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El Tribunal Oral Federal de Mar del Plata condenó a Isaías Hurtado por trata de personas, reducción a la servidumbre y coacción en perjuicio de 20 personas. Su ex pareja, Patricia Padilla, fue coimputada, responsabilizada como partícipe necesaria del primer delito y recibió 10 años.
La organización pseudorreligiosa que comandaba el acusado fue definida como una “secta destructiva” por el sentenciante, que en línea con el pedido del Ministerio Público Fiscal -representado por Juan Manuel Pettigiani- y las querellas, hizo lugar a la reparación del daño moral y fijó indemnizaciones.
En el fallo se reseñó el proceso de persuasión coercitiva que la organización desplegó para la captación, sometimiento, control y explotación de las víctimas, mediante un proceso de despersonalización y anulación de su autonomía de por medio.
El tribunal enfatizó que los hechos que fueron acreditados durante el debate no se dieron de manera inconexa o aislada, sino que se cometieron “como partes integrales de un plan sistémico y expansivo concebido por los imputados”.
Así, estableció que el modus operandi de la secta se dio mediante técnicas que “lejos de ser evidentes para quienes resultaron víctimas, se caracterizaron por su sutileza, gradualidad y eficacia”.
En ese sentido, Daniela Iozza, del Programa de Protección de Víctimas de Trata, que declaró en el marco del juicio, mencionó que existen mecanismos mucho más sutiles, efectivos y sofisticados para someter a una persona, que mantenerla encerrada con un candado. Sobre esas técnicas, el tribunal expuso que no son singulares ni originales sino que, por el contrario, “constituyen herramientas ampliamente estudiadas y sistematizadas”
Los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Alfredo Ruiz Paz dieron por probado que el culto “Monte Sión”, liderado por Hurtado, se trató en efecto de una secta criminal (es decir, porque su estructura fue utilizada para cometer actos ilícitos) y coercitiva (porque se usó para cometer otro ilícitos doblegando a los fieles).
“El ungido”
Durante el juicio, la cuestión del líder surgió todos los testimonios, que indicaron que Hurtado se proclamaba a sí mismo frente a sus seguidores como el “Apóstol”, el “Ungido de Dios” o “El Padre de las Naciones”, entre otros títulos grandilocuentes.
“Las víctimas han descripto a Hurtado como un sujeto extrovertido, muy hábil con la palabra, y poseedor de un conocimiento enciclopédico de la Biblia, ya que siempre fundamentaba sus exigencias en algún pasaje bíblico invocando la voluntad de Dios”, precisaron los magistrados.
“A partir de esa figura es que se requería la colaboración de sus adeptos, para materializar los objetivos grandiosos que supuestamente Dios le había encomendado”, acotaron
“Tal colaboración adquiere distintas formas, desde la entrega de prestaciones materiales (dinero o propiedades) hasta la realización de vigilias y rezos durante altas horas de la madrugada para brindar protección espiritual al líder”, detallaron también.
“Numerosas víctimas se endeudaron, sacando créditos cuyas cuotas apenas podían pagar y que eventualmente les generaron graves problemas económicos, para darle el dinero a Hurtado ya que lo necesitaba para viajar al exterior a efectos de predicar su palabra. Asimismo, muchas otras víctimas concurrían al templo a las 3 de la madrugada y pasaban la noche orando para que Hurtado tuviera éxito en sus viajes. Cuando algo salía mal en alguno de estos viajes, Hurtado regresaba furioso y culpaba a sus fieles por no haber rezado suficiente”, remarcaron los jueces, citando testimoniales.
“Monte Sion”
* La llegada a la pseudocongregación Monte Sión, de acuerdo con los testimonios de las víctimas, se daba por recomendación de algún conocido o por haber escuchado la radio FM Sion, que funcionaba en la casa de los acusados.
* Algunos miembros habían estado ya en otras iglesias y otros llegaban por primera vez a un espacio religioso.
* Para los jueces, las características del grupo eran consistentes con las de las llamadas sectas “destructivas”.
*Según la opinión consensuada de diversos especialistas en el Congreso de Wingspread (Wisconsin, EEUU, 1985), aquellas pueden ser definidas como: “movimiento totalitario, presentado bajo la forma de asociación o grupo religioso, cultural o de otro tipo, que exige una absoluta devoción o dedicación a alguna persona o idea”.
* Los expertos también coinciden en que todas emplean técnicas de manipulación, persuasión y control destinados a conseguir los objetivos del líder, provocando en sus adeptos una total dependencia del grupo, en detrimento de su entorno familiar y social.
