ESCUCHARLuis todavía no ha bajado de su habitación. Consigo percibir una insalvable distancia entre las dramáticas imágenes de su muestra en el Cabildo y el refrescante aire acondicionado de este lujoso hotel céntrico. De repente, aparece el español. Camisa blanca y una sonrisa. Pide jugo de naranja y yo lo acompaño con un café. Espera, me mira. “¿Qué quieres que te cuente?”, me pregunta.
Apenas dos noches atrás había estado con Luz –amiga y colega haitiana– en la inauguración de la muestra fotográfica de Luis “Haití; los espíritus en la tierra / Haití 7.0”, que fue montada por el Centro Cultural España Córdoba junto a la Dirección Cultural de la Municipalidad.La exposición propone un doble recorrido sobre el país caribeño. No es posible iniciar uno sin el otro. Las fotografías de Luis invitan primero a experimentar visualmente una de las raíces de una cultura haitiana de raigambre profundamente africana: la práctica del vudú, con sus danzas, peregrinaciones y ritos tradicionales. La segunda parte de la muestra, sobre el terremoto de 7,3 grados que devastó ese país el 12 de enero pasado, se convierte entonces en algo más que un buen fotorreportaje sobre el desastre. Las imágenes del sufrimiento vienen a completar el mensaje, a revelar más sobre este pueblo espiritualmente rico y económicamente empobrecido por la colonización francesa primero y por la norteamericana después.
En la primera parte del recorrido, este español radicado en Puerto Rico consigue adentrarse –con algo más que el ojo de la cámara– a un misterioso mundo, al menos para la mirada occidental. Un hombre revolcándose en el barro, completamente entregado al poder de sus dioses. Mujeres ofrendándose a Erzulie Freda, la diosa del amor y la belleza. O unos cuerpos entregándose a una obscena danza, para combatir a la muerte encarnada en los Gédé. Al observar estas imágenes tan próximas, tan violentamente carnales me pregunto y ahora le pregunto: ¿Cómo fue que llegaste a Haití? ¿Por qué el vudú?
“Me mandan a cubrir una copa de fútbol en Haití, clasificatoria para el mundial de no sé donde, en el cual participaban los países de Centroamérica y el Caribe. Yo venía estereotipado con todo esto de Haití, el vudú como lo cuenta Hollywood. Hasta que me encuentro con una señora española muy metida con el vudú, con sus diablos y sus ritos, y me cuenta que sí, que hay unas peregrinaciones brutales, donde van 50 mil peregrinos y que me iba a poder presentar a alguien para que me dieran la bendición. Cuando llego allí y veo eso, me digo: ‘Éste es uno de los proyectos más importantes que encontraré en mi vida’. Era un reto porque meterme como blanco allí… los demás no se habían metido, porque da miedo, porque es un descontrol total”.
El jugo de naranjas ya estaba por la mitad y mi café casi había desaparecido. El español continuó su relato y me confesó que luego de tomar suficientes fotografías (aunque nunca son suficientes en verdad, según él mismo concluyó) se abandonaba a su propio viaje espiritual, con el sonido de los tambores y el agua de la cascada corriendo a sus espaldas. “Tú no intervienes nunca. Ellos te ven como un espectador más y ellos son 50 mil personas que van subiendo a esa montaña”, detalló Luis y agregó: “Los espíritus jugaban conmigo. Debes ser paciente, porque los espíritus bajan, pero pueden de
