lunes 25, noviembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

Según Lizarralde, las manchas en su camioneta eran de ácido

DECLARACIÓN. El acusado enfrentó a los jueces después de un año sin hacer declaraciones.
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El imputado no respondió preguntas del Tribunal. Negó que las manchas en el vehículo hubieran sido de sangre y relató que el encuentro con Paola fue breve y en total armonía. El jueves se hará una inspección ocular en el rodado.

Por primera vez desde que comenzó la investigación por el asesinato de Paola Acosta, Gonzalo Lizarralde dio ayer su versión de los hechos en el marco del juicio oral que se sustancia en su contra en la Cámara 11ª del Crimen de la ciudad de Córdoba.

Sin responder preguntas al tribunal, el imputado se limitó a describir cómo conoció a Paola sin hacer referencia a la tarde y noche del crimen y, en todo momento, intentó echar por tierra los dichos de los testigos que pasaron por el debate oral. El acusado relató que el miércoles 17 de septiembre fue a la casa de Paola luego de haberse comunicado por teléfono.

“Yo le mando un mensaje de Whatsapp, donde le dije que iría a las 18. Pero ella no me respondió hasta las 21 porque se había quedado sin crédito”, sostuvo. Cuando llega al domicilio dijo que Paola bajó con Martina. “Ahí la conozco (a la niña) más personalmente, hablé con ambas, tuvimos un par de minutos tranquilos, le dejo la plata, me firma el recibo y me voy de nuevo hacia mi domicilio”, expresó.

Al día siguiente, continuó Lizarralde, hicieron todo el reparto, “el penúltimo cliente es la panadería Antonella”, dijo. Se trata del local ubicado en la esquina de la alcantarilla donde fueron encontradas Paola y Martina. Allí, negó que se hubiera bajado de la camioneta pero admitió haber dicho “qué olor a bosta hay siempre acá”.

Siguió relatando que el lunes siguiente, que “no fue el mismo jueves” le pidió a Nelson Márquez, su empleado, que volviera a lavar la camioneta porque se le había derramado ácido de las baterías, que también repartía. “Le dije que ya había intentado sacar las manchas con un trapo, pero que no salieron. Si fuera sangre como dicen, eso no sucede”, sostuvo.

También subrayó durante su declaración que era habitual para él lavar con frecuencia su camioneta. Incluso dijo que pidió a un empleado del lavadero que se esforzara en quitar una mancha porque era supuestamente secuela de una de ácido de una batería que había transportado en su vehículo.

Los peritos
Minutos antes de la declaración de Lizarralde prestaron testimonio tres peritos. El primero fue Lidia Moresti, especialista en genética, quien había realizado los análisis de ADN de las muestras de sangre extraídas del vehículo perteneciente al negocio familiar del imputado.

Seguidamente declaró un perito de apellido Marochi, quien explicó que, a pesar del estado de limpieza del vehículo, logró extraer 21 muestras de sangre. De ellas, 14 identificó como de sangre humana, mientras que en cuatro “no se pudo determinar el grupo sanguíneo”, expresó.

Mientras tanto, se espera que el próximo jueves la camioneta de Lizarralde sea objeto de una inspección ocular en Tribunales II. La medida de prueba fue solicitada por la defensa. El vehículo es clave porque fue en esa camioneta que el acusado se trasladó hasta el edificio donde vivía Paola con sus hijos; y allí habría recibido unas 21 heridas cortantes.

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