El minúsculo emirato, que comparte frontera con un poderoso gigante (Arabia Saudita) que al mismo tiempo es el mayor comprador de armas a escala mundial, “se juega la vida” en el actual evento deportivo, si es que busca mostrarse como país tolerante, abierto a las costumbres occidentales y respetuoso de los hábitos ajenos. El costo y las ganancias, que van más allá de su economía
Finalmente ya estamos todos inmersos en el Mundial de Fútbol de 2022, que se desarrolla hasta el 18 de diciembre en Qatar, un pequeño emirato situado al noreste de la península Arábiga, en el golfo Pérsico, a 13.745 kilómetros de Córdoba.
¿Qué es un emirato? Un territorio regido por un emir, que equivale a un monarca en la cultura occidental, donde el traspaso del poder es hereditario y no rige la democracia, o lo hace limitadamente. Es el caso de Qatar, donde existe una asamblea de representantes electos, de la cual un tercio es designado por el emir.
Básicamente, Qatar es uno de los países más pequeños del mundo.
Con una superficie de 11.586 km², es más chico que las Islas Malvinas y tiene apenas 2,7 millones de habitantes. Para tener una representación más clara de estas dimensiones, comparemos a Qatar con el Gran Buenos Aires, compuesto por la superficie de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) más 40 municipios de la provincia homónima. En ese espacio de 13.934 km² (equivalente a un Qatar más un quinto) habitan 14,5 millones de personas, es decir, cinco veces más habitantes por espacio comparable que en el emirato árabe. Vemos, entonces, que Qatar es un país muy pequeño que -además- tiene una muy baja densidad de población.
Sin embargo, Qatar es uno de los países más ricos del planeta. Posee 1,5% de las reservas de hidrocarburos descubiertas en el mundo (lo que le garantiza varias décadas de gas y petróleo, al ritmo de su explotación actual), lo que, en relación con su superficie, explica el porqué de su producto bruto interno, que se acerca a 160 mil millones de dólares y lo posiciona entre los países con mayor renta per cápita en todo el globo.
Si se continúa con la comparación con CABA y el Gran Buenos Aires, esta región genera un producto anual bruto de 120 mil millones de dólares, que al ser divididos por el conjunto de sus habitantes muestra una cifra de poco más de siete mil dólares per cápita de producto anual. Qatar produce siete veces esa riqueza, al dividir su economía anual por su número de habitantes.
En esa línea, la Copa Mundial que acaba de comenzar es, hasta ahora, la más cara de la historia del fútbol: su costo supera 15 veces al Mundial de Rusia de 2018. Esta gran diferencia se debe a que Qatar no sólo debió construir estadios nuevos para los partidos sino también a todas las obras de infraestructura y servicios que giran alrededor de este megaevento y que poseen los países en general, como hoteles, medios de transporte, calles, redes eléctricas y fluviales, redes cloacales, servicio de agua y saneamiento etcétera.
Por supuesto, sería muy ingenuo pensar que Qatar tuvo, desde el momento de su postulación, la sola intención de ser el anfitrión del Mundial, para lo que decidió invertir US$220 millones (sólo en estadios), construyendo gigantescos domos que luego quedarían desérticos, teniendo que ser reacondicionados, desensamblados o asignados a otras funciones.
La ambición de Qatar, como la de otros países petroleros, es desarrollar, con base en su riqueza en hidrocarburos, un país de avanzada tecnología, infraestructura y ciencia, que constituya un punto de referencia en el golfo Pérsico.
Al mismo tiempo, no son pocos los analistas que señalan que Qatar busca con el evento mostrarse al mundo como un país respetuoso, tolerante y pro-occidental, espejo que podría colaborar frente a la mayor hipótesis de conflicto que enfrenta el pequeño país: una eventual invasión o ataque de Arabia Saudita. El emirato comparte frontera con este poderoso gigante, que al mismo tiempo es el mayor comprador de armas a escala mundial: adquiere 12% de todas las que se fabrican en el mundo.
Consecuentemente con su meta, Qatar viene haciendo desde hace algunos años una intensa campaña para exponer las razones por las cuales conviene acercarse al país, ya sea por trabajo, inversiones, cultura, turismo etcétera. Qatar ambiciona especialmente llegar a ser un polo científico, un país que ofrezca a sus académicos todo lo que requieran parar sus investigaciones, evitando así la fuga de cerebros. La agenda de Qatar, como vemos, va mucho más allá que el Mundial y acaso éste último sea su primera gran movida.
