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A 40 años del hundimiento del ARA General Belgrano

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Por Florencia G. Rusconi (*)

En el 40° aniversario del hundimiento del crucero ARA «General Belgrano», este 2 de mayo nos invita a recordar relatos y a revisar la historia. 

Las fechas conmemorativas resguardan a las sociedades del olvido y permiten la conservación de aquellos hechos constitutivos de sus valores. El hundimiento del General Belgrano es eso: un acontecimiento para no olvidar, un cimiento de valores para una sociedad que le rinde honor a sus tripulantes.

Es uno de los hitos más tristemente recordados de la Guerra de Malvinas. El crucero fue atacado fuera de la zona de exclusión, a traición. En esa acción bélica de Gran Bretaña murieron 323 argentinos, más de la mitad del total de los caídos en el conflicto. Es el único barco hundido por un submarino nuclear en tiempos de guerra.

El hundimiento del Belgrano se produjo el 2 de mayo de 1982 a las 17, fuera de la zona de conflicto establecida durante la Guerra de Malvinas. Dos torpedos MK-813, lanzados por el submarino inglés HMS Conqueror, impactaron en la popa y la proa y el buque comenzó sin remedio a naufragar.

Tardó una hora en irse a pique a 4.200 metros bajo el mar, en el fondo de la cuenca de Los Yaganes, al sur de las islas Malvinas. Fue la mayor tragedia naval de la historia de la Armada Argentina. Casi 300 hombres murieron en el primer instante del ataque; el resto falleció en las balsas por las heridas, el frío o el oleaje que se los llevó a lo profundo. El crucero ARA General Belgrano estaba a 210 millas al sur de la isla Gran Malvina. Llegaron a las balsas 770 marinos, 323 murieron en el mar. Algunos de los sobrevivientes fueron rescatados 24 horas después, cuando se mantenían en las balsas de emergencia.

La operación de rescate fue otra gran proeza de los integrantes de la Armada Argentina. Las balsas a la deriva, que se habían alejado 100 kilómetros al sureste del lugar del hundimiento, fueron divisadas inicialmente por un Neptune de la Aviación Naval, que a punto de quedarse sin combustible para su regreso al continente, decidió “hacer una pasada más”, logrando el objetivo de hallar a los náufragos. Con esto se complementó la determinación de los tripulantes del “Gurruchaga”, del “Bouchard” y del “Piedrabuena”, que fueron quienes los rescataron. 

Historial del buque

La unidad había sido construida en 1935 en los astilleros estadounidenses New York Shipbuilding Co. Su poder de fuego radicaba en los 15 cañones de calibre 6″ distribuidos en 5 torres, además de 8 cañones simples de 5″ multipropósito.

El ARA General Belgrano (C-4) fue comprado a la Armada de los Estados Unidos en 1951, cuando era el USS Phoenix (CL-46), por 7,8 millones de dólares.

En aquella fuerza tenía una tripulación de 868 personas. Pero en tiempos de guerra podía llegar a 1,100. Cuando inició sus operaciones en la guerra de las Malvinas iba con 1.093 tripulantes. Durante la Segunda Guerra Mundial, la nave operó en la costa oeste de EEUU y se encontraba en el interior de Pearl Harbor durante el ataque japonés de 1941. De donde escapó sin daños en medio del desastre.

En 1967 se equipó con dos lanzaderas cuádruples de misiles Sea Cat en cada lado. Fue el primer buque argentino en incorporar misiles y en diciembre de 1978 participó en la Operación Soberanía, destinada a recuperar las islas al sur del canal Beagle.

Al inicio de 1982 recibió a 120 cadetes navales y se dirigió en misión de adiestramiento al sur del país.

Malvinas

La de Malvinas no fue una guerra declarada en forma oficial por ninguno de los dos participantes, pero normalmente esto ocurre para evitar complicaciones jurídicas ulteriores. De cualquier forma, deben aplicarse las normas establecidas por la Convención de Ginebra (1949), que establece una cantidad de medidas humanitarias para evitar que ocurran barbaridades.

Pablo Baccaro, abogado de los Caídos del Crucero General Belgrano y autor del libro Fuego 6, 1, 2, ha expresado: “Las reglas de empeñamiento establecidas por Gran Bretaña al momento en que el Belgrano es detectado por el Conqueror establecían que los submarinos estaban habilitados para usar la fuerza en su propia defensa y para atacar aquellas naves que se encontraran en la Zona de Exclusión. Lo interesante es que estas reglas de empeñamiento coincidían con la posición que la propia Gran Bretaña había adoptado frente a la crisis, en aspectos que son muy relevantes al Derecho Internacional. Según esta posición, usaría la fuerza estrictamente necesaria para retomar las islas. Precisamente esto explica la razón para determinar una Zona de Exclusión. Las hostilidades se confinan dentro de la misma, ya que los objetivos de la campaña militar están situados exclusivamente en esa área.”

