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Cuba, en tiempos de cambio, exige nuevas respuestas de EEUU

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Una visión precisa desde los instrumentos que sostuvieron y sostienen el bloqueo a Cuba echa
luz sobre las consecuencias de una política errática desde el norte. La visión de un experto

Por Gonzalo Fiore Viani* *

El “embargo total” de Estados Unidos a Cuba rige desde el 3 de febrero de 1962, cuando fue establecido por John F. Kennedy. El 3 de marzo de 1996, el gobierno de los Estados Unidos, durante la presidencia de Bill Clinton, promulgó la Ley Helms-Burton. Su propósito fue endurecer de manera considerable el embargo a Cuba. Si bien se la conoce así por los dos senadores que la impulsaron, su nombre oficial es “Ley de la Libertad Cubana y Solidaridad Democrática”. La norma siguió a otra publicada en 1992, también durante la administración de Clinton. Denominada “Ley para la Democracia en Cuba”, más conocida como Ley Torricelli, prohibió a cualquier subsidiaria de empresas estadounidenses celebrar acuerdos comerciales con ese país caribeño.
La normativa también indica que el levantamiento del embargo es una facultad exclusiva del Congreso estadounidense, lo que evita que cualquier presidente pueda eliminarlo por decreto. El Título III de la ley Helms-Burton siempre se mantuvo en suspenso, aunque eso podría cambiar en el transcurso de las próximas semanas. Esa sección determina que cualquier compañía, tanto estadounidense como extranjera -incluidos sus directivos-, que celebre cualquier tipo de contratos con la isla, pueda ser objeto de represalias legales. También fija penas contra cualquier aeronave o buque que llegue a Cuba. Además, establece que cualquier ciudadano estadounidense, entre quienes se incluyen los cubanos naturalizados, tienen la potestad de demandar a cualquiera que “se beneficie por las propiedades nacionalizadas” por el gobierno cubano.

Cada presidente pospone por seis meses la aplicación del Título III de la ley, en parte debido al rechazo de la diplomacia internacional. Sin embargo, el gobierno de Donald Trump, mediante su secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció que va a prorrogarlo durante 45 días para someterlo a revisión. Eso se produce en el contexto de una mayor apertura económica de la isla. Con la aprobación de su nueva constitución en febrero pasado, por primera vez desde que se declaró el carácter socialista de la Revolución en 1961, reconoce oficialmente la propiedad privada y la posibilidad de que ciudadanos extranjeros puedan invertir en el país, siempre mediante intermediarios cubanos. El presidente Díaz-Canel expresó hace unos meses que lo considera una provocación. Hay que tener en cuenta que el anuncio de Pompeo ocurre en medio del año preelectoral en Estados Unidos. La comunidad cubana residente en Miami es importante a la hora de contar los votos en Florida.

Historia de un fracaso
La ley Helms-Burton, en su momento, fue duramente criticada por distintos sectores de la comunidad internacional. Particularmente importante fue la crítica del Vaticano. En 1996, quien era secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede -equivalente a un canciller-, Jean Louis Tauran, viajó a La Habana para anticiparse al encuentro entre el papa Juan Pablo II y Fiel Castro. Allí se refirió a la ley, entonces recién promulgada, expresando su rechazo categórico por “el aislamiento y el bloque como métodos para las relaciones internacionales”. Agregó además que “no nos gusta la política del imperio”. El apoyo del Vaticano fue un gran sostén diplomático del gobierno de Fidel Castro a partir de la caída de la Unión Soviética en los años 90.

Lo cierto es que la política norteamericana respecto a Cuba no ha logrado tener más éxito que el de ahogar al pueblo del país. El gobierno de Estados Unidos no consiguió con el embargo ni con las subsiguientes leyes que lo endurecieron terminar con el gobierno de los Castro y destruir la economía del país.
La probable entrada en vigor del Título III de la ley Helms-Burton debería poner en alerta a gran parte de la comunidad internacional. Representa una grave injerencia en los asuntos internos de terceros Estados. También podría ocasionar pérdidas multimillonarias a empresas y a ciudadanos particulares de distintos países del mundo. Esto se produce, además, mientras el gobierno de Miguel Díaz-Canel, primer presidente nacido posteriormente a la Revolución, intenta una apertura económica sin precedentes en el país. Son tiempos de cambio para Cuba, pero también deberán serlo en Estados Unidos. El bloqueo, el sabotaje y el embargo como políticas de Estado han demostrado tener como única víctima al pueblo cubano.

(*) Abogado. Experto en política internacional

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