La inicial promesa de reactivación para el segundo semestre se ha desvanecido y ahora se duda de que ella se concrete hasta mediados de 2017, pese a que se ha previsto un crecimiento de 3,5% para dicho año; mientras tanto, el alza del desempleo imprime un sesgo dramático a la realidad actual, en especial la de los jóvenes
Por Salvador Treber
La inicial promesa de reactivación para el segundo semestre se ha desvanecido y ahora se duda de que ella se concrete hasta mediados de 2017 pese a que se ha previsto un crecimiento de 3,5% para l dicho año; mientras tanto, la suba del desempleo imprime un sesgo dramático a la realidad actual, en especial la de los jóvenes
En el primer semestre del año en curso, según la información emanada del Indec, nuestra economía ha registrado una caída de 4,3%, la cual fue calculada tras conocerse que en junio continuaba exhibiendo un indicador negativo, de acuerdo con datos cursados por el Estimador Mensual de la Actividad Económica. Por otra parte, los analistas coinciden en que esa tendencia se mantendrá por lo menos durante el tercer trimestre, pero los más avezados y prestigiosos especialistas amplían ese pronóstico al cuarto. Mientras tanto, a medida que transcurre el tiempo, una buena proporción de ellos extiende su visión negativa a todo el primer semestre del año 2017.
El jefe de Gabinete Marcos Peña, desde el Congreso, ratificó como probable una caída de -1,8%, marca ésta que presupone un cuarto trimestre de signo positivo que podría atenuar la baja acumulada de lo primeros nueve meses. Pero esta visión, relativamente optimista, no es compartida en el ámbito privado y FIDE la lleva a -2,7%. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), desde su sede en Ginebra, señaló que respecto a América Latina y el Caribe su máxima preocupación es la creciente cantidad de jóvenes sin trabajo que, según sus cuerpos técnicos, abarca a 16,8% del respectivo colectivo.
En esa oportunidad, se difundieron algunos detalles importantes respecto a la desocupación juvenil, incluso anticipan que para 2017 seguirá en ascenso hasta llegar a 17,1%. Traducido a número de jóvenes afectados en toda el área, ésta se ha calculado en 8,2 millones y levemente ascendente para el año próximo (9,2%). Es obvio que en tal entorno el consumo de las familias haya bajado sensiblemente (-6,2%), deteriorando dramáticamente el nivel de vida.
Los actuales 8,2 millones de jóvenes desempleados se admite que para fines de este año llegarán a ser 9,3 millones en América Latina y no se aguardan mejoras en esta problemática durante, por lo menos, el primer semestre de 2017. En el seno de la OIT se señaló con mucho énfasis que “el impacto de la incertidumbre económica en Brasil es un factor muy importante para el repunte”. Hay que recordar que el PBI cayó considerablemente, pero lo extraño es que pese a tales números dejaron en claro, sin aportar mayores fundamentos, que en “la OIT no lo ven como una tendencia alarmante”.
Un indicador de orden real que en tales circunstancias se agudiza es el de los comedores públicos en dicha área pues han acrecido la asistencia en nada menos que +86,3%. La cantidad de desocupados en Argentina ha virtualmente duplicado la cantidad de los que permanecen parados pues hasta fines de agosto se sumaron otros 1,16 millones de despedidos a una cifra anterior semejante. Debe tenerse muy presente que en el caso de nuestro país, para mediados de este año dicho indicador respecto a desocupación juvenil (hasta 29 años) trepó a 18,9%, mientras la desocupación femenina alcanzó un índice de 10,5%, con lo cual supera al nivel general, que es de 9,3%.
Este último colectivo, si se desagregan del conjunto general a las que componen la amplia franja de las que tienen entre 18 y 28 años de edad, se puede advertir que sufren una discriminación respecto a iguales tareas cargo de hombres que la ley no admite. Se verifica que, aun violando las normas en los hechos y en promedio, se les pagan salarios que están 21,4% por debajo de los percibidos por aquellos. Mucho más notoria aún es la relación entre las que ocupan puestos jerárquicos respecto de los varones pues cubren apenas 11,2%, sin considerar los cargos gerenciales, que están monopolizados en 96,4% por varones.
Algo de historia sobre el tema
Siguiendo los respectivos indicadores desde el año 2003 inclusive, se advierte que en ese año los desocupados absolutos representan 17,8% de la PEA, a los cuales se deben adicionar los subocupados (incluyen a los que se resignan a trabajar entre una y 35 horas semanales pese a que desearían incrementarlas). Estos datos permiten apreciar la severidad de esa crisis que comenzó en el año 1999. Desde entonces hasta 2008 ambos indicadores fueron descendiendo de forma tal que hasta el año 2008, cayeron respectivamente a 8,6% y 8,7%; lo cual quitó presión a la situación de la economía interna.
Dicha tendencia se revirtió levemente en el año 2009 como consecuencia de la recesión mundial que en ese año adquirió una dramática intensidad (todavía no ha sido superada en forma total) y dichos indicadores lo muestran elevados a 8,7% y 10,5%. En los años subsiguientes, 2010 y 2011 se reiteró la doble tendencia descendente que, en materia de desocupación, la redujo hasta el segundo semestre del año 2015 a un relativamente óptimo 6,5% aunque en cuanto a subocupación solo llegó a nueve por ciento. Para mediados del año en curso se verificó un notorio retroceso pues la desocupación abierta escaló a 8,3% y la desocupación a un no menos preocupante 11,2%.
