Lo aseguró el abogado Carlos Nayi, quien mañana jueves 14 cumple cuatro décadas de ejercicio ininterrumpido de la profesión. En una extensa entrevista opinó sobre el rol del Poder Judicial y la relación con la sociedad, la justicia lenta, la misión del Estado, la pena de muerte y el aborto, entre otros temas
Carlos R. Nayi cumple 40 años de ejercicio ininterrumpido de la profesión. Obtuvo el título de abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Córdoba, el 14 de julio de 1982 y el 9 de marzo de 1984 recibió el de notario en la misma facultad. Un gran grupo de trabajo acompaña a Carlos Nayi en la diaria tarea de construir justicia. Entre ellos, dos protagonistas estelares: su padre a quien, considera su mentor, su alter ego y su esposa Soledad, a quien considera una compañera incansable en las batallas libradas día a día contra la adversidad.
Es autor de las siguientes obras: Reflexiones frente al Derecho Penal Contemporáneo, El Derecho Penal de cada día, Corradini. Hasta que tu muerte nos separe, Enfoque sobre dogmática jurídico penal y -en preparación- La piel de la Justicia. En entrevista exclusiva con Comercio y Justicia señaló: “Juré ante Dios desde el primer día ejercer esta digna profesión con absoluto compromiso técnico y humano y hoy a mis 63 años con satisfacción puedo decir que cumplí y lo seguiré haciendo hasta mi última hora”.
–¿Cómo fueron sus comienzos?
Muy sacrificados. Me inicié y me formé sólo a fuerza de golpes, preguntando una y otra vez, una lucha desigual en medio de todo tipo de necesidades y créame que esa adversidad terminó cincelando mi futuro.
–¿Cuál es su relación con la Justicia y cuál cree que es la función del Poder Judicial en una sociedad?
Mi vínculo relacional con el derecho y la justicia es consustancial. La Justicia es la clave alrededor de la cual gira todo el sistema social. Justicia, por cierto recordando la sabia definición helénica “justo es dar a cada uno lo que le corresponde”.
–Justicia lenta: ¿sensación o pura realidad?
La liturgia judicial exhibe procedimientos que no garantizan una buena calidad de las decisiones. Los procesos por medio de voluminosos expedientes se forman al ritmo de un minué barroco, en el que la mayoría de sus movimientos son lentos y la lentitud no garantiza una buena calidad de las decisiones. La lentitud genera olvido y el olvido termina consagrando impunidad.
–Desde su experiencia, ¿el trato que brinda la Justicia a los ciudadanos es igualitario al tiempo de ser convocado por medio de los procesos judiciales?
La Justicia. hablando del deber se debe brindar un trato igualitario, evitando acariciar a los fuertes y aplastar a los débiles. No son de mi agrado la existencia de jueces y fiscales diletantes que arrastran sus pies al tiempo de investigar y juzgar al poderoso y como contrapartida el patrón de marcha sigue el ritmo de un coche Fórmula Uno cuando el funcionario ha caído en desgracia o dejó el poder.
–¿Se considera un outsider?
En absoluto, me considero diferente, ni mejor ni peor, sólo resisto con la fuerza de un mandamiento, el embate de la conducta desnaturalizada.
–¿Cómo cree que es la relación Justicia-sociedad?
Existe un drama ontológico y la idea es trabajar por la reconciliación entre Justicia y sociedad, separados por un vínculo que tiene todas las características de un matrimonio mal avenido. El hombre de a pie frente al crimen aberrante o al corrupto que toma por asalto las arcas públicas y desmantela las reservas del Estado se encuentra invadido por un sentimiento de desconcierto respecto a la forma en que se administra Justicia y el modo en que se aplica el derecho en el caso concreto.
–¿Se considera un solitario?
Las decisiones más importantes en mi vida personal y profesional las he adoptado en absoluta soledad aferrándome siempre a Dios, totalmente convencido de que el abogado no cumple una función predictiva sino que basa su tarea cotidiana inspirando su proceder en elementales reglas de sentido común, lógica, experiencia y obviamente el conocimiento de la ley. Decía Capon Filas: “Realidad más derecho: Justicia”
–¿Qué misión tiene el Estado?
Desde que se adoptó la forma republicana de gobierno se le ha asignado al Poder Judicial el carácter de poder estatal independiente, requisito sin el cual no se puede construir república, derecho o democracia. El Estado por medio del Poder Judicial diariamente tiene el deber indelegable e intransferible de expropiar el conflicto social, resolverlo mediante los procesos, dictando resoluciones que contribuyan a pacificar las relaciones sociales.
–¿Cree que el Poder Judicial es acartonado al tiempo de administrar Justicia?
Entiendo que el deber ser consiste en evitar conductas autistas. La dinámica judicial muchas veces tiende a tratar de manera abstracta y homogénea hechos que por definición son heterogéneos.
–¿Que debe tener en cuenta un Juez a la hora de resolver?
No son la intuición judicial ni la gravedad del hecho ni la injerencia extrajudicial ni el clamor popular lo que absuelve o condena sino las pruebas. Pruebas de alta calidad, en número, variedad e interrelacionadas entre sí permitirán, vinculando el hecho histórico (injusto penal), con la participación penalmente responsable del sujeto. Los delitos no se presumen sino que deben demostrarse.
-¿La Justicia penal tiene como misión erradicar el delito?
Le voy a contestar recordando las palabras del máximo representante de la escuela clásica italiana Francesco Carrara: “La insensata idea de que el derecho punitivo puede extirpar los delitos de esta tierra, conduce a la inequidad, a la idolatría del terror al pueblo a la fe en el verdugo”.
–¿Cuál es su opinión sobre la pena de muerte?
