Autorizan cambiar registro de sexo y nombre a joven, según su autopercepción

El padre, quien se había alejado de la crianza de su hijo, pretendía la realización de peritajes previos que fueron rechazados, ya que se priorizó el grado de autoconocimiento del adolescente

Pese a la oposición del padre, el Juzgado Civil y Comercial, Laboral y Familia de Primera Nominación de la ciudad de Río Tercero autorizó el cambio de registración de sexo y nombre de un adolescente, después de realizar una audiencia personal con él y sin necesidad de ejecutar peritajes al respecto.

La señora D. V. M., en nombre y representación de su hijo menor de edad A. Z. G., solicitó autorización judicial a los fines de la rectificación registral de sexo y nombre del adolescente, ante la falta de asentimiento del progenitor del joven, señor R. A. G., pretensión que fue ratificada por el joven por medio de su letrada.

Por su parte, el padre condicionó su autorización a la realización de peritajes interdisciplinarios que valoraran la decisión de su hijo, así como a mantener una entrevista con su hijo.

El juzgado a cargo de la jueza Romina Sánchez Torassa, al ingresar al tratamiento de la cuestión, indicó que en autos se le dio debida intervención al progenitor, quien al comparecer solicitó distintos peritajes a los fines de expedirse.

Al respecto y más allá de su pretensión, el tribunal señaló que se encuentra incontrovertido que por un largo tiempo el hombre se encontró ausente de la vida de su hijo y que, más allá de las causas que dieron lugar a dicho alejamiento, lo cierto que es que dicha circunstancia no permitió que pudiera vivir el proceso de A. Z.

Aun así, la magistrada entendió que la propuesta del progenitor no resultaba una oposición a la pretensión sino una manera distinta de llegar a conocer la realidad de su hijo.

Sin embargo, el fallo observó que ello no era de recibo pues la decisión no debía centrarse en satisfacer necesidades del progenitor sino en las necesidades de su hijo.

En ese sentido, la decisión precisó que en la adolescencia se comienza a formar el proyecto de vida individual de cada persona, por lo que es de fundamental importancia que esta etapa pueda ser vivida en total libertad para lograr un desarrollo saludable, en el marco de la autoaceptación.

Así las cosas, se consideró que la doctrina y la jurisprudencia han sido contestes en afirmar que la identidad de género es un elemento constitutivo de la identidad de las personas y, por lo tanto, su reconocimiento no podía quedar soslayado a la voluntad de una tercera persona.

De conformidad con las constancias de la causa, el tribunal evaluó las previsiones establecidas por los artículos 27 de la ley 26061 y 5 de la ley 26743, e indicó que A. Z. compareció en autos y manifestó su voluntad de que se le adecuara su documentación a la identidad al género autopercibido.

Audiencia

Asimismo, se valoró que, de conformidad con los artículos 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño y 707 del Código Civil y Comercial de la Nación, en autos se llevaron a cabo audiencias a los fines de escuchar a A. Z. e informarle los alcances de su decisión, garantizándole su participación activa en el proceso en respeto a su capacidad progresiva, teniendo en cuenta que lo que resultaba tema de decisión influía directamente en su vida, máxime cuando se encuentra en debate el derecho a su identidad, autopercepción y dignidad.

En el fallo se relató que, en ocasión de llevarse a cabo una audiencia a los fines de la ley, A. Z. manifestó que su proceso de autopercepción llevaba tiempo y que era conocido en su ámbito escolar, familiar y afectivo como tal, indicando que se encontraba seguro de su decisión.

Así, se destacó que en dicha audiencia se le explicaron al joven los alcances de lo pretendido, así como de sus implicancias legales y sociales.

De lo manifestado por A. Z. en esa oportunidad, así como así en su escrito con el patrocinio letrado de su abogada, entendió la magistrada que aquél había podido trasmitir su historia, sus necesidades y sobre todo ganas de vivenciar su nombre y su género autopercibido, adecuando la documentación que así lo traduzca, “por lo que tengo puede presumirse con alto grado de certeza su capacidad y madurez suficiente para comprender el alcance de lo pretendido, brindando sus razones con solvencia y fundamentos que denotan claramente en sobrado grado de entendimiento para la toma de esta decisión”.

Corolario

A su vez, se mencionó que el punto de partida del derecho a la identidad y a vivir una vida en sociedad con el género autopercibido no es la inscripción registral del nombre sino que ello es el corolario de un proceso personal y social que deviene como declarativo y no constitutivo de la situación de hecho.

En esa dirección, se apuntó que el proceso personal de vivenciarse con un género distinto encuentra su acogimiento legal en la normativa analizada, pero sobre todo en lo que ello representa socioafectivamente.

Por lo expuesto, en el fallo se resolvió que, en cumplimiento de los requisitos legales previstos en la ley, correspondía acoger favorablemente la acción incoada por D. V. M. y autorizar la tramitación por ante el Registro Civil y Capacidad de las Personas la rectificación registral del género y el cambio de nombre de pila, de conformidad con su identidad autopercibida, según lo dispuesto por la ley 26743.