Durante el primer semestre de 2016 el salario real cayó 6,3%. Esta preocupante involución, tal como se ha mencionado antes, afectó muy especialmente a los trabajadores en relación de dependencia de hasta 29 años. Otra forma de tomar conciencia sobre el difícil momento que se está viviendo; se traduce nítidamente en la baja mensual del nivel de ventas de los supermercados que han venido con tendencia ascendente en el primer trimestre. De 5,4% y en el segundo de -6,8%.
Los ajustes concertados por los gremios más numerosos, teniendo en cuenta que en el mejor de los casos la inflación pueda implicar para todo el año un incremento de 43,4%, los deja muy atrás pues algunos de ellos, como los de empleados de comercio tuvieron un ajuste de sólo el 23%; los obreros de la construcción de 22% y el personal del sector público nacional 26,5%. Estos datos sirven de testimonio incontrovertible respecto de los profundos cambios, todos de efecto regresivo, que se han introducido en el esquema distributivo del ingreso.
En efecto, mientras los asalariados han perdido alrededor de un 15% en su respectivo poder adquisitivo, tal como se evidencia por medio del cotejo entre el nivel medio de sus remuneraciones respecto de la suba habida en el nivel general de precios vigente, al propio tiempo que los grandes productores agropecuarios y mineros, sólo debido a la eliminación o reducción de las retenciones a las exportaciones, acrecieron beneficios en nada menos que un 19,2%. Si bien este ha sido el cambio más trascendente, todas las demás modificaciones introducidas convergieron a generar una evidente acentuación del mencionado sesgo polarizante que caracteriza el pensamiento de quienes actualmente conducen con criterio empresario las diversas áreas y dependencias del gobierno nacional, además de sus inversiones privadas.
Las perspectivas del año 2017
En las esferas oficiales se ha dado a conocer como pronóstico que en el curso del año próximo, el proceso inflacionario será mucho menos incisivo pues se estima que “sólo” ascenderá a 17%. Si bien en el concierto mundial seguiría siendo el segundo más elevado del Planeta, en términos relativos con lo que viene sucediendo en nuestro país, implicaría una notable reducción del 60%. En el ámbito oficial, en forma reiterada, señalaron a la inflación como la peor característica de nuestra economía y, en función de ello han manifestado que pretenden llegar al cabo de los cuatro años el 10 de diciembre de 2018, con un mercado interno en que los precios sólo hayan crecido en el último año cinco por ciento.
Es obvio que ante tales objetivos nadie puede realizar objeciones, aunque solo han enunciado algo mayoritariamente deseado pero sin explicar la vía mediante la cual se podrá cumplimentar. Entre los interrogantes que mas se formulan y que generan una elevada ansiedad, está el de conocer si seguirán apelando, como en la actualidad, a extender y acentuar la profundidad de una recesión más aguda aún; la que por baja de la demanda interna obligue a mayores caídas en el nivel general de precios. No puede olvidarse la pérdida sufrida por los asalariados que conservan sus puestos y, mucho más de los despedidos que ya duplicaban el nivel preexistente al 10 de diciembre de 2015 luego de transcurridos nueve meses.
Los funcionarios argentinos en ningún momento revelaron la existencia de un plan explícito en este aspecto y las dudas se acrecientan frente a los reiterados índices de descenso en la actividad general que se traduce en que 4,52 millones de personas que han caído en niveles de pobreza; al par que los desocupados absolutos siguen aumentado su número, en especial los no registrados o irregulares que ya han superado los tres millones para fines de tercer trimestre. Además, la continuidad de la crisis recesiva que afronta Brasil, agravada en su faceta política debido a la maniobra para destituir a Dilma Rousseff y entronizar al vicepresidente Temer en el sitial de la cúspide, lo cual resta perspectivas de cambio de signo a la actividad del año 2017.
En ese contexto se hace cada vez más problemático revertir la tendencia negativa que en el poderoso país vecino se viene extendiendo por casi tres años y ello se refleja en nuestro país. El Indec dio a conocer que, según sus cálculos, la canasta familiar mínima requerida para no ingresar en la franja de pobreza ascendió en septiembre pasado a $12.489 mensuales y que por debajo de los $5.000 mensuales quedan involucrados los indigentes que, obviamente, no pueden cubrir sus necesidades básicas mas elementales. A fin de septiembre ya se han acumulado cuatro trimestres con signo negativo y lo que es más preocupante, en cada uno de ellos se registra una tendencia notoriamente creciente.
Debe recordarse asimismo que el producto bruto interno durante el segundo trimestre de este año cayó 3,4% y quizá por ello no se conocen datos actualizados; pero el incremento de la desocupación al finalizar el presente año, según todos los analistas privados, es muy probable que trepe en alrededor de 25% respecto al nivel registrado a fines de septiembre pasado.
Resulta muy significativo que en el área de la industria automotriz, diez de las once empresas e extranjeras que operan en el país, hayan eliminado turnos y acordado prolongadas licencias que se extenderán, por lo menos, hasta fin de año y se abstengan de formular pronósticos para 2017. Una actitud semejante han adoptado quienes siguen de cerca la actividad de la construcción y ello preocupa pues ambas suelen reflejar la tendencia de la economía en su conjunto.