Enrolado en una postura abolicionista de la pena capital. Corría el año 1970; como consecuencia del secuestro y del posterior asesinato del teniente general Pedro Eugenio Aramburu, se reimplanta en nuestro país la pena de muerte -ley 18701, prevista su aplicación para aquellos delitos vinculados a episodios terroristas, la que fue derogada en el año 1973 por la ley 20509-. Posteriormente, en el año 1976, se reimplanta en nuestro régimen legal esta sanción capital por medio de la ley 21338 para determinados ilícitos con vigencia y operatividad alternativa con la pena de reclusión perpetua Finalmente, la ley 23077 de junio de 1984 termina sepultando la pena de muerte.
Los índices de criminalidad no se corrigen impulsando penas más severas y en este sentido a lo largo de los años existe una inocultable tendencia mundial a abolir esta sanción destructiva, a pesar de que a lo largo de años ha existido en algunos países una oscilación pendular entre las gobiernos abolicionistas y retencionistas. Lejos está de ser una necesidad preventiva, apareciendo como de inconveniente aplicación desde que se combate el bien más jurídicamente custodiado por nuestra Constitución Nacional que es la vida. La pena de muerte es igual a la irreparabilidad de los efectos de la sanción en los supuestos casos de injustas condenaciones, no respeta el principio de inviolabilidad de la existencia humana, aparece como una respuesta punitiva rígida desde que no resulta posible ser dividida, graduada o al menos condicionada. Es, además, destructiva desde que elimina inmediatamente la existencia humana y no permite la posibilidad de enmienda, reeducación, resocialización alguna para el condenado, entre otros aspectos.
–¿Lo justo y lo legal deben caminar siempre de la mano?
Existe una pugna permanente, como dijo un gran jurista, entre lo justo y lo legal y que no es obra de dramaturgos ni de novelistas y el abogado debe estar bien prevenido de servir lo primero sin desdeñar lo segundo.
–¿Cuál es su posición frente al aborto?
Éste es un tema que fue y seguirá siendo motivo de una permanente polémica. Estoy a favor de la vida y en contra de la muerte, obviamente. Más allá de lo previsto en el art. 86 del Código Penal y de las opiniones médicas, científicas, religiosas o políticas, desde mi opinión personal la interrupción del embarazo fuera de las excepciones previstas -reitero- por la ley fondal importa lisa y llanamente un crimen ejecutado de una manera cobarde e irracional. La ejecución de un ser extremadamente joven al que se le corta de manera drástica y violenta la carrera por la vida, exhibiendo el comportamiento de quien lo lleva adelante un abierto desafío a la ley natural que jamás debe estar desconectada ni en conflicto con la ley positiva. No se mide la entidad de un crimen por la edad biológica de la víctima sino por la entidad de la acción que termina guste o no aniquilando el bien más preciado que es la vida.
A partir de los siete días posteriores a la fecundación, ya el minúsculo embrión envía un mensaje a la madre que impide el proceso menstrual. A los veinte días tiene un pequeño corazón que late, hay sangre que circula por sus venas y están presentes los rudimentos de sus ojos, raquis y cerebro. A los sesenta días, mide aproximadamente cuatro centímetros, es decir un niñito completamente formado, con cabeza, pies y manos. A los tres meses, funcionan sus músculos, nervios, piernas y brazos y a los cuatro meses hace verdaderas volteretas en el vientre materno, y es capaz de distinguir el gusto dulce del amargo.
–¿Cómo ha evolucionado el derecho penal desde su codificación?
Allá por el año 1886. Más de 900 modificaciones han alcanzado a la ley fondal destacándose la consolidación de un modelo que ha perdido su sesgo autoritario. Ejemplo claro es el fenómeno de desmonopolizacion de la acción penal que ya no es patrimonio exclusivo del Ministerio Público. Desde la acusación privada la víctima participando del proceso penal en el noble aunque aspecto camino de pedir justicia. La empatía para con la víctima y el débil contractual al tiempo de resolver los conflictos judiciales constituye una muestra cabal de que alejados de lo que se buscaba en Grecia o en la Roma Imperial se construye un diseño normativo justo y legal. Ha demostrado nuestro sistema penal la capacidad de inmortalizar por medio de sus decisiones la resolución de los conflictos sociales más profundos .
–¿Cómo le gustaría que lo recuerden?¿Le teme a la muerte?
Me gustaría que me recuerden con la misma consideración que me tienen en vida, con mis aciertos y errores, con mis fortalezas y debilidades. Como un simple labrador en el camino de encontrar Justicia. No tengo tiempo para pensar en la muerte, por ahora tengo cosas mucho más importantes para ocupar mi tiempo.
–La política en democracia ¿cumple su función en esta sociedad?
La democracia es el gobierno de las mayorías que tiene como meta resolver el problema del pueblo garantizando la convivencia y permitiendo alcanzar una mejor calidad de vida. Desgraciadamente, la realidad nos muestra que luego de 38 años de democracia el resultado es desalentador: deslegitimación de las instituciones, aumento exponencial de la pobreza, elevados niveles de desocupación, desconfianza social en la justicia y un fenómeno metastásico que no es otro que el de la industrialización de la corrupción. Debemos trabajar incansablemente por refundar las instituciones y revertir el desprestigio social en la justicia.
–¿Cuál es su conexión con, Dios?
Me acuesto y me levanto con Dios. Además, antes de iniciar mi cotidiana labor recito la oración del abogado: “Señor permíteme ser hábil en el argumento. Preciso en el análisis. Estricto en el estudio, franco con mis clientes y honesto con los adversarios. Siéntate a mi lado en mi escritorio y escucha conmigo las necesidades de mis clientes. Lee junto a mí en la biblioteca y permanece a mi lado en la corte para que hoy al tratar de ganar un caso no pierda mi alma”.
ejemplo.-