Zona de Exclusión

Las llamadas Zonas de Exclusión Marítima y otras restricciones a la libre navegación, como la impuesta por los británicos durante el conflicto, no son nuevas ni bien entendidas por todos los dirigentes militares y políticos.

Así, el 12 de abril de 1982, las autoridades británicas, conjuntamente con el mediador estadounidense Alexander Haig, quienes intentaban negociar con la Cancillería argentina, designaron la Zona de Exclusión -con centro en Malvinas- con un radio de 200 millas náuticas alrededor, lo que equivale a unos 370 kilómetros, tema clave semanas más tarde, determinante en el destino del ARA General Belgrano. 

Las negociaciones por la paz se encontraban detenidas. Tal es así, que buques de la marina británica bloquearon las islas con el submarino HMS Spartan S-105, tomando posición frente a Puerto Argentino. La Flota de Mar argentina continuaba apostada en sus posiciones a la espera de cualquier hostilidad enemiga. El grueso de la flota británica emprendía viaje desde la isla Ascensión, a unos 6.400 kilómetros de distancia, hacia Malvinas.

¿Un crimen de guerra? 

El General Belgrano navegaba rumbo al continente y no representaba ningún tipo de amenaza para los británicos. Además, navegaba fuera de la Zona de Exclusión, esa que habían impuesto los británicos. Entonces, ¿el ataque al crucero ARA General Belgrano fue un crimen de guerra? 

En su momento, el Reino Unido se había «reservado el derecho de atacar a cualquier nave o aeronave, dentro o fuera de la zona de exclusión, que considere un peligro para sus fuerzas».

El licenciado en relaciones exteriores y geógrafo David Pellicer, expresó: “El capitán del crucero ARA General Belgrano sostenía que si a la Armada Argentina le hubiera tocado la misma situación, hubiera hecho lo mismo. Pero los británicos autoimpusieron una Zona de Exclusión e incumplieron esa misma norma. Necesitaban un pretexto para hacer la guerra y, así, fuimos el pretexto. Es un doble crimen de guerra. Esto es algo que existe en el establishment intelectual británico, pero solapadamente. No hay una autocrítica feroz pero sí en ciertos círculos intelectuales se sabe que el hundimiento del crucero General Belgrano fue un crimen de guerra y esto no tiene discusión. Insisto, dentro de Argentina algunos no le dan tanta importancia”. 

Podemos considerarlo crimen de guerra o no, pero es un acto pérfido; aunque no fuera considerado por la jurisprudencia internacional como un crimen de guerra, es un acto infame y alevoso desde todo punto de vista, en especial si había una iniciativa de paz como la del presidente Belaunde Terry, del Perú. Se sabía que Argentina aceptaría y, ante ello, la respuesta británica fue el hundimiento del crucero porque Margaret Thatcher necesitaba la guerra. 

¿Hubo alguna investigación argentina? No. Ni el gobierno argentino ni la Justicia lo investigaron.

Fue hundido en el momento en que el gobierno del Reino Unido estaba decidido a avanzar con el conflicto tan rápido como fuera posible. Sabemos ahora que el Gabinete de Guerra inglés envió, el 26 de abril, un mensaje a los submarinos del Atlántico Sur en el que afirmaba que la diplomacia estaba “terminada” y que se anticipaba una solución militar, que finalmente impulsó la alicaída imagen de Thatcher.

Años más tarde, Martín Balza, jefe del Ejército Argentino durante la década menemista, afirmó que lo sucedido en ese entonces con el ataque al crucero General Belgrano fue “un hecho de guerra, aunque algunos lo hayan calificado como crimen de guerra”. 

Además, justificó que el Estado argentino nunca reclamara ante la comunidad internacional. 

Familiares de marinos argentinos que murieron en el ataque denunciaron a Thatcher ante el Tribunal Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo, en el año 2000, pero los jueces desestimaron el caso.

Reflexiones

El conflicto de Malvinas contiene la primera verdadera confrontación naval desde la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. El precio cobrado por la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación Naval durante la guerra en el mar incluye los destructores británicos HMS Sheffield y Coventry, las fragatas HMS Ardent y Antelope, el buque de desembarco HMS Sir Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor.

Los restos del Crucero ARA General Belgrano aún duermen en lo profundo del Atlántico Sur. En 2003, la Armada Argentina y National Geographic, que quería hacer un documental sobre el navío, intentaron hallar el esqueleto oxidado del viejo acorazado hundido. Sin embargo, luego de varios intentos, fallaron en su misión.

La Armada y el equipo de la NGS estuvieron casi dos semanas buscándolo. Pero las adversas condiciones climáticas que se registraron en la zona de rastrillaje, con olas de nueve metros y vientos de más de 60 nudos, imposibilitaron los trabajos. 

La ubicación exacta del ARA General Belgrano y su estado actual de conservación siguen siendo un misterio.


(*) Abogada. Docente jubilada de la cátedra Derecho Internacional Público, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de Córdoba

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