Esa aseveración del titular de la cartera es casi una invitación oficial para que los empresarios asistan y vivencien el Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología de los Alimentos que comienza mañana en el Pabellón Argentina de la UNC. Habrá, incluso, impresión de alimentos en 3D
Por Cecilia Pozzobon – [email protected]
En el marco del inicio de la sexta edición del Congreso Internacional de Ciencia y Tecnología de los Alimentos 2016, que organiza el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba y se realizará desde mañana y hasta el viernes en el Pabellón Argentina de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el responsable de la cartera organizadora, Walter Robledo, dialogó con Comercio y Justicia y brindó un panorama sobre la realidad del sector con relación al mundo.
-Una de las premisas del programa menciona la innovación como estrategia de competitividad ¿Cómo pueden las empresas ser más competitivas a partir de la tecnología?
-Para ser competitivos primero debemos ser sustentables. Ése es el marco teórico en el que estamos trabajando. Es decir, primero hay que innovar tecnológicamente para sobrevivir y mantenerse dentro del mercado. Luego podemos entrar en sintonía fina para volvernos más eficientes. Y al hablar de eficiencia naturalmente uno piensa en reducir costos, aumentar la producción en dos dimensiones, primero en calidad, luego en precio. Si nosotros logramos diferenciarnos por calidad, vamos a poder seguir siendo competitivos aunque tengamos precios altos. En ese sentido es que estamos tratando de promover y acelerar este acercamiento entre quienes tienen conocimientos científicos tecnológicos avanzados y complejos y aquellas empresas que pueden adoptarlos. Ése es el principal objetivo que tiene hoy el ministerio: tratar de que la transferencia de conocimiento sea uno de los motores del desarrollo económico y social en Córdoba. Porque cuando hablamos de tecnología, nos referimos no sólo a la innovación para las empresas sino también para aquellos que están fuera de la economía. Porque se puede y se debe aplicar tecnología para mejorarle la calidad de vida a gente que, por ejemplo, recolecta y recicla residuos, y así lograr integrarlos de nuevo a la economía formal. En eso también tenemos que innovar como gestión de Gobierno, pensar en cómo generarles espacios dentro de las compras que hacemos como gobierno a estos sectores que están fuera de la economía.
-¿Sucede que las empresas a veces no saben en qué innovar?
-La mayoría de las pymes nuestras están tan metidas en lo cotidiano, en lo necesario para sobrevivir, que no tienen tiempo para ponerse a pensar en cómo salir de su modelo y dejarse enriquecer desde fuera. Tenemos una cultura de no asociarnos, de encerrarnos por temor a que el competidor nos mate. Hoy los procesos de innovación tecnológicos son muy rápidos. Hay una ventanita de dos o tres años para colgarse de una innovación o caerse del mercado. Por ejemplo: en la década de 70 u 80 fue un gran avance la inseminación artificial para la cría de animales. Y hoy eso es casi la ineficiencia. Lo óptimo hoy es implantar embriones, porque es mucho más eficiente y económicamente más exitoso.
-¿Es posible que Argentina sea el supermercado del mundo como se dice en el ámbito nacional?
-Todavía tenemos una deuda interna muy grande en materia de alimentación. Creo que hay muchísimo para hacer como para seguir siendo competitivos y que tengamos una mejor distribución de los alimentos que producimos. Además, lo de la idea del supermercado del mundo es para un sector muy particular de nuestra economía, pero nos falta mucho para ser competitivos en el agregado de valor. Y ahí es donde tenemos que remarla. Si uno visita un supermercado de Estados Unidos, Europa o Asia, y ve la cantidad de alimentos que hay, la calidad y la variedad, se dará cuenta de que es asombrosa. Sólo a modo de ejemplo, nosotros somos uno de los principales productores de maní y ¿cuánta variedad de alimentos conocemos con maní? Maní con chocolate, praliné, maní salado, maní con cáscara, bombones, chocolates y bombones con maní, pasta de maní, aceite de maní y no mucho más. Sin embargo, en el mundo existen 172 productos diferentes hechos en base a maní. Con la carne es otro tanto. Nosotros exportamos la carne de la misma manera que lo hacían nuestros gauchos. No aprovechamos las diferentes maneras de conservar y exportar que hay y se utilizan en otros lugares del mundo. Seguimos haciendo lo mismo que hace 100 años. Otro caso es el de nuestros chacinados; son exquisitos, pero no se los vendemos a nadie porque tienen un formato que no es aceptado en el exterior. Por eso, uno dice el supermercado del mundo, y yo digo: ojalá que lo seamos, pero creo que nos falta muy mucho. Tenemos que recuperar 100 años de atraso tecnológico en materia de innovación de alimentos.
-¿Qué promete el congreso?
-Hay casi 800 trabajos científicos de investigación sobre alimentos, sobre composiciones nutricionales, sobre seguridad alimentaria, y otros para los distintos tipo de producción alimentaria, para la conservación, etcétera. Éste va a ser un espacio para ver lo que viene en materia de alimentos a escala internacional. Es una ventana para ver lo que se bien en los próximos cinco ó 10 años, porque no se muestra lo que se hace ahora. Algunas cosas que se van a presentar tienen alguna potencialidad de ser transformadas en una innovación y llegar al mercado, si es que el sector empresarial lo ve. Por eso es que es un espacio de prospectiva. También va a haber otros espacios en el Congreso que son los de los simposios y tienen una bajada más a tierra. De esos hemos armado cinco: uno sobre carne, otro sobre harinas, sobre leche, oleaginosas y legumbres (que incluye el maní). Y también vamos a ver todo lo que se viene en impresión 3D de alimentos. Eso no se puede explicar, hay que verlo.