Por Silverio E. Escudero
Las noticias que llegan desde Oriente Medio alertan que los ejércitos de Grecia y Turquía, como ocurre desde hace miles de años, velan armas. Están dispuestos a ensangrentar el Mediterráneo Oriental, enclave por el cual han transitado miles de ejércitos en tren de conquista o cargando el precio de la derrota.
La relación greco-turca ha marcado el pulso de esa región que bañan las aguas del mar Egeo, que contiene un universo compuesto por una multiplicidad de islas que ha sido un problema a resolver en la mesa de negociaciones o a los tiros. La mayoría de las cuales pertenecen a Grecia, aunque Turquía tiene cientos de islas e islotes, aunque solamente unas pocas habitadas en forma permanente.
La dificultad de delimitar los espacios soberanos entre Grecia y Turquía preocupa y mucho a la Unión Europea y otros organismos multilaterales, por temor que desbarranquen y comprometan, aún más, la frágil estabilidad política del mar Egeo.
Esta vez Atenas levanto la voz. Denuncia que Ankara ha otorgado concesiones para explotar yacimientos petroleros y gasíferos en un área marítima cuya posesión está en disputa. Los griegos esgrimirían los griegos tendrían mejores derechos pero los turcos, despliegan sus tropas en un intento de recrear el antiguo imperio otomano y apropiarse de las rutas del petróleo.
Resulta necesario, a esta altura de nuestro relato, recordar las declaraciones del primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis al diario To Vima, donde afirmo que: “ Si bien Grecia ha deseado y aún desea buenas relaciones de vecindad, amistad y diálogo con Turquía, esto no quiere decir que Grecia no vaya a defender sus derechos soberanos con todos los medios a su disposición”. Es decir si no es posible de mantener un diálogo bilateral no descarta la solución militar.
Grecia, de esta manera, se erige en garante y protector, de los acuerdos de cooperación militar y marítima que han logrado Chipre, Egipto e Israel que incluyen la construcción del gasoducto EastMed, un proyecto conjunto con Chipre e Israel presupuestado en 8.000 millones de dólares.
Dos días después, los ministros de Exteriores de Chipre, Egipto y Grecia celebraron una reunión trilateral a la que se sumó su homólogo francés. ¿Qué tiene que ver tanto movimiento diplomático con Turquía y sus veleidades neotomanas en el norte de África?
El acuerdo marítimo que suscribió con Libia en noviembre interrumpirá el recorrido del gasoducto, además de rozar las aguas jurisdiccionales griegas (al sur de Creta) y orillar las de Chipre por lo que es necesario estar alerta y salir de compras de armamentos de última generación.
Las complicaciones y los intereses contrapuestos crecen. La Unión Europea trata de mediar pero Turquía no reconoce sus esfuerzos. Es que Grecia y Chipre, que guardan memoria de las incursiones turcas, cuentan con el apoyo comunitario.
Decíamos de intereses contrapuestos y confusión. He aquí una prueba tangible. Grecia y Turquía son socios y aliados en la OTAN, a cuya cumbre de Londres, conmemorativa del 70º aniversario de su creación, Atenas elevó sus quejas. La respuesta oficial aún no ha llegado. Radio pasillo asegura que el comando en jefe de la Alianza dirá que no media en asuntos bilaterales. ¿En caso de abandono Atenas comprenderá que hay prioridades en tiempos duros y siempre alguien queda en el camino? Turquía es el segundo Ejército de la OTAN en números de soldados tras EE UU, pero también que la Alianza tiene una base naval en Souda (Creta) desde donde desarrolla, desde hace meses, una presencia proactiva política en el flanco oriental de Europa. ¿Quién prevalecerá?
A modo de conclusión, de esta pequeña excursión navegando entre las islas del Egeo, anotamos que Grecia y Turquía han sido y serán adversarios históricos. Países con tradiciones muy distintas, y con una cultura religiosa y política diversa.
