La crisis financiera global parece no tener plazo de vencimiento, al menos por ahora. Así lo interpretan los principales analistas privados e incluso los propios funcionarios del Tesoro, la FED y el Fondo Monetario, quienes coinciden por lo pronto en una inminente recesión mundial con Estados Unidos como abanderado.
Pero en ese marco surgen algunas pistas sobre la extensión futura del derrumbe.
“A una plaza seca, sin liquidez y desconfiada, se suma que hay bancos centrales que tienen posiciones en hipotecas subprime y aún no han valuado sus reservas al verdadero valor”, explica Federico Giesenow, economista jefe del área Macroeconomía del Instituto de Investigaciones Económicas (IIE) de la Bolsa de Comercio de Córdoba.
Con todo, Giesenow evita pronosticar un eventual final para la crisis financiera aunque, en diálogo con Comercio y Justicia, brinda una base para comprender el fenómeno y principalmente la evolución del quebranto.
“El precio de una acción es el valor presente del flujo esperado de ingresos. Si uno observa que el ciclo económico está en expansión, esa acción valdrá más porque se espera que reporte ganancias. Ahora, si el ciclo se avizora recesivo, la situación se invierte. Ese es el valor teórico”, grafica como para comprender el movimiento “de manual” de un mercado que bien podría parangonarse con la situación actual en EE UU, con acciones por el piso y una recesión en ciernes.
“El valor de la acción está en función de la última operación realizada. No importa si ayer se negociaron millones de pesos a un valor mayor. Ese es el precio que determina el mercado”, concluye casi en tono docente.
“En EE UU hay varios factores que influyen. Primero se está viendo que el horizonte económico es malo, por lo tanto el valor presente de las ganancias de las empresas es menor; eso debería hacer caer el precio de las acciones y de hecho ya venía ocurriendo”, señala.
“Al mismo tiempo, principalmente tras la caída de Lehman Brothers, los inversores observaron que no están más cerca de salir de la crisis que comenzó con la burbuja inmobiliaria, sino que todavía quedan algunos bancos por caer. Hay una fuga de liquidez. Vale mucho tener el dinero en la mano o tener activos muy líquidos y empiezan a salir de las acciones y a refugiarse en activos líquidos como Letras del Tesoro o billetes”, indica, y señala luego: “Las acciones caen porque se distorsionó el equilibrio entre vendedores y compradores”.
“El Gobierno de EE UU no logra generar la confianza suficiente como para que el mercado empiece a ver que hay empresas que están valiendo mucho menos que el valor teórico de sus acciones, por sus activos, por su prestigio, y que aprovechen esas “ofertas” para entrar a comprar. Todavía no se ha logrado esa confianza en los mercados”.
“Bear Stearns fue el primero, después Lehman Brothers, otros bancos de inversión. Todo el fenómeno se concentró en EE UU porque ahí es donde surge esta modalidad de créditos. Pero estos títulos securitizados se han desparramado por el mundo y han ido a muchos bancos centrales como China, Rusia y Brasil en menor medida, que tienen muchos de esos activos y estos bancos centrales aún no hay valuado sus reservas al verdadero valor”, advierte Giesenow.
“Hay algunos bancos europeos que como tenían menor proporción de hipotecas, las han podido aguantar un tiempo más pero el mercado ya les está