El máximo teatro lírico de nuestro país es, sin dudas, el Teatro Colón, considerado uno de los mejores del mundo en su género. Un maravilloso y fastuoso edificio que, en medio de terciopelos y lujosos salones, permite disfrutar de la más maravillosa música de todos los tiempos, desde una sinfonía de Beethoven hasta una ópera de Wagner. Lo que pocos saben es qué había en ese lugar y la riquísima historia previa de su localización…
En la actual plaza General Lavalle, entre las calles Cerrito (llamada anteriormente Del Cerrito), Tucumán, Libertad y Viamonte (ex Temple) para principios de 1800 había un gran pozo que juntaba aguas estancadas denominado el “hueco de Zamudio”, donde desaguaba uno de los arroyos que solían atravesar la ciudad de Buenos Aires: el Tercero del Medio, que corría por la calle Libertad y giraba hacia el este en Viamonte. Para cruzarlo se había construido un puente conocido como Puente de los Suspiros.
Para 1822 fue instalado un parque de artillería, que poseía una fábrica de armas y un depósito de pólvora, y se parquizó medianamente la zona circundante a este regimiento (en realidad sólo se niveló un poco el suelo junto a la laguna y se desmontó la zona aledaña por razones de seguridad), tomando desde entonces la zona el nombre de “Plaza del Parque”.
Cuando el 29 de agosto de 1857 se inauguró el primer ferrocarril en territorio nacional, el Ferrocarril del Oeste (FCO, por entonces era la Sociedad del Camino de Hierro de Buenos Aires al Oeste SA), se decidió ubicar en la zona de la laguna la estación de arranque de esta línea ferroviaria.
Se drenó la laguna, se levantaron un poco los terrenos, se tapó el “hueco de Zamudio” y se levantó una estación consistente en un galpón central con tres vías, dos para los andenes y una tercera para entrada y salida de la locomotora desde la mesa giratoria ubicada al final del galpón. Al costado se construyó un depósito de locomotoras y vagones con dos entradas.
Esta estación se denominó tal como la plaza: Estación Plaza del Parque.
Este tramo iba desde la actual plaza Lavalle hasta la estación Once. Fue el primero inaugurado por el ferrocarril y en él incluso se hicieron pruebas del funcionamiento de la locomotora “La Porteña” y de las vías recientemente instaladas. Si bien hubo en estas pruebas un par de descarrilamientos, ninguno revistió gravedad debido a la poca velocidad del tren (los vecinos incluso iban caminando junto a la locomotora mientras esta recorría el tramo probando las vías).
Debido a la gran distancia que existía entre la estación y el centro de la ciudad (recordemos que Buenos Aires distaba mucho entonces de ser la gran metrópoli que es hoy, para entonces apenas lograba superar 100.000 habitantes), a los pocos meses de construida esta estación, a partir de 1858, el Ferrocarril del Oeste habilitó además un servicio de coches a caballo para poder llegar desde la estación de Plaza del Parque a la zona más céntrica en las inmediaciones de la Plaza de Mayo (por entonces denominada Plaza de la Victoria, en la mitad más cercana a la actual Casa Rosada).
Al ir creciendo la ciudad de Buenos Aires, se hizo patente la incomodidad de una estación en una zona tan céntrica y el hecho de que el ferrocarril transite por las calles de la ciudad provocó contratiempos a poco de inaugurarse. En algunos casos hasta hubo accidentes de choques con carros. A esos problemas se sumaba que se habían presentado diversos proyectos de dotar a la urbe de tranvías tirados a caballo y de tranvías a vapor.
Cuentan los diarios de la época que un carro que transitaba por la calle Lavalle se encontró de frente con la locomotora del ferrocarril que se dirigía en sentido contrario. Como el conductor no tenía espacio ni tiempo para girar el carro en U en esa angosta calle, optó por subirse a la vereda con el carro y la locomotora pasó al costado a pocos centímetros, salvándose casi milagrosamente de un grave accidente con funestas consecuencias. El día siguiente el municipio prohibió el tránsito de carros por las calles donde circulaba el ferrocarril desde una hora antes de la programada para la partida del tren hacia el oeste y hasta media hora después.
Este caso, sumado a varios transeúntes que fueron sorprendidos por el convoy y que sólo se salvaron de ser atropellados por la lenta velocidad que se le imprimía al mismo, llevaron al convencimiento de los funcionarios municipales de la necesidad de suprimir la estación Plaza del Parque, levantar las vías hasta la estación de Once de Septiembre y de convertir a esta última en la nueva terminal del Ferrocarril.
El 29 de abril de 1878, la Legislatura porteña otorgó un plazo de un año para construir la nueva terminal en Once y entregar los terrenos de la estación céntrica.
El ferrocarril demoró el cumplimiento de esta ordenanza hasta haber terminado la majestuosa obra de la estación terminal en Once; finalmente el directorio del FCO el 28 de septiembre de 1880 dispuso lo necesario para organizar el traslado de la estación terminal de Plaza del Parque a Once de Setiembre, que se inauguró el 14 de diciembre de 1882. Ese mismo día se cerró el tránsito de ferrocarriles entre ambas estaciones y el 12 de diciembre de 1883 se entregaron los terrenos de la vieja estación terminal a la Ciudad de Buenos Aires.
La estación fue demolida en el año 1888 y en el predio se comenzó ese mismo año la construcción del Teatro Colón, el cual anteriormente estaba frente a la Plaza de Mayo.
(*) Autor de los ferrocarriles argentinos, ramales, estaciones e historia postal.