El generoso paisaje ibicenco inspira platos destacados de cocina gourmet. Sus recetas emplean productos estacionales y autóctonos junto con técnicas de vanguardia.
Lips Reartes, culto a la cocina slow
Lips Reartes es un pequeño oasis de Playa D’en Bossa donde prima la gastronomía de alto vuelo, creada por el chef David Reartes, emprendedor gastronómico con décadas de experiencia en la península ibérica. El Beach Club, caracterizado por su impactante terraza frente al mar, apuesta por la cocina mediterránea y la fusión de recetas del mundo, aplicando sobre ellas la filosofía del movimiento slow food que prioriza la materia prima de productores locales o de cercanía y particularmente de temporada.
“Gracias al apoyo de ganaderos, apicultores y otros proveedores de la zona, cada día estamos más convencidos de apostar por el producto ecológico”, confiesa Reartes, cuyo apellido se emparenta en el árbol genealógico con familiares de la localidad cordobesa Los Reartes.
Sus platos son una experiencia en sí misma, denotan gran elaboración y técnicas de vanguardia.
Vale la pena degustar “Steak tartar con patatas”, “Cuello de cordero ibicenco” y “Huevo frito en rebozo de panko sobre puré de patatas y setas”.
En la carta también se destaca la sección “En horno de brasa”, en la que Reartes cocina exquisitos pescados, costillas de ternera wagyu y chuletones.
Tapas de autor en Sa Brisa
El Paseo Vara de Rey es uno de los entornos más pintorescos y floridos del centro de Ibiza. En este entorno de exquisita belleza, Esther Bonet y Pere Vendrell decidieron instalar el restó Sa Brisa Gastro Bar. El lugar propone experimentar una nueva forma de viajar con los sentidos por medio de la gastronomía. En este marco, la dupla de emprendedores combina el concepto de tapas con la cocina de autor, en un ambiente moderno y decorado con buen gusto.
Sus cinco chefs convierten las recetas tradicionales de numerosos países en una auténtica obra de arte para el paladar. Como por ejemplo la variedad de croquetas servidas prolijamente en una escultura metálica que simula un árbol. Cada bocado tiene un sabor privilegiado entre los que se destacan calamar, puerro y curry o queso y ternera.
Sus tapas remiten a distintas regiones del planeta, como las “quesadillas de gambas con guacamole y achiote”, que superan ampliamente las que sirven los puestos mexicanos; o el “falafel de garbanzos”, distinguida por una impecable presentación.
El restaurante es la simbiosis de lo cálido y acogedor con lo moderno y urbano, aderezado por la incomparable brisa del Mediterráneo.