¿Cómo lo hace? Con el deseo de presentarse al mundo brindando lo mejor de sí y preparándose para ser un anfitrión modelo, Qatar se postuló y fue seleccionado como sede de la actual Copa Mundial de Fútbol.
Durante 12 años erigió la infraestructura necesaria para recibir a más de un millón de asistentes a este singular evento, invirtiendo sumas de dinero astronómicas para tal fin. Para celebrar los partidos de fútbol, construyó verdaderas catedrales deportivas y las dotó de novedosos e inmensos sistemas de refrigeración, que permitirán a los espectadores disfrutar de los partidos con temperaturas agradables.
No escatimó dinero en convertir pequeños pueblos en ciudades con moderna infraestructura. Sin embargo, ¿estará Qatar realmente preparado para manejar situaciones en las que se cometan faltas a sus tradiciones y a su religión, especialmente las que infrinjan normas respecto al consumo de alcohol?
La gran vidriera
Hasta el próximo 18 de diciembre Qatar recibe al mundo y por eso está y estará bajo la lupa de toda la comunidad internacional. El mundo entero observará cómo habrá de reaccionar Qatar ante cada situación, ante cada problema, ante cada episodio inesperado.
Quizás la celebración de la Copa Mundial de Fútbol represente para Qatar “una oportunidad única de demostrar su tolerancia, su capacidad de reacción y su ingenio para encontrar soluciones creativas”, expresó un informe especial de la consultora Deloitte a propósito del Mundial. “Y todo esto deberá ser hecho con una amplia sonrisa”, agrega el estudio. “Si demuestra estas virtudes, muchas personas en el mundo ganarán una visión positiva del país y Qatar habrá dado un paso más hacia la meta que tanto añora: ser muchísimo más que un país petrolero”, señalan los consultores especializados.
¿Lo logrará? Aún está por verse, pero a juzgar por los números que ya se están divulgando , sobre el impacto económico del evento más los reportes periodísticos sobre los impactos sociales de la gran presencia extranjera y occidental en el país, así como sobre los cambios normativos logrados antes de la llegada del Mundial y destinados a modernizar su legislación, los primeros pasos en esa dirección ya los está dando.
Qatar espera un impacto económico de 16.600 millones de dólares por organizar la Copa del Mundo de la FIFA. Repasemos el mayor dato duro del Mundial: recibirá cerca de 1,5 millón de visitantes, lo que representa más de la mitad de su población. Cada uno de esos visitantes llega con divisas en el bolsillo para alojarse, presenciar los partidos, cubrir sus necesidades de alimentación, bebida, esparcimiento, confort y además, festejar.
El secretario general del Comité Supremo de Entrega y Legado (CS), una institución creada por el emirato para administrar el evento futbolístico, Hassan Al Thawadi, informó que este año se crearon 75.000 puestos de trabajo para enfrentar el desarrollo de la competencia deportiva.
El emirato del golfo Pérsico obtuvo la sede en 2010, en un proceso que despertó sospechas de corrupción que motivaron incluso una causa judicial en los Estados Unidos y la edición de varios libros de periodistas internacionales. Desde aquel momento, dispuso una inversión directa en infraestructura de aproximadamente 6.500 millones de dólares.
Inversiones enormes
A diferencia del modernizado Estadio Khalifa Internacional (40.000 espectadores), los otros siete escenarios del Mundial fueron construidos después de la designación: Lusail (80.000), 974 (40.000), Áhmad bin Ali (40.000), Al Bayt (60.000), Al Janoub (40.000), Al Thumama (40.000) y Education City (40.000).
“Ganar el derecho a albergar la Copa del Mundo aceleró la inversión en infraestructura en Qatar. El legado será un conjunto de obras para ser utilizadas por las generaciones venideras. Nuestros estadios de última generación, infraestructura deportiva y experiencia son peldaños para hacer de Qatar el centro deportivo de la región”, contó Al Thawadi a la prensa argentina en los minutos previos del partido inaugural entre la selección local y Ecuador, el domingo pasado 20 de noviembre.
“Qatar está en medio de un proceso de modernización de todo el país y gran parte del gasto en infraestructura se iba a llevar a cabo independientemente de si la candidatura para la Copa del Mundo tuviera o no éxito”, aclaró el ejecutivo árabe.
