ESCUCHARPor Silverio E. Escudero
El paquete de decisiones, acuerdos y disconformidades alcanzados en la reunión del G20 divide aguas. Los analistas internacionales separan el trigo de la cizaña porque, al parecer, en Hamburgo también se habría sembrado el germen de la discordia. La semilla de un enfrentamiento global.
Cada uno de los países asistentes enfrenta el tablero mundial con las fuerzas que tiene, con pretensión de triunfo.
Francia, a pesar de compartir responsabilidades comunitarias, responde a la alianza de pueblos indoeuropeos planteada por Berlín. Apuesta, más allá de su horizonte africano, a profundizar sus lazos con Jordania e Israel, los que considera sus aliados-portaaviones en Medio Oriente.
En el caso israelí -por estos días y al conmemorar el 75º aniversario de la Redada del Velódromo, acaecida los días 16 y 17 de julio de 1945- el presidente francés reafirmó la tradicional posición de su país a favor de la existencia de dos Estados y se ofreció como amigable componedor para abrir un nuevo espacio de negociación entre Palestina y Tel Aviv. Gesto que está siendo analizado con detenimiento pese a la resistencia judía a construir una mesa internacional porque vería licuada su preeminencia frente a la debilidad palestina.
El acuerdo final es complejo. Para que sea “sólido, duradero y controlable” debe ser producto de una negociación final bilateral.
El acto conmemorativo tuvo otros condimentos. Primero, la presencia del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Luego, el tono y la firmeza del discurso del presidente Emmanuel Macron –quien, siguiendo los pasos de sus antecesores inmediatos, dijo-: “Fue Francia la que organizó la redada y las deportaciones y, por tanto, la muerte de las 13.152 personas de confesión judía arrancadas de sus domicilios el 16 y el 17 de julio de 1942 ( …)”.
“No hubo un solo alemán que ayudase en la redada. Es tan cómodo ver en Vichy una monstruosidad, venida de la nada”, afirmó. Porque el régimen de Vichy se apoyaba en tradiciones arraigadas en la Francia de principios del Siglo XX, la del racismo y la del antisemitismo, ejemplificada en el caso Dreyfuss. Por eso “nada de aquello nació con Vichy”, sostuvo y agregó: “Pero nada de aquello murió con Vichy”.
La creciente ola de islamofobia, explicó, “mal nos pese, es promovida por la sociedad francesa”, articulada por la ultraderecha con ataques persistentes hacia la comunidad musulmana que se suman a los que tienen como blanco los judíos franceses. Odio a los judíos, dijo, que adopta nuevas formas, por lo cual Macrón adelantó que no se cederá en nada al antisionismo, porque es una “forma reinventada de antisemitismo”.
Las noticias sobre lo sucedido en Hamburgo son de variado tenor. Desde los gestos prepotentes del presidente estadounidense Donald Trump, que habría tenido en los pasillos algunos roces físicos con otro asistente, hasta las tribulaciones que sufrieron Ivanna Trump y la delegación canadiense, que se vieron en figurillas al soportar el acoso de los militantes antiglobalización.
Otro condimento lo introduce al debate el mexicano Alfredo Jalife-Rahme, profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cuando en una entrevista televisiva concedida a Carmen Aristegui afirmó que la reunión presidencial fue inútil.
En su columna del diario La Jornada se confirmaron todos sus dichos. Si se toman –aseveró- como parámetros de medición los conceptos de estabilidad estratégica, en materia nuclear, y del triángulo estratégico de Estados Unidos, Rusia y China, la primera semana de julio de 2017 parece haber significado un punto de inflexión metahistórico que se encamina a un nuevo orden tripolar entre las dos grandes superpotencias nucleares (EEUU y Rusia) y la máxima superpotencia geoeconómica (China).
