Carlos Alfredo Barrionuevo / [email protected]
El lunes pasado el mundo futbolístico esperaba ansioso novedades sobre el nuevo DT de la selección nacional pero se vio sorprendido por una noticia increíble: se modificará el formato de los campeonatos del fútbol argentino. Igual que en la vidriera irrespetuosa de un cambalache que Discepolo se salvó de ver, probablemente el año que viene la Primera División y el Nacional B se habrán mezclao y la televisión salvará, así, su Boca-River River-Boca, entre otros partidos que generan altos índices de audiencia.
Este modelo, desde un punto de vista deportivo, es injustificable pues hace inútil el mérito deportivo. Ahora bastará con ofrecer la posibilidad de un buen rating a los canales de TV para poder participar; por el contrario, no servirá de nada jugar bien y ganar si ello no genera perspectivas de partidos rentables para la transmisión televisiva.
Así, el fútbol camina a convertirse en un reality show. Cada vez será más difícil separar la realidad de la ficción y evitar la sensación de que todo está “armado”, igual que las peleas que vemos a diario entre las celebridades participantes de los diversos programas de TV.
Los Reyes Magos son los padres
El vocero de AFA, Ernesto Cherquis Bialo, fue brutalmente claro: “Hay una sociedad del Estado que pone dinero. Hay unos clubes que necesitan dinero. Y hay un Estado preocupado porque pone $ 600 millones, ajustables, pero que quiere –como ocurre normalmente entre un patrocinador, que pone la guita, y los que ponen a los protagonistas- que estén los mejores”.
Igual que el adulto que nos alerta sobre la inutilidad de dejarles agua a los camellos de Melchor, Gaspar y Baltazar, Cherquis Bialo destruyó la ilusión de que el mérito deportivo lleva a un club a jugar en primera.