Por Josh Katz *, Margot Sanger-Katz ** y Eileen Sullivan *** para The New York Times
El fentanilo se ha convertido en una de las principales causas de muerte en Estados Unidos, un tema de la campaña presidencial y objeto de importantes esfuerzos diplomáticos del gobierno de Joe Biden.
El secretario de Estado, Antony Blinken, y otros altos funcionarios viajaron a México esta semana, en parte para discutir estrategias para detener el flujo de fentanilo a través de la frontera.
Aquí tenemos algunos datos clave sobre una droga que está reduciendo la esperanza de vida en Estados Unidos y está teniendo un papel en la política del país.
El fentalino es un opioide sintético increíblemente potente. Como producto farmacéutico, se utiliza de manera segura todos los días como anestesia en los quirófanos y como analgésico recetado. Al igual que la heroína y otros opioides, puede resultar muy adictivo.
Se puede producir por completo en un laboratorio, a diferencia de opioides como la heroína.
Desde 2015, el fentanilo y otras drogas estrechamente relacionadas con él han desplazado gradualmente a la heroína y otros opioides en los mercados de drogas ilícitas estadounidenses, lo que ha provocado un aumento de la adicción y de las muertes por sobredosis.
Los numerosos tipos de fentanilos tienen potencias y características diferentes, pero por lo general toman la forma de polvos blancos que se pueden comprimir en pastillas, mezclar con otras drogas o vender solos. Un gramo de fentanilo es unas 50 veces más potente que la heroína pura. Algunas drogas de fentanilo son incluso más fuertes. Se calcula que el carfentanilo, una droga asociada con grupos de sobredosis mortales, es 100 veces más fuerte que el propio fentanilo, según la Administración para el Control de Drogas (DEA, por su sigla en inglés).
Las muertes por sobredosis han estado aumentando en Estados Unidos durante décadas, pero la aparición del fentanilo ha provocado un aumento sorprendente y representa la gran mayoría de muertes por sobredosis en los últimos años.
Debido a que el fentanilo es tan potente, incluso los consumidores de drogas experimentados pueden sufrir una sobredosis si cometen pequeños errores de dosificación, o si un lote incluye una versión más fuerte de la habitual. Las personas que normalmente no toman opioides también pueden sufrir una sobredosis fácilmente.
Las sobredosis entre adolescentes se han duplicado en la última década; muchos han tomado pastillas de fentanilo que creían que contenían una droga diferente, como Xanax, Percocet u oxicodona. Muchas sobredosis mortales también involucran más de una droga, incluidas mezclas de fentanilo y xilazina, un sedante animal, o metanfetamina, un estimulante. Algunos de esos casos implican un uso intencional, pero otros pueden ser el resultado de pequeñas cantidades de fentanilo que se mezclan con otras drogas sin que los usuarios lo sepan.
En términos de mortalidad, la actual crisis del fentanilo eclipsa cualquier otra crisis de drogas en la historia de Estados Unidos.
En un debate presidencial reciente, Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur, dijo que el fentanilo había matado a más estadounidenses que las guerras de Vietnam, Irak y Afganistán juntas. Esto es cierto. Alrededor de 77.000 estadounidenses murieron por sobredosis de opioides sintéticos como el fentanilo en el período de 12 meses que finalizó en abril de este año, según cálculos provisionales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
En 2022, el año más reciente con datos completos, esta cifra rondaba los 74.000. Esas tres guerras mataron a poco más de 65.000 estadounidenses en conjunto.
El fentanilo por sí solo se ha convertido en una de las principales causas de muerte en Estados Unidos. Fue responsable de un tercio de las muertes entre los estadounidenses de 25 a 34 años en 2022.
La crisis del fentanilo es, en muchos sentidos, simplemente la ola más reciente de una crisis de opioides que comenzó con la prescripción excesiva de analgésicos en la década de 1990. Las pastillas recetadas dieron paso a la heroína en la década de 2010, seguida rápidamente por una afluencia de fentanilo y otros opioides sintéticos unos años más tarde. A medida que el fentanilo llegó a dominar el mercado de drogas ilícitas, reemplazando por completo a la heroína en muchos lugares, las muertes por sobredosis se dispararon.
Los funcionarios de salud pública y los políticos de ambos partidos solían utilizar el término epidemia de opioides. Pero los políticos republicanos mencionan específicamente cada vez más al fentanilo, un reconocimiento de su mayor presencia a la hora de causar daños.
La mayor parte del fentanilo vendido en Estados Unidos proviene de México, donde los cárteles de la droga lo sintetizan a partir de precursores químicos que se cree provienen de fábricas en China. Algunos fentanilos también se envían directamente desde China a Estados Unidos.
El fentanilo en el sistema médico se produce en fábricas reguladas por el gobierno, pero una pequeña parte de ese suministro llega a los mercados de drogas ilícitas.
Debido a que el fentanilo es tan concentrado, es más fácil de contrabandear que la heroína. Los narcotraficantes pueden importar pequeños paquetes de droga pura a Estados Unidos, donde luego se dividen y redistribuyen entre los traficantes callejeros. A veces las drogas también se importan en forma de pastillas o en otras formas listas para la venta en la calle.
La mayor parte del fentanilo procedente de México llega de contrabando a través de los puertos de entrada legales de la frontera sur en autos y camiones de carga. Los agentes de aduanas en Laredo, Texas, encontraron recientemente más de 2.267 kilos de materiales utilizados para fabricar fentanilo.
Durante el gobierno de Donald Trump, el Congreso aprobó una ley que impone más regulaciones sobre los opioides de prescripción médica y otorga subvenciones a los estados para ayudar a combatir la epidemia. El gobierno también llegó a acuerdos con China para reducir la fabricación de ciertos fentanilos, una política que algunos investigadores creen que ha limitado el suministro de algunas de las formas más potentes de la droga.
La gestión de Biden ha aplicado políticas adicionales desde que asumió el cargo. El Congreso aprobó recientemente una legislación que facilita a los médicos recetar buprenorfina, un fármaco que ayuda a las personas a recuperarse de la adicción a los opioides.
El gobierno ha ampliado el financiamiento federal para los llamados enfoques de reducción de daños en temas de adicción, como el intercambio de jeringas y la distribución de drogas que pueden revertir las sobredosis.
Los departamentos de Seguridad Nacional y Justicia también han aumentado las operaciones policiales destinadas a la producción y el contrabando de fentanilo. El gobierno de Biden impuso recientemente sanciones a 28 personas y organizaciones, incluida una red con sede en China involucrada en la producción y distribución de precursores de fentanilo. También impuso sanciones a miembros del cártel de Sinaloa, uno de los mayores traficantes mexicanos de fentanilo a Estados Unidos. En septiembre, México extraditó a un líder del Cártel de Sinaloa a Estados Unidos.
(*) Editor gráfico de The Upshot, que cubre temas relacionados con la política, leyes y cultura.
(**) Reportera. Escribe sobre servicios de salud para The Upshot.
(***) Escritora especializada en inmigración y aplicación de la ley.