Confirman condena contra abogados por daño al honor de un perito médico

La Cámara interviniente validó el contexto en el cual los letrados demandados injuriaron al profesional. Concluyeron que las expresiones vertidas en su contra justificaban que se los responsabilizara por los agravios [privado]

La Cámara Civil y Comercial de Primera Nominación de Córdoba confirmó la sentencia de primera instancia que hizo parcialmente lugar a la demanda por daño moral incoada por un perito médico en contra de dos abogados, con motivo de las expresiones agraviantes inferidas por éstos en su contra ante el Tribunal de Ética del Consejo Médico de la Provincia de Córdoba y por su recusación en una causa en la que intervenía como especialista.

El tribunal integrado por los vocales Julio César Sánchez Torres, Guilllermo Tinti y Leonardo González Zamar , al analizar la apelación presentada por los abogados demandados, indicó que correspondía determinar si los términos empleados en la denuncia formulada por ellos en contra del accionante ante el citado tribunal de ética resultaban lesivos del honor de O.F.H., tal como se resolvió en primera instancia.

En ese sentido, el tribunal de alzada ponderó que “la antijuridicidad de la expresión injuriosa que lesiona el honor del Sr. H. no exige la falsedad del contenido, sino basta el modo en que son realizadas, es decir, el carácter lesivo de los términos utilizados; que éstos deben ser valorados más allá de su significado literal, ponderando los usos y costumbres a su respecto y el contexto en el que son expresados; y que no se requiere una intención de lesionar”.

Así, el decisorio resaltó que “el quid de la cuestión estriba en determinar si las expresiones propinadas por los demandados en la mentada denuncia han sido antijurídicas y si han provocado un daño resarcible al Sr. H”.

Controvertido

La Cámara continuó considerando que “no constituye un hecho controvertido que los demandados formularon la denuncia al Tribunal de Ética de referencia, ni la recusación en la citada causa laboral ni, tampoco, los términos en los que fueron hechas sendas presentaciones, pues a la par de que surge del memorial de contestación de la demanda, ello ha quedado firme en la sentencia objeto de recurso”.

“Valorados tales términos a la luz de la sana crítica racional, se estima que, de manera palmaria, resultan lesivos del honor de una persona”.

Del fallo dictado por la Cámara.

Por ello, los camaristas valoraron que el juez a quo consideró como injuriante que en la denuncia ante el mencionado tribunal de ético, los demandados se hayan expresado sobre H. “sin esgrimir una razón plausible de dicho apartamiento y, en función sólo de un examen clínico que le efectúa al actor”; es decir, “basándose sólo en sus sentidos, obviando en su totalidad la fibrolaringoscopía reclamada (…) que la labor desarrollada por el Dr. H. (…) es disparatada y hasta temeraria que quien ejerce la medicina se aparte de un estudio calificado para detectar la patología en cuestión…' y que 'habría que llamar al Dr. H. que con sus 'supersentidos' detectaría la existencia de la patología' (…) (y que califiquen) al dictamen del galeno como 'temerario' y de 'criterio caprichoso y reñido no sólo con las reglas de la medicina, sino también con las elementales reglas de la lógica y del sentido común”.

Después de estas consideraciones, la Cámara sostuvo: “Valorados tales términos a la luz de la sana crítica racional” se estima “que, de manera palmaria, resultan lesivos del honor de una persona”.

En consecuencia, el fallo derivó que, en tal aserto, el carácter agraviante de una expresión “no se determina exclusivamente por su significado literal sino contextual. Resaltando que examinados en el contexto en el que fueron propinados, los términos que el Iudex juzgó lesivos al honor del Sr. H., resultan claramente agraviantes y antijurídicos”.

Marco

Paralelamente, el fallo resaltó que las expresiones cuestionadas fueron vertidas en el marco de un proceso deontológico, es decir, en un procedimiento instado por los demandados acusando a H. de haber actuado infringiendo las reglas de la ética en su ejercicio profesional como médico, más específicamente, como perito médico oficial.

De todo lo expuesto, la Cámara concluyó que, en tal escenario, “señalar que su actuación como tal fue disparatada, temeraria, caprichosa, con desconocimiento inexcusable de la medicina o emplear la ironía indicando que parecería que el facultativo tiene “supersentidos”, a todas luces constituyen expresiones con la aptitud para denostar su honor y su reputación, que exceden claramente al derecho a requerir a la autoridad y a la libertad de expresión.