Por Edith Palandri *
Las personas llegan a Mediación, cada una, con el relato de sus propias historias, que reflejan una realidad única y, además, con la creencia de que es difícil de compatibilizarla con la del otro y en la que, generalmente, ese “otro’ tiene la culpa de todo”.
El mediador ¿quién es? Es un experto en desarticular conflictos y gestor de cambios. “Es el profesional, tercero imparcial que interviene en la Mediación con diferentes dispositivos, herramientas y técnicas para ayudar en la comunicación a sus mediados, con el fin de provocar cambios de actitudes que les permitan construir una solución a sus conflictos, en una realidad compartida.”.
El mediador debería estar entrenado no sólo para gestionar el conflicto sino para ayudar a las personas a que sean ellas mismas las que lo trabajen de manera colaborativa para que puedan llegar a un acuerdo en el que se sientan satisfechas de sus decisiones.
Resulta menester una formación específica para conducir el proceso de mediación y ser un experto capaz de desarticular los conflictos de las partes. El mediador debe entrenarse para ser un gestor de cambios y un experto en transformar realidades basadas en la confrontación, a realidades construidas sobre la base del diálogo. Debe ayudar a sus mediados a “darse cuenta” de que los conflictos están presentes en todo momento en su mundo de relaciones y que, para no quedar entrampados en ellos, con el riesgo de perderlas, deberían asumir un comportamiento colaborativo en su abordaje y comunicarse mejor para llegar a sus propias decisiones.
La imparcialidad y la escucha activa son dos habilidades importantes y determinantes a desarrollar por los mediadores para generar confianza en su persona y en el proceso de mediación. El mediador debe conducir el proceso de modo que los mediados se escuchen, se respeten y puedan comunicarse. Que se entiendan mutuamente. Cuando una persona se siente escuchada, respetada y entendida procurará escuchar, respetar y entender, y sólo después de esa sensación estará más abierta a buscar una solución.
Entonces, ¿qué hace el mediador? El mediador en la mediación desarrolla una secuencia comunicacional, la cual consiste en preguntar, escuchar, comprender y estimular la reflexión. Por lo que el desempeño de su tarea requiere de la adquisición de competencias relativas a la comunicación y a la inteligencia emocional, independientemente de su profesión de base, de la que debería desprenderse cuando ejerce el rol de mediador para no contaminar ni coartar con sus intervenciones el protagonismo que la mediación, como proceso, le reconoce y asigna a los mediados.
Debe ayudar a las partes en la comunicación, debe ser flexible, debe abstenerse de emitir opiniones, juicios o declaraciones con relación al caso en el que interviene, aunque sea habilitado por sus mediados, explicando que les está vedado hacerlo por el principio de la imparcialidad que deben respetar y porque, además, son las partes las dueñas de las decisiones. Para lograr una comunicación más efectiva, es necesario mencionar algunas situaciones que el mediador debería evitar:
¿Qué no debe hacer?:
No debe omitir decir el encuadre del proceso de mediación, en el que deberá establecer las reglas de funcionamiento y comportamiento, que deberán atender a quienes participan en él, fundamentales para generar un clima de colaboración.
No debe dar la razón, no debe valorar quién dice la verdad y quién no.
No debe asesorar a sus mediados en ningún aspecto con relación a temas de otras disciplinas, incluso la de su profesión de base. Su rol en el proceso de mediación es desempeñar la función de mediador para no dañar su imparcialidad y la confianza, indispensables para favorecer la colaboración de las partes. No es su abogado ni defiende los intereses de alguna de las personas involucradas en el conflicto. Deberá remitirlas a sus letrados, para que les asesoren y les informen de sus derechos y posibilidades reales, pues son ellos los expertos.
No debe amenazar, emitir consejos u opiniones, decidir, ser el protagonista, imponer la mediación. El mediador tampoco hará terapia. La mediación no es un lugar donde se haga de psicólogo de una o de ambas partes; es más, las intervenciones de un mediador que tienen por fin la reflexión de sus mediados pueden producir efectos terapéuticos.
No debe dar la solución. No les dice a los mediados qué es lo que deben hacer ya que el compromiso que logren tiene que ser fruto de su real voluntad y de sus posibilidades para cumplirlo. Estadísticamente, está demostrado que cuando se participa del proceso de toma de decisiones y ellas son producto de lo que se desea, serán cumplidas de modo espontáneo.
A modo de conclusión, se puede afirmar que el mediador en ejercicio de su rol puede cumplir con dos objetivos: a) ayudar en la comunicación a sus mediados para que logren soluciones que los beneficien, como experto en desarticular conflictos; y b) ayudar a sus mediados a asumir comportamientos colaborativos frente a ese conflicto y a los sobrevinientes, como un gestor de cambio.
* Mediadora