En medio de los efectos de la crisis financiera mundial, que ya está repercutiendo en el país con suspensiones de personal en algunos sectores, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, advirtió que cualquier suspensión o despido que se haga, sin antes pasar por el pedido de apertura del Procedimiento Preventivo de Crisis, será declarado sin efecto. La medida obliga a que, antes de aplicar cualquier determinación que afecte el empleo, las empresas deberán solicitar ante el Ministerio o las secretarías provinciales el pedido de apertura de instancia de conciliación particular.
Sobre esta figura, sobre la conflictividad que se viene y algunas sugerencias para morigerarlas, habló Carlos Gatica, asesor de empresas en materia laboral, ex responsable corporativo del área laboral de Arcor y hoy socio del estudio Gatica y Chasseing. Lo hizo ante un grupo de empresas en un encuentro sobre conflictos colectivos de trabajo organizado por el estudio que dirige. Luego dialogó con Comercio y Justicia.
“La conflictividad laboral ha estado signada por el reclamo en torno a la puja distributiva en el contexto de una economía en crecimiento constante y a tasas importantes. Ahora, el problema es que la conflictividad está latente aunque por motivos diversos. Si bien es cierto que la puja salarial está pasando a un segundo plano por causa de la crisis global que nos ha afectado antes de lo previsto, ahora se abre un fantasma emparentado con esto que es el del desempleo”, describió.
– ¿Cuáles serán los conflictos que se vienen?
– No sabemos exactamente adónde nos deja esta crisis, porque se avizoraba como una crisis que iba a afectar a los mercados financieros y que como un efecto secundario y posterior, iba a aquejar la producción y el trabajo. Estamos asistiendo con sorpresa a una afectación inmediata de estos dos aspectos y, por el momento, me parece que los sectores del trabajo, sobre todo la CGT, están tratando de asumir una política concertada con el sector empresario. A través de ciertas medidas que perjudiquen a ambos, están tratando de que quede para última instancia la expulsión de puestos de trabajo. Si estos entendimientos se llegan a concretar y se mantienen, es probable que la conflictividad extrema pueda quedar muy limitada, muy focalizada a algunas actividades específicas.
– ¿Qué sugiere en este marco?
– Tratar de priorizar el diálogo. Las empresas tienen que intentar, en lo posible, eludir el pánico inmediato de una situación recesiva para su actividad y esperar cuanto sea posible antes de recurrir al mecanismo extremo de los despidos colectivos. La experiencia también indica que en otras situaciones críticas que hemos vivido, se dio el caso de empresas que en un momento inicial de pánico despiden una cantidad importante de personas y, probablemente, a los 60 días tengan que recontratarlos. Hay ciertos mecanismos que se pueden concertar con los sindicatos, que han adquirido también madurez a lo largo de experiencias recientes, echando mano, por ejemplo, de instrumentos como el procedimiento preventivo de crisis en virtud del cual se pueden establecer pautas salariales reducidas.
– ¿Hasta dónde puede llegar la reducción?
– No está establecido, está abierto a la negociación. Se pueden lograr acuerdos diferenciados. Una posibilidad es directamente la suspensión que, en principio, como estaría respondiendo a una causa de fuerza mayor o una falta o disminución de trabajo no imputable al empleador, daría lugar, por así habilitarlo la ley,