Hoy los países viven una realidad distinta. En las elecciones recientes en Grecia, el partido conservador (Nueva Democracia) ganó con un amplio margen. El nuevo primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, pudo obtener esa victoria con un programa económico ortodoxo: incentivar la inversión privada, reducir las tasas tributarias, y limitar la burocracia estatal.
Turquía, por su parte, vive la consolidación en el poder del régimen autócrata de Recep Erdogan. Autor de un reciente “autogolpe” concretado tras echar al presidente del Banco Central, Murat Cetinkaya por no contralar las altas tasas de interés y el clima de especulación financiera que se vivía. Este argumento contrario a toda lógica económica, según los expertos, lo sostenía, a pesar de reducir la inflación del 25% al 16% y estabilizar temporalmente la tasa de cambio.
Con ese anuncio de Erdogan volvió a profundizar la crisis. La lira turca perdió el 3% del valor frente al dólar y el euro y la bolsa de valores tuvo una caída de casi el 2%. Y ante la política monetaria dela Reserva Federal de EE. UU., es poco probable que el Banco Central de Turquía pueda –efectivamente- bajar las tasas de interés, sin que esto conlleve a una renovada huida de capitales de ese país.
A su vez, en un gesto de rebeldía hacia Washington, la compra de equipo militar ruso “revive el fantasma de la guerra comercial con la unión americana, lo que resultará en menores tasas de crecimiento. Así se tendrá que demostrar cuál es la vía más apropiada para dar respuesta a la crisis económica.
Por un lado, está el régimen democrático, con política económica ortodoxa y visión europea, como es el caso de Grecia. Por otro, el régimen dictatorial, con creencias económicas heterodoxas, y con una visión pro-rusa y anti-occidente, como es la propuesta de Turquía. Cual tenga más éxito tendrá consecuencias más allá de las fronteras de estos dos países”, insiste el economista Rafael Herz, vicepresidente de la Asociación Colombiana del Petróleo.
¿Por qué los turcos están obsesionados con Grecia? Uzay Bulut, analista jefe del Gatestone Institute –usina de pensamiento de un segmento de la ultraderecha antimulsulmana-, anota lo siguiente: “ En 1923, tras una vasta campaña contra los griegos de Anatolia (el genocidio de 1913-1923), se fundó la república turca. Desde entonces, los objetivos expansionistas de Ankara parecen inspirados en una supuesta agresión histórica, el odio a los griegos, el neootomanismo y una tradición islámica de conquista (yihad).
Desde mediados del siglo XV hasta la proclamación de la primera república helénica, en 1822, la Grecia moderna estuvo ocupada por el Imperio otomano. Erdogan ha sido explícito sobre su objetivo de resucitar el Imperio, o por lo menos expandir el territorio turco todo lo posible: ‘Hay fronteras físicas y hay fronteras en nuestros corazones”, declaró.
“Algunas personas nos preguntan: ‘¿Por qué os interesáis en Irak, Siria, Georgia, Crimea, Karabaj, Azerbaiyán, los Balcanes y el norte de África? (…) Nadie de esas tierras es un extranjero para nosotros. ¿Se puede separar Rize (en Turquía) de Batumi (en Georgia)? ¿Edirne (en Turquía) de Tesalónica (en Grecia)? ¿Cómo podemos pensar que Gaziantep (en Turquía) no tiene nada que ver con Alepo (en Siria), Mardín (en Turquía) con Al Hasaka (en Siria), o Siirt (en Turquía) con Mosul (en Irak)?”.
“Desde Tracia a Europa Oriental, a cada paso que des, verás la huella de nuestros antepasados. Estaríamos negándonos a nosotros mismos si creyéramos que Gaza y Siberia, con las que compartimos lengua y cultura, están separadas de nosotros. Interesarse en Irak, Siria, Libia, Crimea, Karabaj, Bosnia y otras regiones hermanas es tanto el deber como el derecho de Turquía. Turquía no es sólo Turquía. El día que nos rindamos en estas cosas será el día en que rindamos nuestra libertad y nuestro futuro”, concluye.