El Estado qatarí también invirtió en una moderna red de transporte público, compuesta por un subterráneo con tres líneas y 37 estaciones, otras tres líneas de tranvía y un esquema de autobuses que cubre Doha y sus alrededores. Todo ese sistema, que conecta a los ocho estadios del Mundial, está siendo utilizado de manera gratuita con la Hayya Card, que cada visitante gestiona con el permiso de ingreso al país, previa presentación de un ticket oficial de partido más un voucher de alojamiento.
A propósito del hospedaje, un tema de preocupación por la intensa demanda en simultáneo, el responsable del SC garantizó la disponibilidad de 130.000 plazas para recibir a los fanáticos de todo el mundo. Hasta el momento no se han escuchado quejas al respecto.
Crear un Estado moderno
“Desde la perspectiva económica, Qatar siempre ha visto la Copa del Mundo como un catalizador para acelerar no sólo el crecimiento de la economía local, al brindar oportunidades para los negocios, las empresas y los contratistas locales, sino también la infraestructura más amplia y la construcción de proyectos nacionales destinados a transformar el Estado de Qatar en un Estado moderno“, explicó Al Thawadi.
“Esperamos un valor agregado bruto de aproximadamente 16.600 millones de dólares. Esto es comparable al impacto de las Copas de Rusia 2018 y Brasil 2014. Esta cifra no incluye el impacto económico de la infraestructura de capital fuera del torneo, ni la inversión heredada“, aclaró.
En relación con el mercado laboral, Al Thawadi expuso que durante 2022 “se habrán creado o se mantendrán hasta 75.000 puestos de trabajo”, como profundización de una tendencia ligada al Mundial que comenzó en 2015. “A lo largo de 2021, se crearon y mantuvieron más de 25.000 empleos como resultado del torneo, y se han creado y mantenido decenas de miles de puestos de trabajo todos los años desde hace siete años”, detalló.
Antes de la pandemia, Qatar registraba una de las tasas de desempleo más bajas del planeta (de 0,2%), la que aumentó tras el impacto de la covid-19 (a 3,45%), pero que volvió a estabilizarse este año (en 0,3%). En febrero pasado, un ranking internacional elaborado con base en datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) ubicó a Qatar entre los 10 países más ricos del mundo, con un producto bruto interno per cápita de 52.751 dólares.
El emirato árabe es la tercera nación con mayor reserva de gas en el mundo. Las exportaciones de ese recurso energético, junto a las de petróleo, representan 90% de sus ingresos comerciales.
Por supuesto, los sponsors de la Copa aportan lo suyo para la organización y el desarrollo del Mundial. Pero allí hay un dato curioso.
Como hace más de 30 años, InBev, la megaempresa dueña de la marca Budweiser, patrocina las Copas Mundiales de Fútbol de la FIFA. Este gigante cervecero aportó US$180 millones para patrocinar las Copas Mundiales de Fútbol de Rusia 2018 y Qatar 2022. Pero, ¿cómo conciliar las leyes de Qatar con las legítimas expectativas del patrocinante?
Ante esta compleja situación, la FIFA debió entrar en tratativas con el gobierno de Qatar a fin de flexibilizar las reglas del consumo de alcohol durante el evento. Como resultado de estas negociaciones, el gobierno de Qatar acordó con la FIFA que, si bien no se permitirá que se venda cerveza dentro de los estadios, podrá venderse en el perímetro de éstos.
Hoy, los compradores de cerveza deben beberla dentro del perímetro y no está permitido ingresar al estadio ni caminar por las calles con esta bebida. Respecto a los horarios en que ha de venderse, se llegó a un acuerdo por el cual la venta en el perímetro del estadio comenzará tres horas antes del partido. Pasadas esas tres horas se suspenderá el expendio para reanudarse a la hora de finalización del partido y sólo durante una hora. Dentro de los estadios hay puntos de expendio de bebidas sin alcohol entre las cuales se cuenta la variedad de cerveza sin alcohol de Budweiser, obviamente.
Qatar ofrece a los visitantes otra posibilidad de festejar, sin alcohol necesariamente. Son los llamados fan fest. Para esta modalidad de festejo no sólo se espera que los fanáticos del fútbol tomen cerveza, bailen, griten y festejen sino también que disfruten de propuestas gastronómicas, culturales y lúdicas.
Por supuesto, queda por verse si los visitantes del Mundial abrazarán esta forma de festejo,
especialmente aquellos que están habituados a participar en festejos mucho más “intensos” de lo que los qataríes están acostumbrados a presenciar.