Al continuar con nuestro aporte al estudio y análisis de los conflictos públicos, queremos compartir una experiencia ocurrida en el taller que desde hace algunos años organizamos en la Dirección de Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos (Dimarc).
Por Alejandra Ruiz* y Sonia Zilbergerg** – Exclusivo para Comercio y Justicia
El 4 de diciembre pasado estaba previsto el cierre anual del Taller de Conflictos Públicos, en el cual un grupo de mediadores viene capacitándose en herramientas para el abordaje de tales controversias. Fue un día muy especial para nuestra ciudad por lo que las actividades previstas por nosotros fueron suspendidas y, dentro de ellas, la culminación del taller.
Nuestro objetivo en este artículo no es analizar lo sucedido sino reflexionar sobre las herramientas que los MARC (Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos) proveen a la sociedad, como modo de contribuir tanto para la anticipación de los conflictos como así también restaurando las heridas inevitablemente abiertas en situaciones de tal magnitud. Existe una ilusión de que “los conflictos se resolverán solos con el tiempo”, pero la realidad es que, en la mayoría de los casos, se produce el fenómeno de la escalada, la proliferación y el contagio, que no debería tomar por sorpresa a quienes tienen facultades de decisión en los diferentes ámbitos.
Por tanto, habilitar canales e instrumentar políticas públicas que contribuyan a las prácticas conversacionales es un modo de atender a las múltiples aristas que convergen en la escalada de los conflictos que requieren intervención del actor estatal en cualesquiera de sus niveles. Repasando las herramientas que nos proporcionan los MARC, debemos tener presente en qué etapa se encuentra la controversia, pues en cada una serán diferentes las intervenciones y roles posibles de quienes deban gestionar el conflicto.
Los mediadores con competencias para trabajar este tipo de hechos tienen especial formación para analizar y asesorar sobre las herramientas de resolución de conflictos adecuadas, diseñar intervenciones en equipos multidisciplinarios para generar confianza que favorezca el dialogo respetuoso y, finalmente, poder interpretar un “escenario de crisis”.
El citado escenario es una hipótesis o conjetura que se orienta a mejorar la acción y la respuesta a una circunstancia potencial que puede ocurrir en la realidad. Cabe destacar que una crisis es una situación en la que alguien (individual o colectivo) se encuentra y puede cambiar su posición relativa de poder; lo que implica tomar decisiones fuera de la estabilidad, obligando a una nueva acción que implica un desconocimiento y una tensión entre ser y no ser. Resulta habitual la conformación del “comité de crisis”, es decir un grupo de personas especializadas en diferentes campos, que coordinan sus diversas destrezas para lograr un objetivo en común durante la situación crítica. Es importante incluir la figura del mediador en él, de manera más continua y habitual. Así también en otros mecanismos previstos por la legislación.
En torno a los diferentes conflictos ocurridos, se ha escuchado en los últimos tiempos, de los distintos actores políticos, la necesidad de resolverlos por medio del diálogo, pero para dialogar se requiere generar espacios y clima que favorezcan dicha práctica. Es imprescindible entonces que la ciudadanía trabaje cooperativamente y discuta los temas que le interesan como sociedad. Un proyecto que consideramos valioso es la “conversación pública”, la cual hemos abordado en otras oportunidades. Nos podemos adelantar a expresar que la conversación es la base de convivencia armoniosa y se trata de “hablar con” y “no hablar a”. Implica escuchar y tomar decisiones que favorezcan la vida democrática. La Mediación Social y Comunitaria resulta muy beneficiosa en este campo.
Desde que comenzaron a instrumentarse los planes pilotos de mediación en las dos décadas pasadas se ha avanzado mucho para lograr que los MARC y la mediación, especialmente, se conviertan en un campo legítimo e instituido para la resolución de las controversias que afectan la vida en sociedad. El compromiso de los mediadores ha contribuido enormemente a su expansión.
De igual manera, hoy el desafío es también ver los numerosos aportes que se pueden realizar mediante la difusión de las herramientas que proveen los MARC para la construcción de ciudadanía responsable y participativa. Repensar el campo de la mediación extrajudicial, social y comunitaria es sólo el comienzo de lo mucho que podemos contribuir para la gestión y transformación de conflictos públicos.
Bibliografía. ELIZALDE, Luciano. Estrategia en las crisis públicas. La Crujia. Buenos Aires, 2004.
(*) Mediadora, docente, investigadora UCC. (**) Mediadora intercultural,
docente, responsable de implementación de Programas de Mediación Comunitaria