Confirman la validez de una cédula de notificación dejada en el buzón del domicilio fijado en el contrato

El TSJ cordobés destacó que, al no poder dejarse la comunicación en el interior del domicilio del demandado -por estar cerrado el ingreso al edificio-, fue correcta la actuación del notificador

Al haberse acreditado que el oficial notificador obró de acuerdo a previsto por el Código Procesal Civil y Comercial (CPCC), dejando la cédula en cuestión en el buzón, tras llamar al departamento del demandado sin respuesta y estar cerrado el edificio y que la cédula fue dejada en el domicilio especial constituido en el contrato que unía a las partes, sin existir prueba de que el accionante hubiera sabido que el demandado ya no residía en ese lugar, la Sala Civil y Comercial del Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (TSJ) validó lo actuado.

El Alto Cuerpo integrado por Marta Cáceres, Domingo Sesin, Luis Angulo observó que el demandado impugnante planteó el incidente de nulidad de la cédula de notificación invocando que el domicilio denunciado en la demanda no era más el suyo desde hacía más de un año, dato conocido por la actora, y que la cédula de notificación fue dejada en el buzón general del edificio y no en el domicilio específico, lo que importaba una infracción a los artículos 147 y 148 del CPCC.

Sin embargo, para el TSJ los planteos sobre el domicilio al que se diligenció la cédula y la circunstancia de haber sido depositada en el buzón general del edificio merecieron un correcto tratamiento, tanto en primera instancia, como en la alzada.

Al respecto, los supremos precisaron que, entre numerosos argumentos, la cámara expresó que, conforme prevé la norma procesal para el notificado ausente “si la casa estuviere cerrada, el oficial notificador cumplirá su cometido dejando la cédula respectiva en su interior, receptándose así la teoría de la recepción, que importa que no puede supeditarse la validez a la voluntad del notificado”.

El TSJ recordó que en igual sentido expresa la doctrina que “en el rito nacional da la posibilidad de que en el supuesto de que se trate de un edificio se entregue al encargado (art. 141), posibilidad que no cabe en nuestro ordenamiento, donde bastará dejarla en el buzón correspondiente (…)”.

El fallo sostuvo que eso fue lo acontecido en autos, “en donde, atento que el edificio se encontraba cerrado (conforme las declaraciones del propio nulidicente), no quedó otra alternativa al oficial notificador que dejar la cédula en el buzón dispuesto para la correspondencia”, lo que luce acertado si se relaciona con el obrar interno de los habitantes del edificio, lo “que importa que dicho buzón es justamente para la correspondencia y que el encargado luego reparte la misma”.

Acordado

Luego, respecto del domicilio donde se dejó la notificación, el TSJ expresó que la jueza de primera instancia expresó que dicho domicilio “expresamente acordado en el contrato tiene el valor de domicilio especial, aun cuando el deudor no viva allí”, no resultando de aplicación la excepción prevista por la doctrina judicial del Tribunal Superior de Justicia en la causa “Parrello”.

Frente a ello, el Alto Cuerpo entendió que no era atendible el argumento expresado en la alzada y reiterado en casación sobre que el notificado ya no habitaba ni ocupaba ese sitio desde hacía más de un año y que la actora tenía conocimiento de esa circunstancia.

En ese sentido, los vocales consideraron que fueron planteos dogmáticos “que no revisten seriedad en orden a justificar alguno de los supuestos de excepción mencionados en la jurisprudencia sentada por este tribunal, o que puedan asimilarse a ellos, ya que el impugnante omite explicar de qué manera o en qué circunstancias la contraria habría tomado conocimiento de la circunstancia fáctica invocada, y menos aún, su virtualidad para neutralizar la validez del domicilio especial fijado en el contrato base de la demanda”.

Desconocimiento

La decisión subrayó que, en distintos apartados del recurso, el impugnante insiste en señalar que el oficial notificador omitió llamar al notificado mediante el portero del edificio, planteo que importa desconocer la veracidad del certificado plasmado en la cédula de notificación, que da cuenta del cumplimiento del requisito del artículo 148 CPCC.

Al respecto, se aludió a lo indicado por los tribunales de instancias anteriores: dicho artículo prevé que en el supuesto en que “no hubiere persona de la casa que quisiere recibir la cédula, o la casa estuviere cerrada”, dispone que el notificador “la dejará o arrojará en su interior”, sin otra exigencia.

En definitiva, el TSJ concluyó que, luego de comprobarse la ausencia de personas en el domicilio consignado en la cédula, resulta válido dejarla en el buzón general existente en el lugar -precisamente a los fines del depósito de las misivas dirigidas a las unidades funcionales que integran el inmueble-, sin que sea necesario solicitar al encargado el ingreso al edificio, como postula el impugnante.