Esperanza, nostalgia, alegría. Miradas que hablan. Ejemplos de un modelo social único. También de una gentileza extrema. Los cubanos encantan a primera vista, al igual que sus ciudades cargadas de historia, testimonios revolucionarios y postales detenidas en el tiempo. Habitantes de la isla sostenida por aguas turquesa que embriaga de belleza y motiva sentimientos opuestos.
Por Carolina Brenner – [email protected]
Enviada especial a Cuba
Son libros. Muchos. La mayoría de segunda mano. De lejos parece una feria artesanal pero son puestos abarrotados con ejemplares sobre la vida del Che, la revolución y hasta cocina cubana, dispuestos, algunos, entre sellos y monedas antiguas. Rodean la Plaza de Armas de La Habana custodiados por la mirada del héroe independentista, Miguel de Céspedes, elevado en una estatua de mármol blanco frente al palacio barroco de los Capitanes Generales y el Templete.
En cada uno de los stands, los puesteros pueden estar horas comentando textos y recomendando autores. Su intelectualidad impacta y ellos lo saben. Saben que el turista busca mucho más que seguir la ruta de Hemingway con un mojito en La Bodeguita del Medio o un daiquiri en La Floridita. Asumen que los millones de visitantes que desembarcan en la isla quieren ver más allá de lo que dicen sus ojos. Son concientes de que son únicos por formar parte de un sistema económico social emblemático del mapa universal pero también por su alegría contagiosa y su gentileza natural, sincera, incomparable.
Por estos días también reconocen que son centro de todas las miradas. Como siempre, como ahora.
Frente al malecón, después de medio siglo sin izar, la bandera norteamericana flamea nuevamente en la Embajada de Estados Unidos, a pocos metros de la plaza “Tribuna Imperialista”. La recuperación de los lazos diplomáticos entre ambos países es el tema candente, así como la curiosidad que despierta entre sus visitantes.
“Mira mi amol (sic), las expectativas son positivas, pero aún hay que esperar”, advierte Laydi, una de las vendedoras que se mimetiza con la sombra espesa de un ceibo para refugiarse del calor húmedo del mediodía habanero.
“Si desaparecen las restricciones, vamos a poder comprar productos a mejor precio y se va a incrementar la afluencia de turismo. De todos modos, nada va a cambiar tan rápido”, subraya esperanzada.
Opinión similar circula en boca de la mayoría de los isleños. Pese a ello, la ciudad está desbordada de turismo. Todos quieren recorrerla “antes de que cambie”.
Así, como un cardumen impulsado por la corriente, miles de extranjeros buscan inmortalizar el sentir y pensar de esta gente, fluyendo entre las arterias adoquinadas salpicadas por iglesias barrocas, fortalezas de principio de siglo, plazas y palacetes. En casi todas las más de doscientas manzanas que dibujan el casco antiguo, se escuchan canciones al son de guitarras y maracas. Así de animados están los que emergen del Museo del Ron, con el sabor dulzón y el fugaz atontamiento de una cita espirituosa.
No faltan quienes se tientan por abordar los famosos automóviles de los años ‘50, que en lustrosos colores estridentes circulan por avenidas, entre carruajes tirados por caballos, “coco taxis” y otros rodados viejos que no corrieron la suerte de la restauración. A los emblemáticos bólidos se los ve, también, estacionados en sitios de mayor flujo de viajeros como la Plaza de la Revolución ante los rostros escultóricos del revolucionario argentino y su compañero, Camilo Cienfuegos.
Sobre la misma escenografía, hace poco más de un mes, el papa Francisco celebró una misa ante casi un millón de personas. Su imagen aún se asoma en algunas fachadas de las casonas coloniales y sonríe a los peatones desde los afiches callejeros.
“El Papa actual es más terrenal que los anteriores”, dice Frank señalando uno de los anuncios. El hombre, que se desempeña como chofer, explica que el pueblo cubano es mayoritariamente católico aunque en ciertas costumbres está influenciado por otras tradiciones como la santería, traída por los esclavos procedentes de África.
Esta ascendencia, matizada por la influencia europea y asiática, predomina en una importante porción de la población local. Como la de algunos artistas y personajes callejeros de la Habana Vieja, que tratan de captar la atención de los transeúntes con ingeniosos rebusques.
En una esquina, distrae la sinfonía de una trompeta, empinada por un “dandi” vestido de punta en blanco sobre lustrosos zapatos charolados. Más adelante, estatuas vivientes aguardan un CUC antes de derretirse. Igual sudan las mulatas enfundadas en trajes típicos, fumando un puro entretanto espían si alguien decide fotografiarlas para pedir un billete a cambio.
Un CUC equivale a un poco más de un dólar y aproximadamente a 25 CUP o pesos cubanos. Teniendo en cuenta que un sueldo promedio oscila los 400 pesos cubanos, las propinas que dejan los extranjeros, son más que agradecidas.
“El 60% de lo recaudado por el turismo que ingresa a la ciudad vieja es reinvertido en su recuperación. Esto se suma al aporte inicial que inyectó la Unesco cuando la declaró Patrimonio de la Humanidad”, comenta Victoria.
La guía tiene 47 años, habla tres idiomas y desde hace dos décadas se dedica a recibir contingentes de diversas partes del planeta. “La mayoría de los extranjeros llega atraída por nuestra historia y naturaleza pero también por la calidez del cubano”, afirma. “La personalidad calurosa y hospitalaria que nos distingue es parte de nuestras raíces, quizás sea una mezcla de la sangre andaluza y la salsa africana de nuestros ascendientes”, deduce.
Ver también: Naturaleza revolucionaria
Agenda de viaje
Cómo Llegar
En avión por Copa Airlines desde Córdoba a La Habana con escala en Panamá: desde US$1.354 con impuestos incluidos. Desde Córdoba a Santa Clara con escala en Panamá desde US$1.320 con impuestos incluidos.
Copa opera siete vuelos semanales desde Córdoba a Panamá; conectando desde el aeropuerto panameño con 42 vuelos semanales desde Panamá hasta la capital cubana y dos vuelos semanales a Santa Clara.
Dónde dormir
En Cayo Santa María:
Valentín Perla Blanca
En Varadero:
Iberostar Laguna Azul
Qué hacer
En Cayo Santa María:
• Paseo por los pueblos Las Dunas y La Estrella.
• Excursión Crucero del Sol en catamarán con snorkel, visita al delfinario, almuerzo con langosta y parada en banco de arena.
• Excursión Trinidad, Santa Clara y Cienfuegos.
• City Tour en La Habana.
• Visita Museo del Ron
Dónde comer
Entre los platos típicos cubanos se destacan: la “Ropa Vieja” (guiso de carnes desmenuzadas), “Moros y Cristianos” (frijoles negros con arroz blanco) y otros a base de mariscos, verduras y arroz.
Restaurante Guitarra Mía (Trinidad)
Restaurante La Floridita (La Habana)
Más información
www.turismodecuba.info