial, cierta parte de ellos, y sus gestores de “más alto vuelo”, empiezan a apelar a respaldos preventivos; es decir, adoptando como meta de una perspectiva concreta que, si se extiende exhibiendo avances parciales, acompañarán con los recursos que “sean necesarios” para sustentar adecuadamente la prosecución en la gestión de tales entidades a la espera de mejores tiempos.