“Lo relevante del primer encuentro exitoso del zar Vlady Putin y el presidente empresario Trump fue: 1) que haya ocurrido y haya durado cinco veces más de lo programado; 2) que haya detenido el deterioro estrepitoso de la relación bilateral de Estados Unidos y Rusia que legó la dupla Obama/Hillary, y 3) más allá de los supuestos avances de la agenda abordada, lo primordial radicó en los acuerdos secretos que catalizaron la química entre ambos mandatarios y su postura constructiva, en particular, el contencioso nuclear de Norcorea, en el que irrumpió con fuerza Rusia para intermediar entre Trump y el mandarín Xi (Jinping)”, destacó Jalife-Rahme.
El gran triunfador de la cumbre bilateral, y hasta del G20, fue el “zar” Putin, quien rompe su supuesto aislamiento por el mundo occidental. Suena paradójico –anota Jalife-Rahme- que Trump haya sido aislado por los 19 integrantes del G20 por el tema del cambio climático y del libre (sic) comercio, mientras Putin haya saltado las sanciones occidentales de Estados Unidos y Europa.
“Nunca he escuchado algo más absurdo que el término propagandístico y ahistórico de Occidente que incorpora a Japón (país oriental) y a Israel (artefacto medioriental), mientras exorciza a Rusia: cuando San Petersburgo, capital occidental por antonomasia, fue fundada 73 años antes de la independencia de Estados Unidos”, remarcó.
Si se sigue el pensamiento de Jalife-Rahme y se analiza la dinámica de los vectores y los conceptos de los atractores físicos y del centro de gravedad, la primera semana de julio exhibió un G2 de Rusia y China, que la cumbre entre Trump y Putin está empujando, por lo menos con la ausencia de belicosidad mutua, a un G3.
“En un abordaje multidimensional de hipercomplejidad no-lineal, en la misma primera semana de julio, Trump llegó aislado a Hamburgo: tanto por la cumbre geoestratégica de Rusia y China como por el imponente acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Japón. Putin rescata así a Trump, quien al final de cuentas consigue un empate”, sostuvo Jalife-Rahme.
Otras fuentes, habituales colaboradoras de El Balcón, aproximan su mirada complementaria. Así, Andrea Miraglia, adscripta al Parlamento Europeo, avizora cambios en la política exterior de Estados Unidos, habida cuenta de la llegada a las cercanías de la Sala Oval de Henry Kissinger. El anciano súperasesor, de 94 años, ya realizó tres viajes a Moscú que sirvieron para gestar el encuentro de los “titanes”.
Le adjudican a su talento la derrota de Angela Merkel, relegada al rol “figuranta” aunque Europa toma su destino con sus propias manos, lo que provoca pánico en los seguidores del America first (Primero Estados Unidos), que perciben la destrucción del orden neoliberal global.
En una conferencia pronunciada en la “Academia Estadounidense de Berlín”, Wolfgang Schäuble analizó que duda de si Estados Unidos verdaderamente cree que el orden mundial será igualmente sano si China o Rusia llenasen el vacío dejado por EEUU, y si a China y Rusia les fueron sencillamente otorgados una “mano libre” para dominar las esferas de influencia que han definido para sí mismos.
“En mi entrevista con Sputnik y Radio Uruguay aduje -Jalife-Rahme dixit- que un G3 puede terminar con el orden mundial neoliberal, cuando Merkel ha sido la gran perdedora –la tercera derrota mundial en más de 100 años, esta vez geoestratégica, de Alemania, máxima potencia geoeconómica de la Unión Europea-, mientras Enrique Peña (Nieto, presidente mexicano) era humillado por enésima vez por Trump”.
El analista mexicano, de origen libanés, agregó: “Sin contar su estéril santa alianza con Obama, Merkel cometió varios errores que no habrían cometido sus lúcidos antecesores –Adenauer, Willy Brandt, Helmut Schmidt, Helmut Kohl y Gerhard Schröder, tanto del partido conservador como del Partido Socialdemócrata–, al pretender posicionarse como lideresa del orden neoliberal global a los dos lados del noratlántico y al chocar con las dos máximas superpotencias nucleares del planeta: con Trump, en materia geoeconómica, y con Putin, en geopolítica, desde la Cumbre del G20 en Brisbane”.
