Reconocen rubro por pérdida de chance por la muerte de una mecánica dental en accidente

El tribunal observó que no se trató de una pérdida de lucro cesante porque la fallecida era una persona muy activa y tenía distintas actividades con fines de lucro, con las cuales ayudaba a su familia a tener un mejor futuro

La Cámara 6ª Civil y Comercial de Córdoba confirmó la procedencia del resarcimiento por “pérdida de ayuda futura”, aunque lo acotó, respecto del hijo del accionante, a un cálculo en el que se tomó la llegada de éste a la mayoría de edad, 21 años, y no 25 como se había establecido en la sentencia, ya que así había sido peticionado en demanda.

El tribunal resolvió de tal modo al advertir de que los reclamantes, viudo e hijo menor, se vieron privados y se verán privados en el futuro de la asistencia económica que les brindaba la víctima fatal de un accidente de tránsito.

El tribunal integrado por los vocales Alberto Zarza y Walter Simes analizó el recurso presentado por el demandado y la asegurada citada en garantía, que cuestionaron la nominación y extensión del rubro lucro cesante admitido en el fallo.

De la lectura de éste se infirió que la magistrada, si bien refiere al reclamo indemnizatorio con el título “lucro cesante”, lo encuadra y analiza correctamente como “pérdida de ayuda futura” que sufrió tanto el viudo como su hijo a raíz del fallecimiento de quien fue su pareja y madre del menor.

Al respecto, no se dio la razón al recurrente en el sentido de que el rubro debió prosperar bajo el título “pérdida de chance futura” pues en el caso el perjuicio no importa una probabilidad futura sino que efectivamente se presume iuris tantum a partir de la muerte de la cónyuge y madre de los aquí actores, al argumentar que, conforme lo que establecen las normas legales supra referidas, el daño consistente en la privación de lo necesario para la subsistencia se presume iuris tantum en favor de los actores.

En consecuencia, el fallo sostuvo que, siendo que la indemnización reconocida en el fallo no se direccionaba a resarcir una pérdida de chance futura sino los perjuicios reales y concretos que sufrieron las víctimas a raíz del deceso de la causante, no correspondía efectuar una morigeración porcentual del capítulo indemnizatorio tal como lo propone el quejoso en el escrito de impugnación.

En ese estado, el tribunal continuó analizando que el apelante aduce que no surgen debidamente probados los ingresos que a la fecha del siniestro percibía la mujer fallecida.

Al respecto, se valoró que los testigos declararon que la señora trabajaba como mecánica dental y que, además, había abierto una librería, que explotaba junto a su marido.

Por otro lado, el tribunal indicó que no debe soslayarse en el análisis lo dicho por los testigos con relación a que luego del deceso, la librería “se vino abajo” y que el accionante tuvo que cerrarla.

Asimismo, la cámara acotó que el hecho de que el demandante tuviese sus propios ingresos no impide confirmar lo resuelto pues el daño se identifica con el perjuicio que sufrieron los actores a raíz de la ayuda económica o beneficios que recibían debido a la actividad laboral que desplegaba la mujer y, que como bien refirieron los testigos, era destinada a solventar los gastos familiares.

Por ello, la alzada concluyó que en el caso de autos las distintas pruebas rendidas, analizadas de manera interrelacionada, autorizan a presumir que la víctima generaba un ingreso mensual igual al denunciado en demanda.

Por el contrario, en cuanto a la pretensión del apelante de que el capítulo indemnizatorio se calcule sobre la base de un salario mínimo vital y móvil, no se condice con la realidad que evidencia la causa ni con las ganancias que lógicamente resulta dable inferir en atención a las distintas tareas productivas precedentemente consideradas.

Siguiendo con el análisis de las críticas expuestas, el tribunal manifestó que sólo es admisible aquella tendiente a cuestionar el lapso resarcitorio computado a los fines de estimar la indemnización de quien era menor al momento del hecho.

Edad

En esa dirección, la decisión sostuvo que el fallo se refirió que el niño tenía tres años al ocurrir el siniestro, y agregó que la jueza consideró que debía computarse un período de 22 años a los fines de garantizarle la debida asistencia hasta que cumpliese 25 años, pues de esa manera se fomentaba la posibilidad de que el menor continuara con sus estudios.

En respuesta, la cámara observó que, si bien es cierto que doctrina y jurisprudencia mayoritaria respalda dicha postura, no lo es menos que en el caso el actor solicitó ser resarcido hasta que alcanzara la edad de 21 años, lo cual, en virtud del principio de congruencia, constituye un valladar infranqueable.

Por ello los vocales destacaron que, conforme el principio dispositivo, la plataforma fáctica del litigio es incorporada por las partes, sea el actor en la demanda o el demandado en la contestación, agregando que ese ámbito no puede ser invadido por el tribunal, so riesgo de incongruencia.

En consecuencia, en el fallo se resolvió que debe efectuarse nuevamente el cálculo resarcitorio teniendo en cuenta un período de 18 años (es decir hasta que el menor alcance la edad de 21 años).

Autos: “A., S. H. Y OTRO c/ V., N. B. Y OTRO – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ. ACCIDENTES DE TRÁNSITO – EXPTE. N° 5788378”, y “A, S. H. c/ P., T. – ORDINARIO – DAÑOS Y PERJ - ACCIDENTES DE TRANSITO – EXPTE. N° 5370913”