Mediación y cambios

Todo cambia nada es (Heráclito de Efeso)

Por Carolina Lopez Quiros – Samuel Paszucki*

Hoy el tema que nos convoca es el cambio. Parecería de lo más novedoso, pero desde que el mundo es mundo estamos en un permanente cambio, aunque hayamos hecho todo lo posible para lograr estabilidad y definiciones al menos duraderas …Todo cambia; es la esencia misma de la existencia. Pero la buena noticia es que, tal como dijo Antoine Lavoisier, nada se pierde, todo se transforma.

Desde el nacimiento de esta columna (2002) y aun antes, los mediadores somos testigos protagonistas y agentes de cambio. El cambio de lo urgente por lo inmediato, de lo que no admite procesos eternos o doctrinas que se debatan por años: el cambio aquí y ahora. 

Lo vemos en los temas de familia, cuando se debe resolver una cuota alimentaria que no sólo es una cifra, que no sólo es dinero en una cuenta bancaria. Es paz en una familia que rápidamente se debió adaptar de vivir todos juntos a hacerlo de otra manera, como puedan; y hay que acomodarse. La mediación está allí, acompañando el cambio para que duela menos, para que sea más suave, para que todos puedan ser escuchados. Cambios; porque también implica que no se verán a diario y entonces debemos considerar cómo lo resuelven. Quién puede mejor y cuándo, para que la distancia duela menos. 

Lo descubrimos en la pandemia cuando debimos reinventar nuestras prácticas tan presenciales y vivenciales al mundo tecnológico. Parecía imposible, impensable, totalmente incompatible con nuestra profesión, tan humana, tan directa, tan cara a cara, tan mano a mano. Si nos hubieran preguntado hace diez años si era bueno o recomendable mediar o enseñar de manera virtual hubiéramos respondido con un “no” rotundo. ¿Cómo pretender transmitir a través de una pantalla la vivencia de la emoción, del trabajo vívido del mediador, del contacto tan personal entre mediador y las partes? ¿Cómo suplir la práctica y enseñanza personal del docente con sus alumnos? “Imposible”, pensábamos. De hecho, cuando comenzaron las prácticas de formación virtual nuestra postura fue siempre muy favorable a la presencialidad. ¿Estaba instalado en nuestro sistema de creencias el prejuicio tal vez; que la presencialidad siempre es mejor? Hoy podemos decir sin temor a equivocarnos que no es ni mejor ni peor. Ambas maneras son excelentes; depende del caso y fundamentalmente de las necesidades de las partes.

Pero con la pandemia no hubo opción. Había que cambiar y rápidamente; adaptarse sí o sí, en un abrir y cerrar de ojos. ¡Y como costó al principio! Debimos prepararnos para manejar nuevos procedimientos informáticos, protocolos y saberlos explicar; también formarnos en facilitación de abordajes de equipo para poder capacitar adecuadamente, adaptando contenidos y recursos didácticos.

No sólo nos adaptamos. Pudimos hacerlo y qué bien que lo hicimos. Es más: innovamos, mediamos con plataformas, con teléfonos, con videollamadas indistinta y conjuntamente y logramos hacerlo con calidad, adaptándonos a la calamidad que vivía el mundo. Al mismo tiempo, a la precariedad: limitaciones económicas y sociales de las personas, en muchos casos. Acercamos mundos desarrollados y subdesarrollados; nativos digitales y no digitales. 

Vienen más cambios. Desde hace tiempo se habla de la justicia restaurativa como superadora de la justicia retributiva. Dentro de este marco nos encontramos trabajando en el Centro Judicial de Mediación (CJM) en casos de Penal Juvenil dirigido a jóvenes menores de 18 años en infracción con la ley penal. Con resultados muy positivos. El abordaje se hace con base en Prácticas Restaurativas basadas en cambios de paradigmas, cuyo objetivo fundamental es evitar la reincidencia. Buscando también cómo transformar la creencia de que el castigo puede solucionar todas nuestros problemas políticos y sociales

La justicia restaurativa da una respuesta que satisface a la víctima, mejora la reinserción social del infractor, consigue la pacificación social y el cumplimiento de las normas, entre otros efectos positivos

En el programa se trabaja con víctima y victimario. Con el victimario, para lograr que reconozca que cometió un daño, que se haga responsable de que con su accionar perjudicó a una persona o institución y que resulta fundamental reparar a la víctima de alguna manera, de modo de restablecer el equilibrio que se rompió con la sociedad toda a partir del hecho cometido Es un trabajo interdisciplinario de un profundo cariz reflexivo y lleva su tiempo

Con la víctima se trabaja su ánimo de participar, se la insta a ser protagonista del proceso, a expresar su pesar, a legitimarse como tal, a poder desplegar su sentir y recibir una reparación por parte del infractor, ya sea personal o por vía indirecta. Víctima y victimario pueden no encontrarse nunca y aun así el trabajo restaurativo cumpliría sus objetivos. Por ello se habla de facilitación y no mediación.

No se buscan culpables sino quién resultó dañado; tampoco penas, sino quiénes tienen la obligación de reparar por el daño causado. No se pretenden confesiones sino reconocimientos. Se propone una mirada que ya no pone su foco en el pasado sino que mira al futuro. 

Estamos inmersos en un sistema cuyos patrones cambian, pero además de cambiar, lo hacen cada vez más rápido. La noción de estabilidad pierde cada vez más sentido. Ello se extiende prácticamente a todas las esferas de la existencia humana. Consideramos que la mediación se puede hacer cargo de la inmediatez propia de la vertiginosidad a la que nos referimos.

¿Qué es lo único que nos permitirá adaptarnos al cambio?

Nuestra apertura al aprendizaje. Parece tremendamente fácil y, sin embargo, importa al menos tres aspectos que seguramente no hemos tenido en cuenta: 1) hay muchas áreas de nuestra vida en las que desarrollamos resistencia al aprendizaje 2) no aprendemos todo lo que podríamos y 3) no nos preparamos para ser agentes de nuestro propio adiestramiento.

Creemos que el aprendizaje de cómo aprender (deuteroaprendizaje) es una de las competencias del mundo de hoy. Es nuestro recurso más poderoso en relación al cambio y una de las características y aspiraciones de la mediación: que todo cambio de mirada, que toda nueva interacción aprendida pueda ser replicada en situaciones futuras. El futuro pertenecerá a aquellos quienes expandan progresivamente su capacidad de aprender. Los mediadores estamos en el camino correcto: contribuir al aprendizaje de todos los involucrados, nosotros incluidos. 

(*) Mediadores