lunes 23, diciembre 2024
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Comercio y Justicia 85 años

El intercambio comercial volvió al superávit ¿por cuánto tiempo?

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Argentina retornó al saldo positivo: las importaciones de gas quedan atrás, pero las exportaciones tienen por delante un escenario global complejo y desafíos históricos.

Por Facundo Piai

Después de tres meses en los cuales los dólares destinados a importar superaron a los generados por los despachos al exterior, en septiembre el saldo comercial volvió a ser positivo. De acuerdo con el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec), en el noveno mes del año las exportaciones de bienes generaron en la economía un ingreso de US$7.407 millones, mientras que el valor de las importaciones fue de 6.993 millones de dólares. Ello mostró un saldo mensual positivo en torno a US$400 millones. Asimismo, en lo que va del año el superávit comercial supera US$2,5 mil millones.

Del informe se desprende que el valor de las importaciones continúa descendiendo, luego de que los dólares destinados a las compras al exterior promediaron ocho mil millones entre mayo y agosto (los meses fríos del otoño y el invierno). En septiembre, las importaciones cayeron por segundo mes consecutivo. Consecuentemente, empieza a advertirse una tendencia a la baja, luego de un incremento del valor de las compras al mundo mantenidas durante seis meses consecutivos. Una baja que es compatible con la disminución de demanda de combustible y energía en los últimos meses, cuando, luego de superar los US$2 mil millones en julio, descendió a US$790 millones en septiembre. 

En el mismo sentido, también se advierte una disminución del valor de las exportaciones de bienes intermedios (entiéndase por ellos insumos industriales). De acuerdo con el promedio del último trimestre, estas importaciones tuvieron una disminución en septiembre superior a los 300 millones de dólares. En parte responde al control más riguroso sobre las compras externas que impone el equipo económico de Sergio Massa, desde que éste  ingresó al Palacio de Hacienda, hace ya tres meses. Desde entonces los controles a las importaciones se incrementaron, lo que generó el reclamo de diferentes sectores de la industria. 

Desde el 17 de octubre rige un nuevo sistema para que el Banco Central apruebe los dólares para las importaciones en una sintonía fina con la Aduana. En el equipo económico del Gobierno nacional ven en la disminución de estas importaciones un éxito táctico en el corto plazo, según comentaron off the record. Allegados al ex intendente de Tigre explicaron que, de no “pisar” algunas importaciones, la alternativa habría sido devaluar, con las repercusiones que un encarecimiento de la divisa estadounidense tiene para los precios internos y el nivel de actividad económica. 

Por otro lado, por la vía de las exportaciones, no hay sectores que registren un incremento contundente de divisas a partir del cual se pueda explicar el saldo positivo de la balanza comercial. Esto responde a que tanto el valor de las exportaciones de materias primas como las divisas generadas por el sector agroindustrial cayeron o se estancaron respecto a los meses anteriores. En las que sí se advierte un salto disruptivo, no obstante, es en las exportaciones de frutos oleaginosos por el estímulo que tuvo el agro para vender la cosecha en septiembre (“dólar soja”).

De lo anterior se desprende que, de haberse mantenido en septiembre el nivel de exportaciones de soja de los meses previos, el saldo comercial habría continuado en negativo. En otras palabras, el saldo favorable de dólares responde más a una disminución de las importaciones que a una expansión del valor de los despachos a otros mercados. De hecho, las ventas al exterior se encuentran estancadas en torno a los siete mil millones de dólares, con una tendencia bajista en los últimos meses. 

A todo esto, el panorama global dista de ser estimulante para el comercio internacional en el corto plazo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una “desaceleración generalizada” en su último informe de perspectiva de la economía mundial. Si bien las proyecciones de crecimiento para Argentina se mantienen inalterables para el FMI, sí empeoraron las estimaciones para toda la economía global, incluyendo a economías que comercializan con ella. La inflación global, la suba de tasas de interés para frenarla, más la guerra y la persistencia de la pandemia, sostiene el reporte, inciden en las perspectivas, haciendo que el crecimiento mundial pase de 3,2% en el 2022 a 2,7% 2023. Las economías occidentales son las que más desaceleran. 

En este contexto, Argentina presenta algunas ventajas. Por un lado, en los últimos años se ha fortalecido la relación comercial, por el lado de las exportaciones, a economías del sudeste asiático, que según los reportes del FMI son las que menos sufrirían. En ese sentido, el país mantiene una balanza comercial positiva con Vietnam y la India de US$1.513 y US$2.193, respectivamente. Además, el buen desempeño de sectores claves genera expectativa, así como la exploración petrolera en la plataforma continental, próxima a desarrollarse. 

“Si Argentina capitaliza los sectores competitivos, no creo que 2023 vaya a ser un año de mala performance”

Miguel Zonnaras, presidente de la Cámara de Comercio Exterior de Córdoba (Cacec), dio sus perspectivas sobre el perfil exportador de la economía argentina.

Más allá del complejo sojero, que tiene alta competitividad ¿qué otros sectores ven con potencialidad para aumentar su inserción en el mercado internacional?

Argentina tiene posibilidades ciertas en aquellas actividades en donde tiene competitividad natural: el litio, la minería, la energía, la pesca, la agroindustria (que no es sólo alimentos, también está la forestoindustria, entre otras). Respecto a actividades con mayor valor agregado, lo que se necesita es competitividad para poder insertarse de una manera sustentable y con continuidad en los mercados. Este es el gran desafío que tenemos como país. El de lograr una competitividad estructural que nos permita tener un sostenimiento de exportaciones de alto valor agregado y que eso derrame en desarrollo y progreso para nuestra comunidad. 

Reportes oficiales y privados proyectan récord de ingreso de divisas para 2022 ¿Qué lectura hacen de la performance exportadora?

Lo preocupante es que, cuando analizamos los informes de instituciones que estudian el tema, nos encontramos con que son todas las actividades en que Argentina tiene competitividad natural; y no la competitividad estructural que requieren mayor valor agregado y son las que mayor impacto tienen a nivel desarrollo. 

¿Con qué escenario creen que se encontrarán las exportaciones argentinas el próximo año en donde se espera una desaceleración de la economía global?

Argentina tiene muy buenas oportunidades como un proveedor confiable de materias primas a mercados de occidente, que las necesitan y, además, otros proveedores han perdido el estatus de confiabilidad. En esto hablo de commodities y energía. Si Argentina los capitaliza, no creo que vaya a ser un año de mala performance. Por supuesto, un escenario recesivo o de contracción no ayuda y las expectativas son bastante complejas para la matriz exportadora, pero sí hay productos que nosotros generamos que tendrán alta receptividad.

Los productos con mayor valor agregado sí tienen un escenario bastante complejo, principalmente en la competitividad, porque hay países que nos compiten en los mercados de destino que han hecho mejor sus deberes en cuanto a sus variables macro y micro de su economía

¿Qué política podría implementar el Gobierno para mejorar la performance exportadora en el corto plazo?

En el corto plazo habría que incentivar cadenas de valor de alta potencialidad. Que son las que ya mencioné; sumando también la economía del conocimiento, en la que Argentina podría rápidamente capitalizar muchas exportaciones que hoy se están quedando afuera del país y que no están ingresando a los flujos del Banco Central. En el corto plazo habría que analizar cadenas de valor específicamente y hacer una política puntual de mejora de competitividad apalancándola en políticas de largo plazo y acuerdos políticos sólidos para que no haya ningún cambio de reglas de juego en el camino y que los sectores podamos expresar todo nuestro potencial. 

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